sábado, 12 de noviembre de 2022

2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO XXXIII

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

 

Si nos quedamos en el texto del Evangelio oímos solo catástrofes. Sin embargo, si escuchamos con atención, notamos un ritmo profundo: a cada imagen del fin se superpone un brote de la esperanza: Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os asustéis, no es el fin; Seréis encarcelados, traicionados, algunos serán asesinados, otros serán odiados, pero no se perderá ni un pelo de vuestra cabeza; Porque a toda descripción del dolor abre el horizonte la brecha de la esperanza: no temas, no es el final; ni siquiera un pelo; yo os daré palabras en vuestra defensa; con vuestra perseverancia salvareis vuestras almas.

Llegarán días en los que, de lo que se ve, no quedará piedra sobre piedra. No hay nada que sea eterno. Pero el hombre sí, es eterno. Las estrellas se extinguirán, no quedará piedra sobre piedra de nuestros magníficos edificios, pero el hombre permanecerá, y no se perderá ni un pelo; el hombre permanecerá, en su totalidad, porque Dios, como un padre, cuida cada detalle de sus hijos.

Estamos sumergidos en un mundo absolutamente desquiciado, guerras, catástrofes, sequias, inundaciones, enfrentados a crisis insospechadas, pero el evangelio nos recomienda ejercer la perseverancia, la paciencia: El término empleado por el evangelista significa entereza, aguante, perseverancia, capacidad de mantenerse firme ante las dificultades, paciencia activa. Muchos de nuestros conciudadanos viven en la intemperie y no encuentran cobijo en nada que les ofrezca sentido, seguridad y esperanza, se cae en el desaliento, la crispación o la depresión.

La paciencia de la que se habla en el evangelio no es una virtud propia de hombres fuertes y aguerridos. Es más bien la actitud serena de quien cree en un Dios paciente y fuerte que alienta y conduce la historia, a veces tan incomprensible para nosotros, con ternura y amor compasivo. La persona paciente lucha y combate día a día, precisamente porque vive animada por la esperanza.

Jornada mundial de los pobres donde nos preocupamos por esta realidad que abarca el mundo entero. ¡Cuántos pobres genera la insensatez de la guerra! Dondequiera que se mire, se constata cómo la violencia afecta a los indefensos y a los más débiles. La solidaridad, en efecto, es precisamente esto: compartir lo poco que tenemos con quienes no tienen nada, para que ninguno sufra. Mientras más crece el sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida, mayormente se desarrolla la solidaridad. No se trata de tener un comportamiento asistencialista; es necesario, en cambio, hacer un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario. Acercarnos como hermanos.

Este mundo así concebido lleno de pobres y necesitado cae, pero también se anuncia indicios de primavera. Este mundo lleva otro mundo en su seno. Cada día hay un mundo que muere, pero hay también un mundo que nace. Se nos pide que perseveremos en creer que el amor es más fuerte que la maldad, que la belleza es más humana que la violencia, que la justicia es más sana que el poder. Y que esta historia no terminará en el caos, sino en un abrazo. Que tiene el nombre de Dios.

 

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