sábado, 28 de agosto de 2021

2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO XXII

 La mejor guía para crecer en la fe y ser buenos cristianos es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no puede ser solamente escuchada, hemos de dejarla que anide en nuestro corazón, en nuestro interior, para que nos de vida. Este es el núcleo de las lecturas de hoy: vivir de este modo es vivir con sabiduría e inteligencia, nos dirá la primera lectura.

Ser cristiano es cuestión de sabiduría, de la sabiduría que nace del corazón, de la experiencia, del silencio, de la escucha. Todo lo demás no interesa. En el evangelio encontramos una forma de engañarnos que estaba tan presente en tiempos de Jesús como hoy: hacer las obras, pero sin poner el corazón en ellas. Esto era lo que vivían los escribas y fariseos, y lo que muchas veces hacemos nosotros para no complicarnos la vida.

Esta vez la cuestión era “lavarse las manos antes de comer”. Cuántas veces la palabra humana sustituye a la Palabra de Dios. Cuántas veces la tradición o la costumbre ocultan el verdadero sentido de los gestos, acciones o palabras.

Jesús pretende desenmascarar el engaño y la manipulación: es más importante la pureza del corazón y de la conciencia, lo que nace del interior, que la mera observancia exterior. Jesús no pretende quitar importancia al cumplimiento de la Ley, pero recuerda que ésta está al servicio de la persona, de su libertad, de su crecimiento, de su amor.

Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos. Jesús vino al mundo real donde la vida llora y ríe, ¿y qué encuentra? Personas que relacionan la religión con normas, lavado de manos y platos, con prácticas externas.

En lugar de desanimarse, Jesús se convierte en un eco del antiguo grito de los profetas: la verdadera religión es iluminar el corazón con la verdadera imagen del Padre. Del corazón de los hombres salen las malas intenciones de ahí la necesidad de regresar al corazón. Hay que pasar de una religión de prácticas externas a una religión de interioridad, porque Dios está cerca: "Fuera de mí te buscaba y estabas dentro de mí "(San Agustín).

Volver al corazón: el término corazón aparece casi mil veces en la Biblia, no es solo el lugar de los sentimientos y la afectividad, sino que es el lugar donde nacen las acciones y los sueños, donde se elige la vida o la muerte, donde se es sincero y libre, donde la atracción de Dios se apodera, seduce y arde. Pero en el corazón del hombre está todo: raíces de veneno y frutos de luz; campos de buen grano y malas hierbas.

La acción decisiva está en evangelizar el corazón, en fecundar con el Evangelio nuestras durezas, intolerancias y oscuros deseos e ídolos enmascarados. Evangelizar significa entonces enviar un mensaje alegre al corazón, diciéndole que con Jesús: se puede vivir mejor, el secreto: un corazón libre y en movimiento, que crece hacia más amor, más conciencia, más libertad.

 

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