domingo, 17 de mayo de 2015

ASCENSIÓN DEL SEÑOR



ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Se apareció Jesús a los doce y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. Después de hablarles, el Señor ascendió al cielo y se sentó a la derecha del Padre. La Ascensión de Cristo al cielo no es el fin de su presencia entre nosotros, sino el inicio de una nueva forma de estar en el mundo. Permanece en la Palabra y en el Pan partido y compartido, en el rostro de cada hombre, junto al que sufre y con aquel que lucha por la paz y la justicia. Su presencia acompaña la evangelización de sus discípulos y colabora haciendo que realicen signos de liberación.
Jesús promete las siguientes señales: expulsarán demonios, hablaran nuevas lenguas, agarrarán serpientes y  el veneno no les hará daño, impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos. ¿Pero como interpretar este relato en nuestro siglo XXI?
Expulsar demonios: es luchar en contra del poder del mal que mata la vida. Es vivir en la Buena Nueva de la presencia de Dios en nuestro día a día.
Hablar lenguas nuevas: es comenzar a comunicarse con los demás de forma nueva. Es decir hablar el lenguaje del amor.
Vencer el veneno: hay muchas cosas que envenenan nuestra convivencia. Quien vive la presencia de Dios vive por encima de todo mal que mata.
Curar a los enfermos: una conciencia más clara y más viva de la presencia de Dios, aparece en el cuidado especial que damos a las personas excluidas y marginadas, en los cuidados hacia los enfermos, porque  nuestra actitud favorece que la persona se sienta acogida y amada.
¿Como acontecen en mi vida estas señales de la presencia de Jesús?
Jesús, antes de subir al cielo, al despedirse, pidió a sus amigos asumir la misión.
¿ Y yo asumo su misión?

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