sábado, 11 de noviembre de 2017

¿SE NOS APAGAN LAS LÁMPARAS?
Jesús les contó esta parábola: El Reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámpara y salieron al encuentro del esposo..Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite, en cambio las prudentes, se llevaron aceite con las lámparas. El esposo tardaba y se quedaron dormidas...
ENTRA EN TU INTERIOR

Si nos fijamos en el evangelio de esta semana aparecen las figuras:  del esposo, de las diez vírgenes que esperan, pero lo que más destaca es la luz, esa luz es más importante que las muchachas que son portadores, y para que den luz las lámparas deben de tener aceite, porque de él dependerá el poder acceder al gran banquete. Hoy en día podríamos decir que necesitaríamos tener cargadas  las baterías. ¿Cómo tenemos las reservas de “pilas” -  de aceite para nuestra lámpara?, ¿da luz, o ésta está mortecina?,  Nuestra lámpara solo dependerá de nuestra responsabilidad, de la luz de nuestro interior para iluminar nuestro entorno, y ello solo se puede conseguir con el servicio. Nuestra lámpara no podrá arder con aceite prestado por el sacerdote, catequista, etc.. Tampoco podemos dar sentido a la vida improvisando en un instante, o de oídas,  tan solo con la experiencia de Dios, descubierto, reconocido y amado puede considerarse encendido nuestro corazón, nuestro ser. Sería bueno que nos preguntáramos que tipo de aceite alimenta nuestra luz, si nuestras pilas son alcalinas... sería bueno que examinamos como alimentamos la intensidad de nuestra luz, de nuestras acciones, de nuestro servicio a los demás, de las ocasiones que despreciamos para recargarnos, difuminamos la luz, la disfrazamos en demasiadas ocasiones, ocultando el sentido profundo de disponer nuestro caminar despiertos, y atentos, avanzando con nuestras lámparas, aunque sean pequeñas y humildes, pero encendidas . Encendamos pues las lámparas de nuestro corazón, y así lleno de luz nos permitirá vivir la autentica alegría, a la vez que los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados con nuestra fraternidad, caridad y servicio, conociendo el gozo de la presencia del Novio esperado.

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