sábado, 19 de noviembre de 2022


 

2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO XXXIV

JESUSCRISTO REY DEL UNIVERSO

 Hoy cerramos el ciclo litúrgico con la celebración de Cristo Rey, celebración que sirve de bisagra entre el final del presente ciclo, al que pone el broche, y el nuevo. La clave de esta celebración es la compresión que tengamos de este título de Rey, pues marcará nuestra perspectiva y balance de lo vivido como cristianos a lo largo del año anterior y también marcará nuestras expectativas con respecto al futuro que se abre.

En el Calvario, tres condenados al mismo suplicio, Lucas coloca su última parábola sobre la misericordia. Que comienza en los labios de un hombre, en verdad de un delincuente, uno que, en su impotencia de hombre clavado en la muerte, exprime, de las espinas del dolor, la miel de la compasión por su compañero Cristo crucificado. Y trata de defenderlo en ese caos, y quisiera protegerlo de las burlas de los demás, con la última voz que tiene: ¿no ves que él también está en el mismo dolor que nosotros? Palabras como una revelación para nosotros: incluso en la vida más retorcida habita una migaja de bondad; ninguna vida, ningún hombre carece de una pizca de luz.

Una gran definición de Dios: Dios está dentro de nuestro sufrimiento, crucificado en todos los infinitos crucificados de la historia, navega en este río de lágrimas. Su vida y la nuestra, un solo río. Entra en la muerte porque cada uno de sus hijos entra en ella. Para estar con ellos y como ellos. El primer deber de quien ama es estar con los que ama.

No hizo nada malo; hermosa definición de Jesús, nítida, sencilla, perfecta: nada malo, a nadie, nunca. Sólo bueno, exclusivamente bueno. Se establece una comunión más fuerte que el tormento, un momento muy humano y sublime: Dios y el hombre se apoyan mutuamente. Y el ladrón que ofreció compasión ahora recibe compasión: acuérdate de mí cuando estés en tu reino. Jesús no sólo se acordará, sino que se lo llevará con él: hoy estarás conmigo en el paraíso. Como un pastor que lleva a la oveja perdida sobre sus hombros, para que sea más fácil, más ligero el regreso a casa. "Acuérdate de mí" reza el pecador, "estarás conmigo" responde el amor.

Las últimas palabras de Cristo en la cruz son tres palabras de un príncipe, tres edictos reales, de un verdadero rey del universo: hoy – conmigo - en el cielo. Jesús tiene la muerte encima, la muerte dentro, y piensa en la vida. Está derrotado y piensa en la victoria, en un hoy conmigo, un hoy de luz y comunión.

Es la recreación de un nuevo Génesis, pero “en plenitud”. Los Colosenses, dicen la reconciliación de Dios con su Creación, esto es, con todos los seres, los del cielo y los de la tierra “haciendo la paz por la sangre de su Cruz”. En esto consiste el mesianismo de Jesucristo: en su condición de Señor y Juez del Universo, de Rey que reina y juzga desde su cruz. Y su papel indiscutible de reconciliación y de comunión.

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