sábado, 10 de febrero de 2024

2024  CICLO B TIEMPO ORDINARIO VI

El evangelio de este sexto domingo del Tiempo Ordinario nos muestra cómo Jesús acoge a un leproso. Jesús no descartaba a nadie. Se pensaba que los leprosos no tenían cura y tocarlos estaba expresamente prohibido. Los leprosos eran las personas más excluidas de la sociedad, evitadas por todos. No podían participar en ninguna cosa. Porque antiguamente, la falta de medicinas eficaces, el miedo al contagio y la necesidad de defender la vida de la comunidad, obligaba a las personas a aislarse y a excluir a los leprosos. En Israel, el leproso se sentía impuro y excluido no sólo de la sociedad, sino hasta de Dios (Lev 14,1-32).

El episodio de hoy un leproso se acerca a Jesús. Aparte de ser un excluido, impuro; quien se le acercaba también quedaba impuro. Este leproso tenía mucho valor. Hace caso omiso de las normas de la religión para poder estar cerca de Jesús: “¡Si quieres, puedes limpiarme!”.

El leproso, según el Levítico, debía andar harapiento y despeinado, e ir clamando para que todos se alejaran de él: Impuro, impuro. Impresiona el grito obligado y desgarrador que El judaísmo posterior siguió tratando con mucha dureza a estos enfermos, considerándolos cadáveres vivientes.

El leproso no pide «ser curado», sino «quedar limpio». Lo que busca es verse liberado de la impureza y del rechazo social. Jesús queda conmovido, extiende su mano, «toca» al leproso y le dice: «Quiero. Queda limpio». El grito del leproso desgarra el corazón de Jesús. Compadecido del hombre y enfurecido con la enfermedad, Jesús decide curarlo, pero, antes, realiza un gesto desconcertante: “lo tocó”. Jesús toca al leproso para liberarlo de miedos, prejuicios y tabúes. Lo limpia para decir a todos que Dios no excluye ni castiga a nadie con la marginación. Jesús corre el riesgo de contraer la impureza ritual tocando al leproso. Sin embargo, no es su impureza la que pasa a Jesús, sino la pureza de Jesús la que pasa al hombre. Así pues, Jesús no solo lo cura físicamente, también lo incluye socialmente y, a continuación, lo restaura religiosamente, mandándole que vaya a presentarse al sacerdote, como mandaba la ley.

Al final, la exclusión social del hombre pasa paradójicamente a Jesús. Aquel muerto en vida, excluido de toda relación, ya curado extiende por todos lados la buena nueva de Jesús; y el Maestro, en cambio, ya no puede entrar en ningún pueblo, como antes le sucedía al leproso. Jesús se está aventurando en el peligroso terreno de la impureza. La muerte comienza a asediarlo. Peo la gente seguía acudiendo a él estando fuera de las aldeas y ciudades. Notaban que él era distinto.

Tambien este domingo se celebra la campaña de Manos unidas en su lucha contra el hambre. Este año ponen el acento en el cuidado del planeta porque es el camino para luchar por la dignidad de las personas. Bajo el lema El Efecto Ser Humano, se quiere concienciar de que el maltrato al planeta tiene consecuencias mayores al otro lado del mundo, y destacar ese doble poder del ser humano para transformarlo: para bien y para mal. Somos la única especie capaz de cambiar el planeta.

Colaboremos en esta iniciativa con nuestra generosa aportación y tomemos conciencia de la importancia de cuidad la casa común.

 

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