domingo, 14 de junio de 2020


FESTIVIDAD DEL CORPUS CRISTI
FIESTA DIA DE LA PARROQUIA

Queridos hermanos celebramos hoy dos fiestas importantes una del Corpus, Jesús se quedó como comida y bebida y la de San Antonio de Padua, día de nuestra comunidad parroquial.
Lo primero que sale de nuestros labios es la gratitud, es decir tomamos conciencia de los dones que recibimos cada día, el don de la eucaristía, el don de la vida plena, el don de la comunidad. Estos dones, tenemos que aprovecharlos, desarrollarlos y disfrutarlos juntos.
Jesús realiza un discurso muy perturbador: habla de comer mi carne y beber mi sangre. Esta invitación desconcierta a amigos y adversarios. Jesús reitera ocho veces, clarificando la motivación: para vivir, simplemente vivir, vivir realmente. Jesús tiene algo que cambia la dirección de la vida.
Experimentamos que la vida se desliza, se resbala inexorablemente hacia la muerte, sin embargo, Jesús cambia la perspectiva de este plano inclinado y muestra que nuestra vida se desliza hacia Dios. De hecho, es la vida de Dios que fluye, que entra y se pierde dentro de la nuestra. Aquí está la genialidad y la originalidad del cristianismo: Dios entra dentro de sus criaturas, como la levadura dentro del pan, como el pan dentro del cuerpo.
Nuestros pensamientos corren hacia la Eucaristía. Pero Jesús no está indicando un rito litúrgico; No vino al mundo a inventar liturgias, sino a crear hermanos y personas capaces de amar con libertad. Jesús está hablando de la gran liturgia de la existencia, personal y colectiva.
Dios entra en cada fibra del ser humano. Cristo quiere que el flujo cálido de su vida fluya en nuestras venas, que su coraje arraigue en nuestros corazones, porque vamos a vivir la existencia como él la vivió. Dios se hizo hombre para que cada hombre se vuelva como Dios. Él quiere estar en nuestras manos como regalo, en nuestra boca como pan, en nuestro interior como sangre. Aquí está el milagro, el corazón palpitando, y llega el asombro: Dios en nosotros, nuestro corazón lo absorbe, él absorbe nuestro corazón y nos convertimos en uno.
Motivo para dar gracias a Dios por el don de la comunidad parroquial, de San Antonio:
- Dar gracias por lo que se tiene y por lo que se es, en lugar de lamentarse por lo que no se tiene.
- Todos somos capaces de dar algo bueno. Ser agradecidos con todos.
- Ser agradecidos para vivir la vida plenamente de acuerdo con el fin para el cual fuimos creados.
- Aprender a estar atentos, detenerse y disfrutar de los momentos de felicidad, de alegría sencilla.
- Hacer felices a los demás, un gracias y una sonrisa puede cambiar la convivencia.
- La humildad, como san Antonio, nos ayuda a reconocer todo lo que hemos recibido. El humilde es una persona agradecida con Dios y con las demás personas. Surge espontáneamente la amabilidad, bondad, cordialidad, generosidad; disponibilidad, solidaridad.

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