sábado, 19 de diciembre de 2015

20 diciembre 2015



Lc.1,39-45 CONFIAR – SERVIR
María se puso en camino para visitar a su prima Isabel. En cuanto la oyó, saltó la criatura en su vientre e Isabel llena de Espíritu Santo gritó: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que la visite la madre de mi Señor? Dichosa tú que has creído.
ENTRA EN TU INTERIOR
El evangelista Lucas narra el encuentro tierno entre dos mujeres que esperan gozosamente. Las promesas del Señor se cumplen en ellas. María dice Si al Señor, confía en Él, y tras el anuncio se pone en camino, su prima Isabel la necesita.
Isabel llena de Espíritu Santo pronuncia una bendición:” ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”. Desde entonces, millones de cristianos pronunciamos las mismas palabras de bendición en el “Ave María”. La oración de bendición es, sobre todo, alabanza y acción de gracias.
Bendecir (bene-dícere) significa hablar bien, ensalzar glorificar. Toda bendición va dirigida a Dios.
¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?... Podríamos también en nuestro interior preguntarnos ¿Quien “soy yo” para que el Señor se fije en mí, para que venga a visitarme? María en su espera fue solidaría y comprometida. En mí día a día, ¿apreció lo que está sucediendo? María fue servidora humilde y fiel. Dios me bendice cada día ¿Me pongo en camino delante de las necesidades?

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