2025
MAYO MEDITACIÓN EUCARÍSTICA
EL
PERRO VIEJO
Señor
Jesús sacramentado delante de tu presencia queremos sentirnos amados y queridos
por ti. Tu nos enseñas en este camino pascual que la vida triunfará al final y
que la muerte no tiene la última palabra. En ti encontramos paz, serenidad y
paciencia con todo lo que nos acontece. Muchas veces queremos ver, palpar y
tocar la realidad futura y esa solamente se nos revelará la final del camino.
Por
eso en esta tarde queremos pedirte la virtud de la paciencia y la sabiduría en
actuar con calma, confianza y discernimiento. Tú que nos enseñaste a tener
paciencia ante la injusticia, cuando fuiste arrestado, no te defendiste con
violencia, aunque tenías el poder para hacerlo. Le dijiste a Pedro: “Vuelve tu
espada a su lugar, porque a quien espada mata de espada perecerá”
Tú,
Jesús venciste sin luchar físicamente, sino cumpliendo con tu propósito a
través del sacrificio y la obediencia.
El
perro viejo y el leopardo joven: Cuentan que un viejo perro salió un
día a perseguir mariposas. No tenía prisa. No tenía rumbo. Solo quería sentir
la vida entre sus patas una vez más. Pero entre juego y juego, se perdió. Y
para peor, un joven leopardo, hambriento y veloz, empezó a acercarse.
El
perro, viendo el peligro, no corrió. No tenía fuerza para eso. Lo que sí tenía…
era sabiduría. Así que se sentó de espaldas, mordisqueó unos viejos huesos que
había por allí, y en voz alta dijo:
-
Mmm… este leopardo que acabo de comer estaba delicioso. ¿Habrá más por aquí?
Al
escucharlo, el joven leopardo frenó en seco. Miró al viejo perro con miedo. Y
huyó. No fue la fuerza la que salvó al perro. Fue su inteligencia. Pero la
historia no termina ahí.
Un
mono, que vio todo desde lo alto de un árbol, decidió traicionar al perro:
corrió tras el leopardo para contarle la verdad a cambio de protección.
El
perro, que no era tonto, los vio venir de vuelta, el leopardo enfurecido, y el
mono montado en su lomo.
Esta
vez, sin perder la calma, se volvió a sentar de espaldas y murmuró en voz alta:
-
¿Dónde estará el mono? Hace rato lo mandé a buscarme otro leopardo y todavía no
ha regresado.
El
leopardo frenó de golpe. Miró al mono. Y esta vez, el que salió corriendo fue
el mono.
Esta
historia es una joya de sabiduría disfrazada de fábula: sencilla, pero
profundamente poderosa.
En
resumen, Jesús refuerza esta enseñanza mostrando que la verdadera victoria
viene a través de la fe, la paciencia y la obediencia, no de la confrontación
directa. Vencer sin pelear es actuar con sabiduría, humildad y confianza en
Dios.
El
viejo perro representa a quien ha acumulado experiencia y ha aprendido que no
siempre se gana con fuerza bruta o velocidad, sino con inteligencia
estratégica. La forma en que usa las palabras para transformar la percepción de
su enemigo refleja una gran verdad: quien controla el relato, muchas veces,
controla el resultado.
Y
el giro final, con el mono traicionero que termina siendo la verdadera víctima
de su ambición, añade una capa más: no solo la astucia salva, también la
paciencia y la capacidad de anticipar.
La
vida no siempre premia al más rápido. No siempre gana el más fuerte. A veces
gana el que sabe esperar, observar, y actuar con sabiduría. Porque la edad no
te roba el poder. Te enseña a usarlo mejor.
En
la parábola del trigo y la cizaña Jesús nos enseña que no hay que apresurarse a
arrancar la cizaña (el mal), porque al hacerlo se puede dañar el trigo (el
bien). En su momento, Dios hará justicia. Esto enfatiza la espera confiada.
Tu
Jesús no actuaste impulsivamente, sino que esperaste el tiempo oportuno para
cada cosa, incluso para iniciar tu ministerio público. Dijiste a menudo Mi
hora aún no ha llegado. Esto refleja tu dominio propio, la espera activa y tu
alineación con la voluntad del Padre Dios. Amén
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