sábado, 10 de mayo de 2025


 


Nos llamas por nuestro nombre y nos reconoces por mil gestos y detalles que llevas grabados en tus pupilas.

Dispuesto a dar la cara y la vida por nosotros, a pesar de nuestras tonterías, tus palabras son nuestra seguridad.

Tú eres el buen pastor.

Pastor enérgico que nos sacas del aprisco y nos pones en camino contigo en búsqueda de otros pastos y fuentes.

Nos haces repudiar las doctrinas enlatadas, los ritos repetidos y sin sentido; y nos dices: Id donde el corazón os lleve.

Tú eres el buen pastor.

Andábamos despistados por ahí, cada uno en su casa, para sí y a lo suyo, cuando Tú nos llamaste a tu comunidad.

En tu compañía, al caminar juntos, hemos abierto los ojos y el corazón a nuevos y refrescantes horizontes.

Tú eres el buen pastor.

Contigo pasamos de la sumisión a la fe gozosa y personal, del gregarismo a la comunión, del miedo a la libertad, del individualismo a la solidaridad, del temor a la filiación.

Tú eres el buen pastor.

Contigo hemos roto el silencio y nos atrevemos a levantar la voz, a la denuncia y a la contestación; y también al canto y a la alabanza porque bulle la vida en nuestras entrañas y late de esperanza nuestro corazón.

Tú eres el buen pastor.

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