lunes, 8 de diciembre de 2025

2025 CICLO A

INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

 

El ángel Gabriel, se presenta delante de una joven, en un pueblecito sin historia de Galilea.

El cristianismo no comienza en el templo, sino en una casa.

La primera palabra del ángel es: alégrate, regocíjate, sé feliz. Ábrete a la alegría, como una puerta se abre al sol: Dios está aquí, te abraza, te promete felicidad.

Las palabras que siguen revelan el motivo de la alegría: estás llena de gracia. María no está llena de gracia porque haya respondido «sí» a Dios, sino porque Dios primero le dijo «sí» a ella, sin condiciones. Y dice «sí» a cada uno de nosotros, antes de cualquier respuesta nuestra. Que yo sea amado depende de Dios, no depende de mí. Ese nombre suyo, «Amada-para-siempre», es también nuestro nombre: buenos y menos buenos, todos amados para siempre.

El Señor está contigo. Cuando en la Biblia Dios le dice a alguien «yo estoy contigo», le está entregando un futuro hermoso pero arduo. Lo convoca a convertirse en socio de la historia más grande.

Darás a luz un niño, que será hijo de la tierra e hijo del cielo, hijo tuyo e hijo del Altísimo, y se sentará en el trono de David para siempre. La primera palabra de María no es el «sí» que habríamos esperado, sino la suspensión de una pregunta: ¿cómo sucederá esto?  Aquí se presenta una mujer madura e inteligente, quiere comprender por qué caminos se colmará se realizará. Hacer preguntas a Dios no es falta de fe, sino querer crecer en conciencia.

La respuesta del ángel se parece al libro del Éxodo, cuando una nube oscura y luminosa a la vez cubría la tienda del encuentro y la llenaba de la presencia de Dios.

Y le da la prueba más evidente su prima Isabel ya está en el sexto mes de su embarazo.

María es atrapada por ese torbellino de vida, se ve envuelta en él y responde con entusiasmo he aquí la sierva del Señor. En la Biblia, la sierva no es «la criada, la mujer de servicio». La sierva del rey es la reina, la segunda después del rey: tu proyecto será el mío, tu historia mi historia, Tú eres el Dios de la alianza, y yo tu aliada. Soy la sierva, y dice: soy la aliada del Señor.

Al igual que María, también nuestro «¡aquí estoy!» puede cambiar la historia.

Es esta solemnidad de la Inmaculada Concepción se nos invita a contemplar el misterio de que el acontecer de Dios se acoge no sólo tal y como viene, sino sobre todo como don.

 

 

 

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