domingo, 1 de octubre de 2017



LA NECESIDAD DE  COHERENCIA ENTRE LA PALABRA Y LA ACCIÓN
Un hombre tenía dos hijos, Se le acercó al primero y le dijo “Hijo, ve a trabajar a la viña” Él le contestó: no voy, pero después se arrepintió y fue. Al segundo le dijo lo mismo, él le contestó: voy señor, pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad del padre?
ENTRA EN TU INTERIOR
La parábola del dueño de la viña y sus dos hijos, nos ubica en una situación demasiadas veces vista en nuestras vidas. Nos recuerda que a menudo olvidamos la palabra dada, y las promesas resultan vacías. Cuantas veces tras un no, hemos cambiado de forma espontanea a un si, y nos hemos comprometido. Pero también es verdad que en ciertas ocasiones las buenas intenciones iniciales se traducen en unas palabras y un compromiso que se lleva el viento.  El Padre envía a sus dos hijos a la viña, pero la respuesta de los dos resulta ambigua, aunque el primero fue al trabajo no actuó coherentemente.
Por el bautismo somos hijos de Dios, pero ¿cuántas veces tras escuchar las propuestas de Nuestro Padre actuamos como Hijos suyos? ¿Nuestro si, es un SI coherente con nuestro interior, o una máscara fácil de poner y quitar?
¿Nuestro compromiso, nuestra fe es solo de fin de semana, y el resto actuamos de espaldas al Padre?
María dijo SI al plan del Padre y se mantuvo firme, pidamos su intercesión para ser consecuentes con nuestro si, con nuestro compromiso al Padre.


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