sábado, 27 de diciembre de 2025


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ACCIÓN DE GRACIAS

Cuando acabaste la creación, dicen que dijiste firmemente a los cuatro puntos cardinales:

Que todo el mundo viva feliz, en paz, libremente y con dignidad, en la tierra que le vio nacer.

En el silencio de la noche, en un lugar humilde y pequeño, nace el Amor, la fe y la ternura.

Jesús, María, José, un trío singular, Modelo de familia, luz para el caminar.

No en palacios de oro, ni en pompa terrena, sino en la rutina, en el trabajo por el pan, en el don total.

El exilio a Egipto, la sombra del dolor, no quebró su lazo, sino que avivó su unión.

La familia es un puerto en la tormenta cruel, donde el perdón florece, dulce y fiel.

Donde el "gracias" se oye, y el "por favor" también, un espejo de Dios, nuestro origen y sostén.

En ella aprendemos la vida, la voz de la verdad, a escuchar en el silencio, con humildad.

A ser libres, a amar sin poseer, a dar, a ser escuela y templo, un lugar para soñar.

Que nuestras casas sean Nazaret de hoy, donde el egoísmo muera, y nazca el nosotros.

Que, en cada hogar y mesa, en cada prueba, en cada afán, resuene el eco eterno del Dios con nosotros.

Amén

 


 

2025 CICLO A

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

La fiesta de la Sagrada Familia no es solo una conmemoración histórica, sino un llamado urgente a valorar la familia. En un mundo donde la familia se está desmoronando, Dios nos ofrece a Jesús, María y José como modelo insuperable de vida en común. La familia es la comunidad de vida y amor, donde experimentamos lo que significa ser persona.

El Evangelio de hoy nos muestra una familia en movimiento, enfrentando amenazas y dificultades, pero unida en la fe y la obediencia a Dios. José, con su silencio elocuente y su pronta obediencia al ángel, nos enseña que la paternidad responsable se manifiesta en la protección y el sacrificio. María, que guarda todas estas cosas en su corazón (Lc 2,19), nos muestra la maternidad que medita y acoge la voluntad de Dios en medio de la incertidumbre.

San Pablo nos invita a vestirnos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia y estas actitudes solo florecen cuando cada uno pone el amor por encima de sus propios intereses.

Muchas familias hoy se sienten solas, desorientadas ante modelos culturales que debilitan los vínculos familiares. La Sagrada Familia nos ofrece esperanza: si incluso la familia de Jesús enfrentó persecución, exilio y dificultades económicas, ninguna familia cristiana está exenta de pruebas, pero ninguna está sola en ellas.

Hoy, más que nunca, el mundo necesita familias que sean testigos valientes del Evangelio, que eduquen a sus hijos en la fe y en los valores humanos, hogares donde se respire el amor de Dios, donde se perdone siempre, donde se sirva con alegría.

Jesús predicó las actitudes que debían tener los seres humanos. Jesús enseñó que todo ser humano debía relacionarse con los demás como exige su verdadero ser.

Es verdad que la familia está en crisis, pero las crisis no tienen por qué ser negativas. Todos los cambios profundos en la evolución de la humanidad vienen precedidos de una crisis. La familia no está en peligro, porque es algo completamente natural e instintivo. Tenemos que demostrar con hechos, que el evangelio es el mejor instrumento para conseguir una humanidad más humana.

La familia es el marco en que mejor se pueden desarrollar las más profundas relaciones humanas. En ninguna otra institución podemos encontrar mayor intimidad y mayor estabilidad, que son las mejores e indispensables condiciones para que una relación se profundice y sea humana.

Jesús fue un ser plenamente humano. Es Dios el que se hace hombre, no Jesús el que se hace Dios. Si descubrimos que Dios se hace humano, podremos experimentar que se está haciendo en cada uno de nosotros. Este es el verdadero mensaje del evangelio. Esta es la buena noticia que nos aportó Jesús.

Que María y José intercedan por todas las familias del mundo, para que, siguiendo su ejemplo, seamos testigos de que el amor es fuerte como la muerte y que en la unión familiar encontramos el camino hacia la santidad y la felicidad verdadera.