miércoles, 19 de mayo de 2021


ADORACIÓN EUCARÍSTICA: 

LAS SEMILLAS DE FLORES

 

Dentro de poco querido Jesús sacramentado, celebraremos la novedad siempre insistente y permanente de Pentecostés. Este Espíritu tuyo y del Padre que derramáis con abundancia y constantemente sobre la humanidad. El Espíritu de la vida y del amor; de la fuerza y la constancia; el Espíritu que levanta al débil y caído y sosiega la fuerte y robusto. Tu Espíritu Señor que nos da vida y esperanza, que nos anima a seguir luchando y sembrando a pesar de las duras circunstancias y dificultades del momento. El Espíritu puede hacer florecer el desierto y renacer la vida, puede hacer brillar la luz esplendente allí donde solo existe oscuridad y tinieblas. El Espíritu que todo lo puede, porque surge de la fuerza del amor del Padre y del Hijo, esa fuerza es potente porque el amor es más fuerte que la misma muerte.

 

Las semillas de flores

Había una vez ...

Un hombre que subía cada día al autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana, siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.

- ¡Son semillas! - le dijo la anciana.

- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

- De flores; es que miro afuera y está todo tan vacío... Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?

- El hombre le respondió: Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?

- Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, alguna acabará en la cuneta y, con el tiempo, brotará.

- Pero...tardarán en crecer, necesitan agua ...

- La anciana respondió: Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!

La anciana siguió con su trabajo...

Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza. Unos meses después... Yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana vio todo el camino lleno de flores...

¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje!

Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor: ¿La anciana de las semillas?

- Pues, ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.

«Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra».

De repente, oyó la risa de una niña pequeña. Una niña señalaba entusiasmada las flores... ¡Mira, papa! ¡Mira cuantas flores!

 

Es sencillamente hermoso pensar en el sentido de esta historia. La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo, y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices.

Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas que va arrojando por la ventanilla.

También nosotros no dejemos de sembrar cosas buenas. Nosotros hagamos nuestro papel y el Espíritu hará el suyo. Él tiene capacidad para hacer florecer lo más árido y reseco de tantos corazones humanos que necesitan solo un toque o un empujoncito inicial.

Lo importante es que alguien siempre recogerá tu siembra, lo que hagas de bueno hacia los demás y hacia el mundo. No sejes nunca de sembrar semillas, alguien la recogerá. Haz lo que puedas hacer el Señor hará el resto. Amén

 

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