sábado, 1 de mayo de 2021

2021 AÑO B TIEMPO DE PASCUA V

Nos encontramos con una metáfora especial. La imagen de la vid es muy significativa para Israel. Evoca todo un mundo: Una vid con sarmientos, un viñador que corta las ramas y los frutos y, por último, quema los sarmientos cortados. La imagen sugiere una forma física de vida en común, de crecimiento conjunto, de ser juntos fructíferos.

Esto supone una unión estrecha entre dos realidades físicas, prácticamente una total identificación: la vid no es distinta de los sarmientos, la vid no solo indica el tronco desnudo de un árbol, es un todo junto con los sarmientos. El concepto de unidad entre Jesús y los suyos está expresado de un modo muy profundo. No solo dice vosotros estáis muy unidos a mí, sino que vosotros sois una parte de mí.

La palabra que más se repite es el verbo permanecer, ser con Jesús y quedarse con él. El permanecer en Jesús como condición para dar fruto. Solamente los sarmientos unidos a la vid darán fruto, tendrá vida, serán auténticos. Solamente cuando estamos con Jesús nuestra vida no es estéril. Porque son precisamente los sarmientos los que dan fruto, no el tronco. Jesús es el tronco y sus discípulos son los sarmientos. El continúa a producir frutos agradables al Padre, a través de los cristianos. Para que eso pueda acontecer es necesario que los discípulos continuemos unidos a Cristo, bajo pena de volvernos ramos secos, morir y no producir nada más.

Los sarmientos unidos a la vid dan fruto, ahí está comprendida toda la humanidad: una humanidad lograda, que se expande y que da fruto, irradia. Pero los sarmientos que no dan fruto y se cortan y se secan son la humanidad fallida, anquilosada sobre sí misma, encerrada en su propia soledad, incapaz de amar, desfigurada y desolada.

La vid necesita muchos cuidados. Todos los años debe ser podada, todos los sarmientos son cortados para que la savia se concentre en pocos ramos bien robustos y bien vivos. Si no cuidamos lo importante y lo esencial de nuestra vida pareceremos ramos secos. Los sarmientos secos solo ocupan espacio, y causan incomodidad, hacen sombra e impiden a los otros sarmientos el extenderse. Quien ve los sarmientos secos solo en los otros, es un hipócrita que ve la paja en el ojo de su hermano y no ve la viga que está en el suyo. Todos tenemos un poco de sarmientos secos y sarmientos con fruto.

- La vid no produce uvas para sí misma, sino para los otros. Los sarmientos se auto-realizan s cuando producen frutos sabrosos para los otros. Los cristianos no producimos obras de amor para tener un premio, sino, como nuestro padre celestial: amar sin esperar nada a cambio. La recompensa del discípulo es la alegría de ver el amor de Dios manifestarse a través de nosotros. Lo esencial del evangelio es la fecundidad y no la observancia escrupulosa de las normas. Tenemos vida. Amén.

 

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