MEDITADO POR
LA TERCERA ORDEN SEGLAR SERVITA
2023 AÑO A TIEMPO DE CUARESMA V
El relato de la
resurrección de Lázaro es sorprendente. Por una parte, nunca se nos presenta a
Jesús tan humano, frágil y entrañable como en este momento en que se le muere
uno de sus mejores amigos. Por otra, nunca se nos invita tan directamente a
creer en su poder salvador: Yo soy la
resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá... ¿Crees esto?
Presenta a un Dios muy humano, el que todo hombre busca: no un Dios al que
adorar y venerar en los altos cielos, sino un Dios implicado y comprometido,
que ríe y llora, juega con sus hijos y disfruta.
De Lázaro sabemos pocas
cosas, las que importan: su casa está abierta, es querido por muchos, es amigo
especial de Jesús: huésped, amigo y hermano. Tres nombres para mantenernos
humanos.
La familia está rota.
Cuando se presenta Jesús, María rompe a llorar. Nadie la puede consolar. Al ver
los sollozos de su amiga, Jesús no puede contenerse y también él se echa a
llorar. Se le rompe el alma al sentir la impotencia de todos ante la muerte.
Si Tú hubieras estado aquí, nuestro hermano no
habría muerto. Las hermanas han visto
volar sus oraciones, pero ninguna vuelve para traer una respuesta, afirmativa a
sus peticiones. Dios siempre responde; pero no a nuestras peticiones, sino a
sus promesas. "Tu hermano resucitará".
Ella lo oye como un latiguillo, palabras formales que todo el mundo sabe decir:
"Sé que resucitará". Pero
ese día está tan lejos de este dolor. Ella habla al futuro, Jesús al presente.
Y utiliza palabras impresionantes: "Yo
soy la resurrección y la vida". Ahora. Primero la resurrección y luego
la vida. Primero la liberación y luego la vida. Yo soy la resurrección: una savia poderosa y fresca que se ramifica
por todo el cosmos y no descansará hasta haber alcanzado y hecho florecer la
última rama de la creación, el último rincón del corazón.
¡Liberadlo y dejadlo ir! Lázaro sale, envuelto en vendas como un recién
nacido. Morirá por segunda vez, pero ahora se abre ante él una esperanza muy
alta: Alguien le ama, Alguien que es más fuerte que la muerte. Déjale ir:
Llorar es amar con los ojos. El hombre resucita por las lágrimas de Dios,
nosotros resucitamos porque somos amados. Lázaro soy yo.
Hay en nosotros un
deseo insaciable de vida. Nos pasamos los días y los años luchando por vivir.
Nos agarramos a la ciencia y, sobre todo, a la medicina para prolongar esta
vida biológica, pero siempre llega una última enfermedad de la que nadie nos
puede curar. Sería horrible un mundo envejecido, lleno de viejos, cada vez con
menos espacio para los jóvenes, un mundo en el que no se renovara la vida. Lo
que anhelamos es una vida diferente, sin dolor ni vejez, sin hambres ni
guerras, una vida plenamente dichosa para todos.
A pesar de dudas y
oscuridades, los cristianos creemos en Jesús, Señor de la vida y de la muerte.
Solo en él buscamos luz y fuerza para luchar por la vida y para enfrentarnos a
la muerte. Solo en él encontramos una esperanza de vida más allá de la vida.
2023 MARZO MEDITACIÓN
EUCARISTICA: SIGUE CONDUCIENDO
Esta tarde
hemos venido a la Iglesia para estar un tiempo contigo Jesús que estás en el
santísimo sacramento del Altar. Estar contigo para embebernos de tu presencia,
de tu cercanía, de tu corazón misericordioso. Sabemos que tú estas siempre con
nosotros y que nunca nos abandonas, nunca vuelves tu espalada a quien de verdad
te necesita. Estamos convencidos que siempre estás ahí, ante nuestra puerta
para que apenas salgamos y te llamemos tu entrarás y cenaras con nosotros y nos
acompañarás a lo largo de la vida.
Pero cuantas
veces pasamos por momentos turbulentos, momentos de infinita soledad y de
oscuridad, donde nada vemos claro y todo es confusión en nuestro interior. Aun
así, no acudimos a ti y nos fiamos de lo que vemos, de las solas apariencias
sin confiar, sin pensar que tú nunca nos abandonas y que siempre nos acompañas.
Escuchemos
esta historia de un padre y de una hija en medio de las dificultades.
SIGUE CONDUCIENDO: Una joven conducía junto con su padre que se
dirigían a una ciudad del norte a visitar a unos familiares. El tiempo no era
muy estable y el cielo cada momento se ponía más oscuro y amenazante. De repente se toparon con una tormenta. La
joven le preguntó a su padre: ¿Qué debo hacer?
Su Padre le dijo: "Sigue conduciendo".
Los vehículos, pequeños y grandes, empezaron a
orillarse, la tormenta estaba empeorando. Todos buscaban un lugar dónde parar y
esperar a que pasase la tormenta.
¿Qué debo hacer papá? Seguía diciendo, casi
gritando, la joven.
-"Sigue conduciendo", respondió su Padre.
Un poco más adelante, un tráiler también estaba
aparcando en un arcén un poco más ancho.
Ella le dijo: "Papá, debo detenerme. Es
terrible y todo el mundo se está deteniendo"
Su Padre le dijo: ¡No, sigue conduciendo!
Ahora la tormenta era más fuerte, pero ella obedeció
a su papá, y pronto pudo ver un claro más adelante. Después de un par de
kilómetros volvió a estar en una zona tranquila, calmada y con el sol brillando
a lo alto.
Su padre le dijo: "Ahora puedes parar y
salir."
Ella dijo: "¿Pero por qué ahora?"
Él le dijo: "Cuando salgas, mira atrás, todas
las personas que se rindieron todavía están en la tormenta, tú no te rendiste y
tu tormenta ha quedado atrás.
Qué bonita
lección para todos nosotros; los que estáis pasando o hemos pasado por
"tiempos difíciles". Recordemos que, aunque todos los demás, incluso
los más fuertes, se detengan o se den por vencidos, nosotros debemos seguir
adelante, confiar siempre, porque pronto la tormenta terminará, las tormentas
nunca son eternas, y el Sol brillará y resplandecerá sobre nosotros otra vez...
Si Dios Padre
nos dice seguid adelante, no hay razón para detenernos. La confianza en él es
clave para caminar por los senderos que él ha trazado para cada uno de
nosotros.
Aprendemos que
estar parados en medio de la Tormenta hace que se prolongue más y más en
nuestra vida. Si paramos, la oscuridad seguirá envolviendo nuestra existencia y
la noche crecerá cada vez más en el corazón.
Señor Jesús te
pedimos que nos de tu confianza en el Padre, que nunca dejemos de avanzar. Dios
nos da las fuerzas para seguir y veremos como la tormenta terminará y el Sol
brillará sobre nosotros otra vez. Queremos tener la certeza de que Dios nunca
nos abandona, siempre está junto a nosotros. Dios es grande y poderoso. Nunca
nos rindamos, ¡Sigamos adelante! Amén.
¿SOY CIEGO, SEÑOR?
Digo creer en Ti, y
vivo como si no existieras.
Pretendo caminar por
tus sendas y no palpo tu presencia.
Presumo de conocerte y
apenas escucho tu Palabra.
Digo que ¡nadie hay
como Tú! y tiemblo cuando las dificultades asoman.
Abro los ojos ante el
mundo y me cuesta decir que Tú lo mueves.
Confieso que Tú eres la
luz del mundo y me escondo en oscuridades peligrosas.
Rezo mirando al cielo y
a la vez me fío demasiado
de las decisiones del
mundo.
Soy humano y, muchos
días, me considero exclusivamente divino.
Soy pecador y,
queriendo o sin querer,
me las doy de justo y
honrado.
Afirmo conocer todos
los secretos
y, a mis ojos, se
escapa lo esencial.
Conozco la ciencia y la
matemática
y no sé cómo
encontrarte en mi vida.
Porque leo tu Palabra y,
pienso que es para los demás.
Escucho tu Palabra y
creo que no va conmigo.
Camino, subo y bajo,
corro y avanzo
y me tropiezo a cada
instante dándome de bruces
contra mis propias
ideas y pensamientos.
¡CAMBIÁME, SEÑOR!
Mi naturaleza humana,
para reconocerte.
La forma de mirar para
no perderte de vista.
El ritmo en mi caminar
para ir a tu lado.
El ruido de mi
existencia para escuchar tus pisadas.
¿ESTARÉ CIEGO, SEÑOR?