ACCIÓN
DE GRACIAS
El Eterno Padre, te edificó pura de
arriba abajo en pensamiento, palabra, cuerpo y alma.
Inmaculada solo supiste ser ofrenda
permanente.
En Nazaret, con un “sí” lo dijiste y lo
hiciste todo.
En Caná, con un “haced” tu mano pudo más
que la intención de Aquel que el agua en vino transformó.
Siempre a nuestro lado y, siempre,
buscándonos.
En las cruces cuando nos pesan demasiado
y, en los atajos del mundo, cuando nos perdemos demasiado.
En las ideas, cuando a Dios dejamos de
lado y en las obras cuando pretendemos un mundo a nuestro antojo.
Así Dios te dispuso y así, Dios, te creó.
Para Él lo fuiste todo y, para Él, te
diste en todo.
Por Él tu cuerpo fue arcilla en sus
manos y, con Él, hiciste un Dios humanado a los pies del mundo.
¡Cómo no darte gracias, Virgen
Inmaculada!
Tu ser y tu hondura te delatan: sólo
sabes dar.
Tú bondad y tu obediencia, sencillez y
ternura, proclaman la grandeza que anida en Ti.
Inmaculada, llena de Dios, que es todo
corazón, y vaciándote de Dios para traérnoslo al mundo.
Llena del cielo, para esta tierra fría y
cálida en tus entrañas para darnos al Salvador.
Madre Inmaculada, en este Año Santo
Jubilar, vivamos el amor sin límites y la generosidad sin cuentas.
Que de tu mano, Virgen Inmaculada, sepamos
descubrir, acoger y pregonar a Aquel que, en tu morada virginal, se hizo carne
y, luego, se dejó adorar.
Amen.

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