domingo, 2 de febrero de 2020


LUZ QUE IRRADIA
Y Jesús fue llevado al templo para cumplir con la ley de Moisés. Cuando entraban, el anciano Simeón, lo reconoció, lo tomó en brazos bendijo a  Dios diciendo: ahora según tú promesa, puedes dejar a tu siervo  irse  en paz, porque mis ojos  han visto al Salvador… luz para alumbrar a las naciones…sus padres estaban admirados y Simeón los bendecía…
ENTRA EN TU INTERIOR
El texto del evangelista Lucas de este domingo tiene lugar en Jerusalén, en el templo, centro de la fe judía y nos  narra la Presentación de Jesús al Templo, llevado en brazos por María junto a José, así como el encuentro con dos ancianos Simeón y Ana que transcurren sus días de ancianidad a la sombra del templo de Jerusalén, animados por el Espíritu, dóciles a su acción y sensibles a los acontecimientos. Simeón va a recibir la más grata revelación al ver aquel matrimonio llevando al niño a la consagración, toma al pequeño entre sus brazos, bendice a Dios, sus ojos han visto al Salvador, ya puede irse en paz, ha visto cumplido el objeto de su fe y esperanza, ha visto un tiempo nuevo que empieza, ha visto la luz para alumbrar las naciones, Él es la luz de los pueblos, de todos los hombres y ninguno está excluido de la luz de su amor. Hoy celebramos la candelaria, porque Simeón vio en Jesús su luz, una gran luz.  Ana es una anciana viuda, que no se apartaba del templo, y no puede reprimir su alegría comunicando su gozo a todos, claro ejemplo de trasmisión de la buena noticia que es Jesús.  Ellos le esperaban sin desfallecer, miraron con el corazón y le reconocieron. Que el Espíritu nos vaya iluminando, nos regale la fe y nos indique donde poder reconocer el rostro del Señor en los hermanos.


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