miércoles, 12 de julio de 2023


2023 AÑO A JULIO MEDITACIÓN EUCARISTICA. Deja que Dios sea Dios

Celebramos hoy la santísima Sangre de nuestro señor Jesucristo y delante de ti Jesús eucaristía queremos rendirnos ante la evidencia de tu amor. Tu diste tu vida por cada uno de nosotros y derramando tu sangre ofreciste al mundo la posibilidad de una vida mucho mejor.

Sin embargo, el mundo no entendió por su soberbia y porque está deslumbrado por los grandes logros de la ciencia y de la técnica. Nos cuesta reconocer también hoy que somos criaturas y que Dios es nuestro creador. Esta actitud soberbia del hombre hace que haya perdido el sentido de la religión, y sus relaciones con Dios ya no se realizan desde una actitud humilde, sino de igual a igual. Sí es verdad que el Señor nos dijo “ya no os llamo siervos, sino amigos”; pero de ahí a eliminar el respeto a lo sagrado y el sentido de que somos sus criaturas va mucho trecho.

Creeos que somos nosotros quien controla todo lo que nos ocurre, somos autónomos en las leyes, no dependemos de nadie y no tendremos que dar cuentas de nuestras acciones cuando la vida llegue a su fin.

Afortunadamente Dios es mucho más sabio, paciente y amoroso que nosotros, y a unos y a otros, a lo largo de nuestra vida, nos enseña en multitud de ocasiones quién es el que manda. Muchas personas no quieren darse cuenta de los avisos que Dios nos envía y prefieren seguir viviendo de espaldas a Dios; pero hay personas que, a través del sufrimiento y la aceptación de la cruz por parte de Jesús, descubren el gran e inmenso amor que Dios nos tiene.

Hace unos días, leí esta sencilla y hermosa historia:

Deja que Dios sea Dios: Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba a sus pies y la observaba mientras ella bordaba. Al observar lo que hacía, desde una posición más baja, siempre le decía que lo que estaba haciendo me parecía muy raro y complicado. Ella me sonreía, me miraba y gentilmente me decía:

- Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te lo dejaré ver como yo lo veo.

Yo no entendía por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué me parecían tan desordenados, pero unos minutos más tarde mi mamá me llamaba y me decía:

- Hijo, ven y siéntate en mi regazo.

Al hacerlo, yo me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo no se veía nada, todo era confuso. Entonces mi madre me decía:

- Lo ves, hijo mío, desde abajo todo lo veías confuso y desordenado y no te dabas cuenta de que arriba había un orden y un diseño. Cuando lo miras desde mi posición, sabes lo que estoy haciendo.

Lo que narra es algo que nos ha pasado a todos. Cuando vemos nuestra vida desde abajo nos es difícil aceptar que Dios esté haciendo una obra maestra. En cuántas ocasiones hemos tenido también nosotros una conversación como ésta:

- Padre, ¿qué estás haciendo? No entiendo nada.

- Querido hijo, estoy bordando tu vida.

- Pero se ve todo tan confuso y desordenado, los hilos parecen tan liados.

- Hijo, ocúpate de tu trabajo y no quieras hacer el mío. Un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás desde mi posición. Entonces entenderás.

Queridos hermanos cuando veamos el bordado de nuestra vida desde abajo, todo confuso y desmarañado, no nos desanimemos; mírale mejor a la cara y Él sabrá transmitirte confianza, pues sus ojos te dirán: “¡Déjame obrar, pues sé lo que estoy haciendo!”. Deja que Dios sea Dios.

Ayúdanos Señor Jesús a dejar hacer a Dios Padre en nuestra vida, que él siga bordando los trazos de ella y algún día comprenderemos y entenderemos tantas situaciones, tantas circunstancias que no entendíamos y no nos cabía en nuestra cabeza.

Si fuéramos realmente inteligentes –y también humildes-, nos daríamos cuenta de que los caminos de Dios, aunque a veces puedan parecer duros, empinados e incluso torcidos son los mejores. Amén


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