sábado, 29 de mayo de 2021

Domingo 20 de Junio
RENOVACIÓN PROMESAS MATRIMONIALES
En la eucaristía de las 11h
Están invitados todos los matrimonios
a la renovación de sus votos.
Pedimos a todos los matrimonios que este año celebran sus bodas de plata - 25 años-,
sus bodas de oro - 50 años-,
y sus bodas de diamante - 75 años-,
que pasen por la sacristía para facilitar sus nombres

 

El domingo 13 de Junio
Festividad de S. Antonio de Padua
Fiesta de la comunidad parroquial
En todas las misas se bendecirán los panes. También se bendecirán los panes que la feligresía traigan de su casa

 

El próximo domingo 6 de Junio,
FESTIVIDAD DEL CORPUS CHRISTI
El lema de este año es " ALARGA TU MANO"
Ante la imposibilidad de poder celebrar la procesión, después de cada eucaristía, realizaremos un momento de adoración eucarística.
Corpus Christi - día nacional de caridad -
La colecta tendrá esta finalidad

 


 2021 AÑO B SOLEMNIDAD 

         DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Hoy es la fiesta de nuestro Dios, un Dios que es UNO y TRINO. La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús, que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos.

No intentamos conocer a Dios como buenamente podamos, sino que Dios mismo ha tomado la iniciativa y se nos ha dado a conocer. Y lo ha hecho por medio de Jesús, de sus palabras, de sus enseñanzas, de su trato con la gente, de su dedicación al Reino, de su muerte y de su resurrección. Gracias a Jesús hemos conocido de cerca de ese Dios, y podemos establecer con Él un trato personal, algo no sólo impensable, sino escandaloso para otras religiones.

La Iglesia nos presenta en este domingo la fiesta de la Trinidad, ese profundo misterio asumido solamente desde la fe, no hay otro camino: tres personas distintas y un solo Dios. Cada vez que nos reunimos el Día del Señor para celebrar la Eucaristía, celebramos el acontecimiento pascual, que no es otro que la muerte y resurrección de Cristo que nos ha salvado. Celebramos también el amor de Dios que nos quiere y da su vida por nosotros; un amor que hoy miramos desde una perspectiva distinta, la trinitaria. Jesús nos revela el misterio de Dios, el rostro de Dios, nos acerca a Él, y nos dice:

- Que Dios es, antes que nada y por encima de todo, Padre; o, mejor dicho, que esa es la actitud que Dios tiene con toda la humanidad: la de ser Padre amoroso. Un Dios que dice de sí mismo “aunque tu padre y tu madre te abandonaran, yo no te abandonaré jamás”. Esta es la primera perspectiva desde la que hoy podemos mirar al Dios que nos ama.

- Y ese Dios amor, no se ha quedado en el cielo, ha decidido hacerse cercano y dejarnos pronunciar su nombre y nos ha dejado ver su rostro, el de Jesús de Nazaret. Es el Dios hecho Hijo que da su vida por todos y cada uno de nosotros. Es el Dios que ha acortado tanto la distancia con nosotros que se ha hecho uno de los nuestros, es un Hijo hecho hombre que nos indica el camino para llegar a la verdad, a la libertad y a la vida.

- Y ese Dios sigue amándonos que decide entregarnos su propio Espíritu, su propio aliento para que viviera en nuestros corazones. Porque los hombres somos pequeños, pobres y débiles, y necesitamos una buena ayuda para ponernos a trabajar y dar la talla de lo que Dios espera de nosotros; y esa ayuda nos la da el mismo Dios siendo para nosotros el Espíritu Santo que nos anima, nos guía y nos ayuda a descubrir la voluntad de Dios y a vivir de acuerdo con ella. En este Domingo de la Santísima Trinidad, en el que nos sentimos queridos por este Dios Trino, revisemos cómo nos queremos entre nosotros, y cómo hacemos realidad ese amor que Dios nos tiene.

miércoles, 26 de mayo de 2021


2021 ADORACIÓN EUCARISTICA 

Y LA SANTISIMA TRINIDAD

 

Estamos a punto de celebrar la gran fiesta de los cristianos de la Santísima Trinidad. Ante ti Jesús eucaristía queremos arrodillarnos y adorar el misterio de nuestro Dios que siendo UNO se manifiesta como TRES personas distintas. Queremos adorar este gran misterio en esta tarde eucarística, porque existe un vínculo inseparable entre la fe que profesamos, y la fe que celebramos. Celebramos aquello que creemos. A través de la celebración litúrgica, entramos en comunión con las verdades que profesamos.

En el Credo y en cualquier celebración bien sea privada o pública, profesamos y reafirmamos nuestra fe en las Tres Divinas Personas y en ellas encontramos esa comunión de verdades que necesitamos para llevarlas a nuestra vida:

Creemos en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra. No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados, Dios es nuestro “Padre” querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo. Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Nuestros contemporáneos se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.

Creemos en Jesucristo, su único Hijo y nuestro Señor. Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo. Este Jesús, presente en la eucaristía y en la custodia es el Hijo amado de Dios. Él nos anima a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida. Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros. Necesitamos recuperar lo esencial de nuestra fe para aprender a vivirla con alegría nueva.

DIOS EXISTE

Un hombre fue a una barbería a cortarse el pelo y recortarse la barba. Como es costumbre en estos casos, entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de muchas cosas y tocaron varios temas. De pronto, hablaron de Dios.

El barbero dijo: Fíjese caballero, que yo no creo que Dios exista, como usted dice.

- Pero, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

- Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe, o dígame, acaso si Dios existiera, ¿habría tantos enfermos? ¿habría niños abandonados? Si Dios existiera, no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio. Nada más salir de la barbería, observó en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo. Al parecer, hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero:

- ¿Sabe una cosa? los barberos no existen...

- ¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero - Si aquí estoy yo, y soy barbero.

- ¡No! dijo el cliente, No existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.

- Ah, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí.

- ¡Exacto! dijo el cliente, ese es el punto, Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia Él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria...

Señor en esta tarde te pedimos que te manifiestes al mundo como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén

 

sábado, 22 de mayo de 2021




































 VIGILÍA DE PENTECOSTÉS, preparada por el grupo Júnior de nuestra Parroquia y los jóvenes de catequesis de confirmación

CHARLA BÍBLICA
El próximo jueves, charla bíblica a cargo de D. Ricardo Lázaro, sobre el Santo Cáliz de la Pasión, con motivo del Año Santo del Santo Cáliz. Y el jueves día 10 de Junio, tendremos la segunda parte.
Las Charlas serán a las 20'30h, en el Templo

 


 

2021 AÑO B SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

 La fiesta de Pentecostés está llena de viento y fuego, viento impetuoso como un huracán, un fuego incandescente que calienta los corazones y el alma. Un viento que sacude los cimientos de la casa y la llena del polen del Espíritu de Dios, y aporta fecundidad y dinamismo a las cosas inmóviles, y de caminos que parten de Jerusalén.

Llenó la casa donde estaban los discípulos. El Espíritu no se deja secuestrar en ciertos lugares que llamamos sagrados. Ahora la casa se vuelve sagrada. La mía, la tuya y todas las casas son el cielo de Dios. Llegó de repente, los coge por sorpresa, no estaban preparados, no estaba planeado. El Espíritu no soporta los patrones, es un viento de libertad, la fuente de vidas libres.

Lenguas de fuego aparecieron y se posaron en cada uno, nadie excluido, no hay distinción. El Espíritu toca cada vida, las diversifica a todas, da a luz y calor a todos. Las lenguas de fuego se dividen y cada una ilumina a una persona diferente, cada una afirma una vocación, renueva una existencia única.

Necesitamos el Espíritu, nuestro pequeño mundo estancado, sin impulsos, lo necesita. La Iglesia lo necesita y tiene que convertirse en guardiana de la libertad y la esperanza. El Espíritu, con sus dones, da a cada cristiano un genio que le es propio. Y tenemos una gran necesidad de discípulos brillantes. Todos creyendo en su don, en su singularidad y que esta creatividad y valentía la coloquen al servicio de la vida. La Iglesia ha de ser como un Pentecostés continuo.

El tiempo de Pascua culmina con la venida del Espíritu Santo. Hoy cerramos este ciclo de la cincuentena pascual como acontecimiento capital en la historia de la Iglesia y de cada uno de nosotros.

Hoy Pablo habla de la acción del Espíritu en todos los cristianos. Gracias al Espíritu confesamos a Jesús como Señor, hacer esta confesión en la primitiva Iglesia los cristianos se jugaban la vida, ya que los romanos consideraban que el Señor era el César. Gracias al Espíritu no hay diferencias motivadas por la religión (judíos ni griegos) ni las clases sociales (esclavos ni libres). En definitiva, todo lo que somos y tenemos los cristianos es fruto del Espíritu, porque es la forma en que Jesús resucitado sigue presente entre nosotros.

En el Evangelio aparece una acción sorprendente: Jesús sopla sobre los discípulos. En hebreo, la palabra ruaj significar «viento» y «espíritu». Jesús, al soplar, infunde el Espíritu Santo. Este don está estrechamente vinculado con la misión que acaba de encomendarles: el Padre envió a Jesús, Jesús envía a los apóstoles. “Id al mundo entero…” con valentía y energía del Espíritu. Convirtió a los discípulos cobardes y miedosos en valiente y con coraje. Dispuesto a que la verdad que Jesús vino a traer al mundo no muera y que el amor que Dios nos tiene lo puedan sentir todas las naciones y todas las generaciones. Amén

miércoles, 19 de mayo de 2021


ADORACIÓN EUCARÍSTICA: 

LAS SEMILLAS DE FLORES

 

Dentro de poco querido Jesús sacramentado, celebraremos la novedad siempre insistente y permanente de Pentecostés. Este Espíritu tuyo y del Padre que derramáis con abundancia y constantemente sobre la humanidad. El Espíritu de la vida y del amor; de la fuerza y la constancia; el Espíritu que levanta al débil y caído y sosiega la fuerte y robusto. Tu Espíritu Señor que nos da vida y esperanza, que nos anima a seguir luchando y sembrando a pesar de las duras circunstancias y dificultades del momento. El Espíritu puede hacer florecer el desierto y renacer la vida, puede hacer brillar la luz esplendente allí donde solo existe oscuridad y tinieblas. El Espíritu que todo lo puede, porque surge de la fuerza del amor del Padre y del Hijo, esa fuerza es potente porque el amor es más fuerte que la misma muerte.

 

Las semillas de flores

Había una vez ...

Un hombre que subía cada día al autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana, siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.

- ¡Son semillas! - le dijo la anciana.

- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

- De flores; es que miro afuera y está todo tan vacío... Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?

- El hombre le respondió: Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?

- Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, alguna acabará en la cuneta y, con el tiempo, brotará.

- Pero...tardarán en crecer, necesitan agua ...

- La anciana respondió: Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!

La anciana siguió con su trabajo...

Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza. Unos meses después... Yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana vio todo el camino lleno de flores...

¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje!

Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor: ¿La anciana de las semillas?

- Pues, ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.

«Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra».

De repente, oyó la risa de una niña pequeña. Una niña señalaba entusiasmada las flores... ¡Mira, papa! ¡Mira cuantas flores!

 

Es sencillamente hermoso pensar en el sentido de esta historia. La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo, y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices.

Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas que va arrojando por la ventanilla.

También nosotros no dejemos de sembrar cosas buenas. Nosotros hagamos nuestro papel y el Espíritu hará el suyo. Él tiene capacidad para hacer florecer lo más árido y reseco de tantos corazones humanos que necesitan solo un toque o un empujoncito inicial.

Lo importante es que alguien siempre recogerá tu siembra, lo que hagas de bueno hacia los demás y hacia el mundo. No sejes nunca de sembrar semillas, alguien la recogerá. Haz lo que puedas hacer el Señor hará el resto. Amén

 

sábado, 15 de mayo de 2021

Sábado 22 de Mayo a las 20h

Eucaristía y Vigilia de Pentecostés
 

PRIMERAS COMUNIONES

Sábados y domingos a las 12h
 

2021 AÑO B TIEMPO DE PASCUA: ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Ahí estaban sus discípulos medio confundidos, y un pequeño núcleo de mujeres, fieles y valientes. Lo siguieron durante tres años por los caminos de Palestina, no entendieron mucho, pero le querían mucho y allí delante de ellos asciende a lo más alto del cielo.

La ascensión conmemora que Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha del Padre, pero a la vez se quedó muy intensamente entre nosotros. El ascender de Jesús es un descender a las profundidades de las cosas, a las profundidades de la creación y las criaturas, y desde dentro presiona como una fuerza ascendente hacia una vida más brillante. Decía el papa Francisco que: “Cristo resucitado habita en lo más profundo de cada ser, rodeándolo con su cariño y penetrándolo con su luz”

La Iglesia tiene ya veinte siglos. Atrás quedan dos mil años de fidelidad y también de no pocas infidelidades. El futuro parece sombrío. Se habla de signos de decadencia en su seno: cansancio, envejecimiento, falta de audacia, resignación. Crece el deseo de algo nuevo y diferente, pero también la impotencia para generar una verdadera renovación. Jesús seguirá vivo en medio del mundo. Su movimiento no se extinguirá. Siempre habrá creyentes que actualicen su vida y su mensaje. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Marcos nos dice que, después de la Ascensión de Jesús, los apóstoles “proclamaban el evangelio por todas partes y el Señor actuaba con ellos”. Esta fe nos lleva a confiar también hoy en la Iglesia: con retrasos y resistencias tal vez, con errores y debilidades, siempre seguirá buscando ser fiel al evangelio. Nos lleva también a confiar en el mundo y en el ser humano: por caminos no siempre claros ni fáciles el reino de Dios seguirá creciendo.

Jesús confía el anuncio del Reino a los que le quieren y los envía a animar a los cojos a andar por todos los caminos del mundo: nos envía a enseñar que la pequeña semilla de mostaza, que la pizca de sal, que somos luz para el mundo y para eso el único instrumento que nos da es un corazón ardiente para contagiar del evangelio a toda criatura. Es la hora de la Iglesia, de la comunidad, tu hora y la mía. Vayamos a perfumar las vidas que encontremos con el cielo, y enseñémosles el oficio de vivir, como lo hizo Jesús mostrando el rostro bien alto y luminoso.

Bautizar, que significa sumergir al pueblo en Dios, empapar del cielo, impregnar de Dios, empapar en agua viva: hacer del mundo un bautismo, un laboratorio de inmersión en Dios, en ese Dios que Jesús describió como amor y libertad, como ternura y justicia. Cada uno de nosotros recibe hoy la misma misión que los apóstoles: proclamar. Nada más. No dice: organizar, ocupar puestos clave, hacer grandes obras benéficas, sino simplemente, anunciar: El Evangelio, la buena noticia, la historia de la ternura de Dios. 

 

miércoles, 12 de mayo de 2021


2021 ADORACIÓN EUCARISTICA:

TE VAS, SEÑOR, PERO TE QUEDAS

 Cercana ya la Ascensión del Señor a los cielos, nos reunimos para compartir este momento con el Señor. Donde aquí mismo en el sagrario se realiza el gran misterio de las palabras de Jesús yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Subió a los cielos y se sentó a la derecha del padre, pero se quedó eternamente con nosotros en el mismo sacramento del pan y del vino, convertidos en su cuerpo y sangre. Estos son alimento para nuestro caminar diario y fuerza ante las dificultades, energía ante las enfermedades y ánimo ante cualquier prueba o circunstancias negativas de la vida.

Es un “misterio” que tenemos que contemplar y rezar. “Se va, pero se queda”. Nos dice que no nos dejará huérfanos: “¡Yo estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos!” Es una experiencia espiritual de la “Glorificación de Jesucristo”: Señor de la Historia y del Universo, Alfa y Omega del Cosmos, que está siempre con Dios Padre y a la vez con nosotros en todo tiempo y espacio humanos.

Con la Ascensión de Jesús a los cielos culmina su misión en esta tierra y es el comienzo de la Iglesia, de los testigos de Cristo.

Eso significa que debemos ser a la vez “escaleras” y “puentes”.

“Escaleras” para subir por la oración hacia arriba, para mirar los valores celestiales, para pararnos a adorar y ser mejores cristianos.

“Puentes” para realizar una salida hacia los otros; ser para los demás. Llevar a Jesús a los demás, trabajar por la extensión del Evangelio de Jesús.

Hasta la Ascensión era el tiempo de Jesús, ahora es el tiempo de la Iglesia, de nosotros, que somos los testigos de Jesús en el mundo.

El poeta indio Tagore decía: “Mirad la luz de las estrellas, pero sin olvidar echar leña al hogar de vuestra casa, porque la luz de las estrellas no os va a calentar a vosotros, ni a vuestros hermanos”

Por tanto, es la hora del relevo, no quedarse plantados, sino hacer todo lo posible para que venga el Reino de Cristo.

Hoy recordamos y celebramos el día en que la pequeñez de nuestra naturaleza fue elevada, en Cristo, por encima de todos los ejércitos celestiales, de todas las categorías de ángeles, de toda la sublimidad de las potestades, hasta compartir el trono de Dios Padre...

Así, todas las cosas referentes a nuestro Redentor, que antes eran visibles, han pasado a ser sacramentos; manifestación y presencia de lo sagrado, iluminados por la luz celestial.

Esta fe, aumentada por la ascensión del Señor y fortalecida con el don del Espíritu Santo, ya no se amilana por las cadenas, la cárcel, el destierro, el hambre, el fuego, las fieras ni los refinados tormentos de los crueles perseguidores. Hombres y mujeres, niños y jóvenes frágiles han luchado en todo el mundo por esta fe hasta derramar su sangre.

Se aproxima el día de la Ascensión, y el sentimiento que surge es contradictorio: duele que el Amigo se vaya. Duele y, seguramente, les dolió en las entrañas a aquel grupo de confidentes y de entusiastas que pensaban que el reino de Dios estaba a la vuelta de la esquina. Nos duele a nosotros; quisiéramos una presencia más impactante y sonora de Jesús en el mundo: ¡son tantas cosas las que nos sacuden y preocupan! ¿Es ahora, Señor, cuando vas a instaurar tu Reino? ¿Ahora te vas, Señor, cuando estamos sumergidos en esta pandemia universal, cuando en el mundo se debaten problemas que afectan a nuestro modo de concebir y estructurar la sociedad, la familia, el amor y hasta la misma escala de valores?

La Ascensión del Señor es el último misterio de su presencia terrena y el primero que nos toca a nosotros. La hora de partir, no hacia lejanos continentes (aunque también) y sí hacia esos lugares que están distantes del Evangelio; de descender a esos corazones tibios en la fe y que viven codo a codo con nosotros y que nos resulta tan difícil proponerles e invitarles al encuentro con Cristo.

Jesús asciende al encuentro de Dios, pero se ha quedado de una forma entrañable, viva, alimentadora y transformadora en la Eucaristía. Que, ya desde ahora, le pidamos que el Espíritu Santo nos haga transmitir por los cuatro costados de nuestra vida la alegría de la fe.

Dios, nos necesita como “otros cristos” anunciando sin temor ni vergüenza, con pasión y con entusiasmo la novedad del Evangelio. Vete a los cielos, Señor, pues has cumplido más que sobradamente. TE VAS, SEÑOR, PERO TE QUEDAS