miércoles, 28 de febrero de 2024


 

2024 MEDITACIÓN EUCARISTICA

LA AUTÉNTICA RIQUEZA

 

En esta tarde Señor sacramentado venimos a tus pies para escucharte y para aprender a vivir la vida con sencillez y humildad. Nuestra casa común es obra tuya y en la creación entera quedó plasmada no solamente tus manos sino tu corazón. Todo lo que nos rodea, nos conduce a ti, solo falta abrir los ojos del corazón y apreciar la palpitación que toda ella encierra

La auténtica riqueza: Hace ya un cierto tiempo mi madre me contaba una bella historia para hacerme ver qué desencaminado está el hombre de hoy cuando busca la auténtica riqueza.

La historia comenzaba cuando el padre de una familia adinerada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuán pobre era la gente que allí vivía, y así aprendiera a valorar mejor todo lo que su padre le ofrecía.

Pasaron todo el día y toda la noche en la granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, ya de regreso en casa, el padre le preguntó a su hijo:

- ¿Qué te pareció el viaje?

- Muy bonito, papa, respondió el niño.

- ¿Viste lo pobre que puede ser la gente?

- Sí, afirmó su hijo.

- ¿Y qué aprendiste?

- Vi que nosotros tenemos un perro en casa; ellos tienen cinco. Nosotros tenemos una piscina larga hasta a la mitad del jardín; ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio; ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el muro de la casa; el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia; tú y la mamá tenéis que trabajar todo el día y casi nunca os veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:

- ¡Gracias papá, por enseñarme cuán ricos podremos llegar a ser!

 

Señor Jesús, cuánta razón tenía ese joven; aunque pensándolo mejor nos damos cuenta de que también este joven se quedaba muy corto. La belleza de la naturaleza, el diálogo en familia, el gozo de un paisaje, son riquezas al alcance de nuestras manos y que no solemos valorar mucho; pero hay una riqueza mucho más grande, que muy pocos llegan a apreciar, y que es la fortuna de conocer a Dios, de ser su hijo, de tener su gracia. Es la dicha de poder hablar con Él y de escucharle. En una palabra, es el hecho de poder ser contado entre los “bienaventurados”.

La gente que nos rodea y el ambiente en el cual vivimos en este mundo, andamos tan preocupados de fabricarnos un paraíso en esta tierra, que ya no tenemos tiempo de gozarlo una vez que lo conseguimos. Pero peor es, tener a nuestro alcance el amor de Dios, no ser conscientes de esa gran riqueza; y peor todavía, no luchar por alcanzarlo.

Nos viene a la mente las palabras de San Pablo: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, … Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios”. (Col 3: 1-3)

“Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6: 20-21).

“El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel” (Mt 13:44).

Todas estas palabras Señor nos anima a agradecer y a caminar en este tiempo de cuaresma hacia una verdadera conversión.

 

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