sábado, 5 de julio de 2025


 

2025 CICLO C

 TIEMPO ORDINARIO XIV

Jesús envió a sus 72 discípulos a hacer físicamente presente el Evangelio en por medio de su trato fraterno, transmitiendo a todos la paz y da una serie de pautas:

- La oración: El anuncio del evangelio y la eficacia en el trabajo pastoral, es fruto de Dios, es un don y por eso hay que pedirlo. La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. La humanidad está lista, pero faltan trabajadores. La vocación para la misión es don de Dios, y hay que pedirla para cada miembro de la comunidad: De Dios vendrá el éxito de la misión.

- Después los envía de dos en dos, para que se ayuden mutuamente y superen el egoísmo, pero que asuman su propio estilo. Pobreza, humildad, confianza absoluta en la Providencia de Dios. Los envía como corderos, dispuestos a escuchar solo la voz del Buen pastor.

- Los envía sin nada y sin bolsa, no confíen en sus propias fuerzas y en el poder del dinero.

- Que no saluden a nadie por el camino, no dispersarse en charlas y relaciones inútiles que ralentizarían su misión.

- Los envía no sólo a proclamar la paz, sino a ser artífices de paz, ofreciendo siempre, sin embargo, su paz allí donde entren, dejándoles siempre la libertad de aceptarla o rechazarla. Porque la evangelización se difunde por atracción.

- Les invita a no ir de casa en casa, sino a saber contentarse, recordando que la misión no es una búsqueda de comodidad, prestigio y apariencia, sino de servicio y atención a los que uno encuentra.

 A los 72 no les habla de predicar en las plazas y las encrucijadas, sino de hospedarse en los hogares para convivir con las familias, comiendo lo que en ellas se come, sin pedir nada especial. Es así, con este trato cercano y fraterno, como mejor se comunica la paz evangélica.

Cuando he leído el evangelio de esta semana, me ha dejado pensando una frase. «Cuando entréis en una casa, lo primero saludad: “Paz a esta casa”. Si hay allí gente de paz, la paz que les deseáis se posará sobre ellos; si no, volverá a vosotros». En el relato se distinguen dos tipos de personas. La gente de paz y la que no es gente de paz.

Ciertamente, no es fácil alcanzar la verdadera paz que procede de Dios. Pues para lograrla Dios nos pide que renunciemos a todo aquello que nos aleja de Él. Y, sobre todo, nos pide que nos sacrifiquemos por los demás. Y eso es muy duro. Es el camino de la cruz.

En definitiva, las lecturas de hoy nos animan a vivir el Evangelio en la vida cotidiana. Compartamos con otros la paz que Dios nos transmite en lo hondo de nuestro corazón. Solo así seremos realmente felices y, sobre todo, haremos felices a los demás.

Cuando los 72 regresan de la misión, comparten con Jesús, llenos de alegría, la experiencia vivida: Jesús les dice: no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Los ayuda a tomar conciencia de la urgencia de la tarea: más allá del éxito de la misión, lo más importante es la adhesión de los mensajeros a Jesús, y su participación en el Reino de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario