sábado, 20 de diciembre de 2025


 


 


 


Retiro de Adviento de preparación a la Natividad del Señor


 La Parroquia de S. Miguel, organiza una comida el día de Navidad para las personas que se encuentran solas y no tengan con quien compartir la Natividad del Señor. Los interesados en participar pueden pasar por la sacristía de la Parroquia de S. Antonio para inscribirse. El plazo de la inscripción permanecerá abierto hasta el mediodía del lunes día 22 de diciembre.


ENCENDIDO DE LA CUARTA VELA DE LA CORONA DE ADVIENTO
 


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Vivir es dejar que la Palabra se haga cuerpo en nuestro cuerpo humano, cuerpo de carne y sangre, con espíritu bíblico y aliento solidario.

Y para ello se necesita paciencia y tiempo, cántaros de esperanza compartida, y dejar que la semilla crezca sola en nuestras entrañas humanas, aunque no sepamos cómo.

Vivir es gestar en paz y con cuidado al esperado, que siempre es nuestro hermano, que viene ilusionado a su casa, sin ánimo de destronarnos y sí de enriquecernos y alegrarnos.

Pero para ello hay que estar embarazados o dejar al Espíritu que repose, como él quiera, en nuestro regazo; y ponerse de parto para que la Palabra acampe entre nosotros.

Vivir es Señor, dándote cuerpo.

AMÉN

 


 

2025 CICLO A

TIEMPO DE ADVIENTO IV

Estamos en ya en la última etapa del Adviento, antes de la Navidad. La liturgia nos invita hoy a contemplar los acontecimientos previos al nacimiento de Jesús desde la mirada de San José; el hombre justo que supo acoger el misterio de Dios en su vida, el que en medio de la incertidumbre escuchó y confió en la palabra del Señor.

El evangelio nos presenta una escena profundamente humana y al mismo tiempo, llena de misterio. José desposado con María, descubre que ella está embarazada sin haber convivido con él. En la tradición judía, los desposorios eran un compromiso definitivo: durante un año la pareja era considerada marido y mujer, aunque no vivieran untos. En este contexto, la noticia del embarazo de María debió ser para José un golpe doloroso y desconcertante.

José hombre justo y respetuoso con la ley y del prójimo, decide apartarse en silencio para no exponer a María a la condena. Pero el ángel en sueños le dice que no tema acoger a María. El ángel se aparece a José y no a María como en Lucas. Ahí está el centro del mensaje: el Mesías tiene origen divino, no humano. Dos veces repite por obra del Espíritu Santo. Lo que Dios ofrece no coincide con las expectativas humanas; sorprende, desconcierta y rompe esquemas. José esperaba al Mesías, pero nunca imaginó que vendría de este modo y en su propia familia.

El ángel revela que el niño se llamará Jesús, (Dios salva) y Enmanuel (Dios con nosotros). José obedece y acoge a María y al niño, entrando de lleno en el proyecto de Dios.

José no se limita a cumplir la ley escrita, se abre a la misericordia y al misterio. La verdadera justicia supera la rigidez y se convierte en respeto y confianza. José no lo entiende todo pero confía. Su fe se convierte en modelo para nosotros.

El nacimiento de Jesús no sucede en un palacio sino en una familia humilde. Dios actúa en lo pequeño, en lo inesperado, en lo que rompe nuestros esquemas. La Navidad será autentica si aprendemos a reconocer su presencia en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo que parece insignificante.

A veces la vida nos sorprende con situaciones que no entendemos y que parecen romper nuestros planes. Eso le ocurrió a José. Pero en su desconcierto eligió confiar. También nosotros, en estos días previos a la Navidad, estamos llamados a abrirnos a lo inesperado de Dios.

La Navidad no solo es un recuerdo del pasado, sino la certeza de que Dios sigue viniendo a nuestra historia. Como José, nuestra comunidad está llamada a acogerlo y a dejar que su presencia transforme nuestras dudas en esperanza.

El mensaje es claro; Dios con nosotros. No estamos solos. Dios camina con nosotros, especialmente en los momentos de mayor prueba. Aprendamos de José a escuchar la voz de Dios, a confiar en su palabra y a abrirnos al misterio que se revela en lo sencillo.

Que este adviento nos disponga a recibir al Señor con corazón humilde y confiado, para que su presencia transforme nuestra vida y nuestra iglesia.