2025 CICLO A
TIEMPO DE ADVIENTO IV
Estamos en ya en la última etapa del
Adviento, antes de la Navidad. La liturgia nos invita hoy a contemplar los
acontecimientos previos al nacimiento de Jesús desde la mirada de San José; el
hombre justo que supo acoger el misterio de Dios en su vida, el que en medio de
la incertidumbre escuchó y confió en la palabra del Señor.
El evangelio nos presenta una escena
profundamente humana y al mismo tiempo, llena de misterio. José desposado con
María, descubre que ella está embarazada sin haber convivido con él. En la
tradición judía, los desposorios eran un compromiso definitivo: durante un año
la pareja era considerada marido y mujer, aunque no vivieran untos. En este
contexto, la noticia del embarazo de María debió ser para José un golpe
doloroso y desconcertante.
José hombre justo y respetuoso con la
ley y del prójimo, decide apartarse en silencio para no exponer a María a la
condena. Pero el ángel en sueños le dice que no tema acoger a María. El ángel se
aparece a José y no a María como en Lucas. Ahí está el centro del mensaje: el Mesías
tiene origen divino, no humano. Dos veces repite por obra del Espíritu Santo.
Lo que Dios ofrece no coincide con las expectativas humanas; sorprende,
desconcierta y rompe esquemas. José esperaba al Mesías, pero nunca imaginó que vendría
de este modo y en su propia familia.
El ángel revela que el niño se llamará
Jesús, (Dios salva) y Enmanuel (Dios con nosotros). José obedece y acoge a
María y al niño, entrando de lleno en el proyecto de Dios.
José no se limita a cumplir la ley
escrita, se abre a la misericordia y al misterio. La verdadera justicia supera
la rigidez y se convierte en respeto y confianza. José no lo entiende todo pero
confía. Su fe se convierte en modelo para nosotros.
El nacimiento de Jesús no sucede en un
palacio sino en una familia humilde. Dios actúa en lo pequeño, en lo
inesperado, en lo que rompe nuestros esquemas. La Navidad será autentica si
aprendemos a reconocer su presencia en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo que
parece insignificante.
A veces la vida nos sorprende con situaciones
que no entendemos y que parecen romper nuestros planes. Eso le ocurrió a José.
Pero en su desconcierto eligió confiar. También nosotros, en estos días previos
a la Navidad, estamos llamados a abrirnos a lo inesperado de Dios.
La Navidad no solo es un recuerdo del
pasado, sino la certeza de que Dios sigue viniendo a nuestra historia. Como
José, nuestra comunidad está llamada a acogerlo y a dejar que su presencia
transforme nuestras dudas en esperanza.
El mensaje es claro; Dios con nosotros.
No estamos solos. Dios camina con nosotros, especialmente en los momentos de
mayor prueba. Aprendamos de José a escuchar la voz de Dios, a confiar en su
palabra y a abrirnos al misterio que se revela en lo sencillo.
Que este adviento nos disponga a recibir
al Señor con corazón humilde y confiado, para que su presencia transforme
nuestra vida y nuestra iglesia.

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