martes, 30 de septiembre de 2025
domingo, 28 de septiembre de 2025
2025
CICLO C
TIEMPO
ORDINARIO XXVI
La parábola que hemos escuchado en el
Evangelio es una puesta en escena enérgica y dura, que ocurre entre un mal rico
y un pobre bueno. El mal no se encuentra en la riqueza misma, ni la bondad en
el hecho de ser pobre, sino en la forma y manera con que se usa la
riqueza o se vive la pobreza.
Es la historia de un rico, un mendigo y
un gran abismo excavado entre las personas. Nuestros comportamientos excavan
zanjas entre nosotros, el desinterés, la indiferencia. Solo podemos superarlo
cuando cuidamos lo humano frente a lo inhumano.
Primera parte:
Dos protagonistas que conviven, pero no se hablan, uno dentro de la casa llena
de lujos y el otro fuera con los perros lamiéndole las llagas. Uno vestido de
púrpura y lino y el otro cubierto de llagas. Uno de banquete todos los días y
el otro disputando algunas migajas a los perros.
Seguro que este no es el mundo soñado
por Dios para sus hijos. Un Dios que nunca se nombra en la
parábola, pero que está ahí: no habita en la luz, sino en la oscuridad del
pobre; no hay lugar para él dentro del palacio, porque Dios no está presente
donde el corazón está ausente. Quizás el rico sea devoto y rece, sin
embargo, es sordo al lamento del pobre. Lo pasa por alto cada día como se hace
con un charco. Ni se le ocurre detenerse, ni siquiera tocarlo: el pobre es
invisible para quien ha perdido los ojos del corazón. Cuántos invisibles
hay en nuestras ciudades, en nuestros pueblos. Atención a los invisibles, en
ellos se refugia lo eterno.
El rico no daña a Lázaro, no le lastima.
Hace algo peor: lo hace inexistente, lo reduce a un
desecho, a una nada. En su corazón lo ha matado. Que diferencia del
samaritano que iba de viaje y vio a un necesitado, se compadeció de él, bajó de
su caballo y se inclinó sobre aquel hombre medio muerto. Ver, conmoverse,
bajar, tocar, verbos muy humanos, para que nuestra tierra esté habitada no
por la ferocidad sino por la ternura. Quien no acoge al otro, en realidad
se aísla a sí mismo, es él la primera víctima del «gran abismo», de la
exclusión.
Segunda parte:
el pobre y el rico mueren, la parábola los sitúa en los polos opuestos,
como ya lo estaban en la tierra. Una súplica, envía a Lázaro con una gota de
agua en la punta del dedo, una sola gotita para cruzar el abismo. O bien una
sola palabra para sus cinco hermanos. Pero no, porque no son los milagros
los que cambian nuestra trayectoria, ni las apariciones o los signos, la
tierra ya está llena de milagros, llena de profetas: que los escuchen; tienen
el Evangelio, ¡que lo escuchen!
El hombre de la parábola vivía de la
riqueza y para la riqueza, siendo ésta el único móvil eficaz y suficiente
de su vida. El menosprecio del narrador por semejante personaje es
evidente por el hecho de no ponerle nombre. Al otro personaje de la parábola
sí que le atribuyeron nombre. Le llamaron Lázaro. Era pobre y enfermo de
lepra y malvivía de las limosnas que voluntariamente le daban. Al morir los ángeles lo llevaron al seno de
Abraham, al lugar de los justos, donde floreció, con más esplendor del que
nunca jamás había podido imaginar, la felicidad que tan esquiva se había
manifestado en la vida de aquí.
miércoles, 24 de septiembre de 2025
Meditación eucarística:
LA SEMILLA
Señor Jesús sacramentado en esta tarde queremos ofrecerte los mejor de cada uno de nosotros, la honestidad, una vida basada en la verdad y en la generosidad. Tantas veces nos cuesta, aunque sabemos que estas son las claves de la felicidad, pero nos vence el orgullo. Escuchemos
La Semilla : Un exitoso hombre de negocios se estaba haciendo viejo y sabía que era el momento de elegir un sucesor para hacerse cargo del negocio. En lugar de elegir a uno de sus gerentes o sus hijos, decidió hacer algo diferente. El llamó a todos los jóvenes ejecutivos de su compañía en conjunto.
Dijo: Es hora de que me retire y elegir al próximo Director. He decidido elegir a uno de ustedes. Los jóvenes ejecutivos se sorprendieron, pero continuó el jefe. Os voy a dar a cada uno una semilla, una semilla muy especial. Quiero que planten la semilla, le pongan agua y vuelvan aquí dentro de un año para ver cómo ha crecido de la semilla que os he dado. Juzgaré las plantas que saquen y el dueño de la planta que yo elija será el próximo Director.
Un hombre, llamado Jaime al igual que los demás, recibió una semilla. Fue a su casa y con entusiasmo le contó a su esposa la historia. Ella le ayudó a conseguir un bote, la tierra, el compost y plantó la semilla. Todos los días, añadía agua y miraba si había crecido algo en la planta. Después de unas tres semanas, algunos de los otros ejecutivos empezaron a hablar de sus semillas y de las plantas que empezaban a crecer.
Jaime miraba su llavor, pero nada crecía. Pasaron tres semanas, cuatro, cinco, aún nada. Los otros hablaban de sus plantas, pero Jaime no tenía una planta y se oía un fracaso.
Pasaron seis meses y aún no había nada en el bote de Jim. Sólo sabía que había dañado su semilla. Todo el mundo tenía árboles y plantas altas, pero él no tenía nada. Jaime no dijo nada a sus colegas, sin embargo, mantuvo regando y fertilizando la semilla.
Un año pasó y por último todos los jóvenes ejecutivos de la empresa trajeron sus plantas delante del director general para la inspección.
Jaime le dijo a su esposa que no iba a quitar un bote vacío. Pero ella le pidió que fuera honesto sobre lo sucedido. El se sintió mal, pensó que iba a ser el momento más embarazoso de su vida, pero sabía que su esposa estaba en lo cierto. Tomó su bote vacío y lo levanto en la sala de juntas.
Cuando Jim llegó, se sorprendió de la variedad de plantas cultivadas por los demás ejecutivos. Eran hermosas, de todas las formas y tamaños. Jaime puso el bote vacío en el suelo y muchos de sus colegas se rieron, algunos sentían pena por él.
Cuando el director llegó, examinó la habitación y saludó a sus jóvenes ejecutivos. Jaime sólo trató de amagarse en la parte trasera. "Vaya, qué grandes plantas, árboles y flores que han crecido," dijo el director. De repente, el director vio a Jaime en el fondo de la sala con su bote vacío. Ordenó al Gerente Financiero sacarlo al frente. Jaime estaba aterrorizado. Pensaba, 'El director sabe que soy un fracaso, Tal vez me va a despedir. Cuando Jaime llegó a la parte delantera, el director le preguntó qué le había pasado a la llavor y Jaime le contó la historia.
El director pidió que todos se sentarán, excepto Jaime. Lo miró y luego anunció a los jóvenes ejecutivos, Aquí a mi lado está el nuevo director.
Jaime no podía creerlo. ¿Cómo podía ser el nuevo director? Dijeron los otros.
A continuación, dijo el director: Hace un año, os dije a todos una semilla. Digo que tomarán la llavor, la plantarán, la regarán con agua y la trairán de regreso a mí hoy. Pero yo las dije a todos semillas muertas, y por tanto no era posible que crecieran.
Todos vosotros, a excepción de Jaime, me han traicionado árboles, plantas y flores. Cuando encontraron que la semilla no crecía, la sustituyeron por otra semilla. Jaime fue el único cono el coraje y la honestidad que trajo un bote conmigo semilla que le dije. Por tanto, él es el nuevo Director.
Señor Jesús ayúdanos a plantar honestidad para recoger confianza. A plantar bondad, para cosechar amigos. A plantar humildad para cosechar grandeza. A plantar perseverancia para cosechar felicidad. Si trabajamos duro, cosecharemos éxito. Si plantamos perdón, cosecharemos reconciliación. Amén
domingo, 21 de septiembre de 2025
sábado, 20 de septiembre de 2025
ACCIÓN DE GRACIAS
Señor en cada uno de nosotros conviven la luz y las tinieblas, y la experiencia nos dice que cuando nuestro ego se encuentra en juego, activemos medios, recursos, tácticas, argucias, estratagemas, y decisiones..., con tal de salir airosos y asegurar la supervivencia -la seguridad, los dineros, el status, lo mío-.
Pero, ¿qué ocurre cuando está en juego la luz que somos?
¿Qué hacemos con lo mejor de nosotros mismos?
¿Dónde está nuestra sagacidad para ganar amigos y vida?
¿Dónde nuestra sabiduría para que el reino atraiga, emocione, enamore y agarre?
Si pusiéramos tanta motivación, tantos medios, astucia y sabiduría para que nuestra verdadera identidad -la luz que somos y traigamos- se manifestara, nuestro mundo sería bien diferente y tu mensaje y buena noticia resplandecería en plazas y calles, vallas, sendas y autopistas, lugares de refriega y oasis.
¡Qué ironía la tuya al confrontarnos con nosotros mismos, y no con otros, y poner al descobierto que nos manejamos sabia y astutamente en los asuntos que conciernen a las tinieblas y no tanto en los que tienen que ver con la luz, la vida y la buena noticia!
" Los hijos de este mundo son más sagaces en sus proyectos y asuntos que los hijos de la luz en los suyos"
Amén
2025 CICLO C TIEMPO ORDINARIO XXV
La parábola del administrador infiel
sorprende e incluso desconcierta porque parece que Jesús alaba su conducta. La cuestión sin embargo no está en el contenido concreto de la historia sino en lo que Jesús espera de sus discípulos.
Las
parábolas presentan hechos cotidianos fácilmente reconocibles por los oyentes para invitarles a imaginar realidades diferentes. No se nos pide que analicemos pormenorizadamente los contenidos, los interpretemos y saquemos conclusiones, se nos pide que nos dejemos interpelar, que nos abramos a valorarla de una forma nueva.
El protagonista de la parábola
había usado los bienes que administraba en su propio beneficio. Al ser denunciado y despedido busca una salida que le permita tener apoyos cuando se haga pública su situación y así no terminar en la misería. Lo que el administrador buscaba era ganarse amigos entre los deudores del propietario para tener quien le ayudase al perder su puesto. Su estrategia fue rebajar lo que aquellas personas debían renunciando a la comisión que le correspondería
tras el cobro del deudo.
Llama la atención la rapidez y astucia de su maniobra para asegurarse el futuro , pero también sorprende la generosidad del propietario estafado que lo despide, pero no le exige volver el robado ni lo denuncia. Incluso, cuando conoce lo que ha hecho tras ser despedido lo felicita por su sagacidad por asegurarse un futuro.
Jesús nos comunica que cuando alguien decide seguirle tiene que compartir su vida con los demás y ayudar en la medida de su situación económica. Esta actitud, no debería ser algo puntual o fruto de un acto heroico sino un modo de vida . Para ello, es necesario mantenerse fiel cada día en lo cotidiano y en lo pequeño. Lo importante no es juzgar las conductas de los protagonistas del relato sino plantearnos el recto uso de los bienes, en el ámbito personal y comunitario, recordando las palabras No podéis servir a Dios y al Dinero .
Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al mismo tiempo esclavo de los dineros y del propio interés. Solo hay una manera de vivir como hijo de Dios, y es vivir como hermano de los demás. Lo que sólo vive al servicio de sus dineros e intereses no puede ocuparse de sus hermanos, y no puede, por tanto, ser hijo fiel de Dios.
La parábola tiene una invitación a desarrollar la agudeza para acertar en la vida, acerto que no consiste en tener dinero, sino en ganar amigos que nos reciban en las moradas eternas.
Vivir con acierto, con sabiduría, es identificarnos con aquello que val la pena, los verdaderamente importantes y nos hace felices.
Jesús no alaba el deleite
del administrador, sino su astucia y resolución, su imaginación y forma de calcularlo todo, su rapidez y eficacia. El administrador fraudulento no hizo nada a medias. Se arriesgó. Fue a por todas. Y por eso únicamente Jesús lo admira y lo pon como ejemplo . El mensaje de este domingo se resume en tres palabras: generosidad, inclusión y sagacidad .
miércoles, 17 de septiembre de 2025
2025
SEPTIEMBRE
Meditación
eucarística: El Gallo vanidoso y el silencio
Querido
Jesús sacramentado venimos en esta tarde para descansar contigo del ajetreo
diario y cotidiano que no nos deja centrarnos mucho en nuestra tarea y en
nuestra misión. Siempre queremos tener la razón y hablamos y hablamos sobre nosotros
mismos, pero cuantas veces hablar sin necesidad puede hacer más daño que bien. “El
que mucho habla, mucho yerra; el que refrena su lengua es sabio.” Prov. 10,
19. Cuantas veces debemos preguntarnos: ¿Esto que voy a decir edifica o
destruye? El silencio no es ausencia. Es presencia consciente. Es autocontrol.
Es sabiduría. Aprendamos de esta historia
El
Gallo Vanidoso y el Silencio: En una granja rodeada de campos
dorados, vivía un gallo llamado Rufus. Era un gallo grande, con plumas
brillantes de colores intensos: rojas, naranjas y doradas. Rufus era conocido
por su impresionante cresta y su canto fuerte, pero había algo más que lo hacía
destacar: su vanidad. Cada mañana, al salir el sol, Rufus cantaba con fuerza,
asegurándose de que todo el mundo lo escuchara. Estaba convencido de que su
canto era el más hermoso y que sin él, el día no podía comenzar.
Cada
vez que lo escuchaba, el resto de los animales en la granja no podía evitar
reírse a sus espaldas. Rufus se pavoneaba por el gallinero y siempre se veía a
sí mismo en el reflejo de las charcas y en los pequeños espejos de la granja,
admirando su espléndida apariencia. Se sentía superior a las demás gallinas y
animales, pues pensaba que él era la estrella del lugar. Nunca dejaba pasar la
oportunidad de alardear sobre lo increíble que era.
Un
día, el granjero decidió organizar un concurso en la granja: quién podía cantar
más fuerte y mejor al amanecer, ganaría una gran recompensa. Rufus, lleno de
confianza en su hermoso canto, se inscribió sin pensarlo. No podía esperar para
demostrarles a todos que nadie podía igualarlo.
La
mañana del concurso, los animales se reunieron en el campo, con el granjero
observando desde su ventana. Las gallinas, el perro, el burro, y hasta el gato,
todos se alinearon, esperando su turno para cantar. Cuando fue el momento de
Rufus, el gallo se subió al árbol más alto del gallinero. Se estiró el cuello,
respiró profundamente y con toda la fuerza de su pecho, lanzó un canto poderoso
que resonó por toda la granja.
Sin
embargo, a medida que los demás animales comenzaron a cantar, Rufus notó que
algo extraño sucedía. El perro comenzó a aullar con una pasión imparable, el
burro se unió con su característico rebuzno, y el gato maulló con tal
melancolía que parecía una melodía suave. Las gallinas también cantaron, pero
de una manera armoniosa y llena de vida. A pesar de la fuerza de su canto,
Rufus se dio cuenta de que no estaba tan solo en su habilidad de cantar.
El
granjero observó con atención y luego se acercó. "No se trata de la fuerza
del canto, Rufus", le dijo con una sonrisa tranquila, "sino de la
armonía que todos podemos crear juntos". Rufus, al escuchar estas
palabras, se sintió avergonzado. Su ego había sido tan grande que no había
notado lo importante que era la colaboración de todos.
Al
final del día, Rufus aprendió que no se trataba solo de él, sino de cómo podía
contribuir a la armonía de la granja. Ya no se mostró tan vanidoso ni tan
preocupado por ser el mejor, y comenzó a disfrutar de la compañía de los demás,
entendiendo que cada animal tenía algo especial que aportar.
Querido
Jesús cuantas veces la vanidad nos ciega, pero cuando aprendemos a valorar a
los demás, podemos crear algo mucho más hermoso que cuando solo nos centramos
en nosotros mismos.
La
historia del gallo es más que una simple fábula. Nos recuerda algo crucial: no
siempre tenemos que hablar, opinar, o demostrar lo que sabemos. A veces, el
silencio es más poderoso que mil palabras. ¿Por qué sentimos la necesidad de
hablar todo el tiempo? Creemos que nuestro valor está en lo que decimos.
Pensamos que, si no opinamos, si no corregimos a otros, si no mostramos lo que
sabemos, pasaremos desapercibidos. El silencio también habla. El silencio como
forma de fe. Desde una perspectiva cristiana, el silencio es una señal de
confianza en Dios. No siempre debes defenderte o responder. A veces, Dios pelea
tus batallas en silencio. Cuando sabes que responder solo generará más
conflicto. Cuando tu opinión no ha sido solicitada. Cuando necesitas tiempo
para procesar lo que sientes. Cuando estás frente a alguien que no busca
entender, solo discutir. Jesús durante su juicio, eligió callar. No porque no
pudiera defenderse, sino porque ya sabía quién era. No necesitaba convencer a
nadie. Silencio no es cobardía, es sabiduría emocional. Aprender a callar no es
callar siempre, sino saber cuándo hablar y cuándo no. Es tener control de ti
mismo, y eso es más valioso que querer controlar a otros.
sábado, 13 de septiembre de 2025
ACCIÓN DE GRACIAS
COGERÉ TU CRUZ, SEÑOR
Pues su madera, bien lo sé, Jesús es escalera que conduce a la Resurrección.
Cogeré tú cruz, Señor, pues su altura, es altura de miras para los que crean en otro mundo para los que esperan en Dios, para los que, cansándose o desangrándose, saben compartir y repartir en los demás.
¡Cogeré tú cruz, Señor!
Pues sobre clavos, pasan la carne, pero no matan la fe.
Es la fe, quien, en la cruz, le da otro brillo y hasta otro color: ni es tan cruel ni es definitiva.
Después de la cruz, venderá la vida.
¡Dame tú cruz, Señor!
Merece la pena arriesgarse por Ti.
Merece la pena sembrar en ti campo.
Merece la pena sufrir contratiempos.
Merece la pena adentrarse en tus caminos, sabiendo que, Tú, los recurra primero.
¡Cogeré tú cruz, Señor!
Enséñame dónde y cómo.
Indícame hacia dónde.
Háblame cuando, por su peso, caiga en el duro asfalto.
Quiero coger tú cruz, Señor, porque bien lo sé, hace tiempo que lo aprendió que ideales como los tuyos tienen y se pagan por un alto precio.
Quiero coger tú cruz, Señor, porque es preferible en el horizonte de los montes ver tú cruz que el vacío del hombre errante.
Amén
2025 CICLO C TIEMPO ORDINARIO XXIV
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo. Palabras para repetir sin cansarse, para grabar en la carne del corazón, cada vez que un duda vuelve a extender su velo de preguntas. Amar mucho es cosa de Dios , pero también nosotros necesitamos mucho amor para vivir bien. Cuando amamos se duplica la vida, aumenta la fuerza, somos más felices. Cada gesto de cuidado, de ternura, de amistad quita la fuerza de Dios, abre una ventana al infinito.
Cuando amamos a los hombres hacemos gestos divinos. Cuando amamos a Dios hacemos gestos muy humanos.
El evangelio de hoy nos dice que Tanto amó a Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca a nadie de los que crean en él, sino que tengan vida eterna . En el evangelio amar
no es una emoción o un hecho sentimental, sino que se traduce siempre con otro verbo sencillo, seco, sobrio, de manos: dar . Amar se dar generosamente, de un modo ilógico, simplemente dar.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Salvar quiere decir conservar, que nada se pierda: ningún gesto de amor, ninguna fatiga generosa, ninguna paciencia dolorosa. Todo esto circula a través del mundo como una fuerza de vida y Dios dará eternidad a todo lo más bello que quitamos en el corazón.
Al Padre no le interesa instruir procesos contra nosotros, ni siquiera para absolvernos y mostrarse misericordioso. La vida del creyente no está pensada a modo tribunal, sino de floración y abrazo.
La fe cristiana se funda en lo más bello del mundo: un acto de amor, doble, el de Dios que tanto ha amado y nos dio al Hijo y lo ocurrido justo fuera de los muros de Jerusalén, sobre el Calvario.
En ese cuerpo desgarrado, desfigurado por la tortura, en aquel cuerpo que es el eco visible del corazón, que es el reflejo de un amor loco y escandaloso, hermoso por morir, allí está la belleza que salva al mundo, el esplendor de un Cristo que todavía me seduce. Bella es la persona que ama, hermoso el amor hasta el extremo. La norma, la regla, de la belleza es siempre el amor.
Ésta es la exaltación de la cruz, punto de encuentro entre Dios y el mundo, cruz que levanta la tierra, baja el cielo, recoge los cuatro horizontes, es encrucijada de los corazones dispersos.
Somos herederos de un cristianismo que sueña con milagros y se queja ante Dios cuando no los cumple. Mira el verdadero milagro, fíjalo: es este Señor que está con los brazos extendidos. Éste es el milagro nuevo.
Jesús ha hecho milagros sobre el mar, sobre las piezas, sobre los ciegos y sobre los leprosos, pero el nuevo miraculo es este Dios que no hace un miraculo por sí mismo, sino que se queda con los brazos abiertos. Abiertas al Padre y al mundo.
miércoles, 10 de septiembre de 2025
2025 Adoración eucarística:
El águila y el escarabajo
Señor Jesús sacramentado en esta arde venimos a ti para sentirnos sosegados gracias a tu presencia y porque nos comunicas siempre tu fuerza y energía. En muchos momentos de la vida nos sentimos débiles y pequeños y nuestro corazón se enorgullece a pesar de nuestra pequeñez e insignificancia. Sin embargo, tú nos enseñas que, a través de la tenacidad, aunque seamos criaturas humildes, no poseemos la fuerza o el poder, somos muy amados por ti y por nuestro Padre Dios.
Lo pequeño e insignificante puede ser estupendo: porque todos, independientemente del tamaño o estatus, tenemos un rol que jugar y podemos causar un impacto, especialmente cuando se sienten impulsados por una causa justa. No hay nada tan pequeño como para no tener poder o influencia.
Escuchemos esta historia:
El águila y el escarabajo: una lección de humildad. En un campo soleado, una liebre huía desesperada de un águila hambrienta. Al verse acorralada, pidió ayuda a un escarabajo, quien, pese a su tamaño, intentó interceder. El águila, despreciando al pequeño insecto, devoró a la liebre sin piedad. Este acto desató una cadena de eventos que demostraría que nadie es tan insignificante como para no causar impacto.
Movido por la injusticia, el escarabajo comenzó a observar los nidos del águila. Cada vez que encontraba uno, rodaba los huevos hasta que caían al suelo, destruyéndolos. El águila, incapaz de proteger sobre crías, acudió a Zeus en busca de ayuda. Zeus le ofreció su regazo como refugio para los huevos. Sin embargo, el escarabajo, al enterarse, voló hasta el dios y dejó caer una bola de estiércol sobre él. Zeus, al intentar limpiarse, arrojó los huevos sin querer, destruyéndolos. Desde entonces, las águilas evitan anidar durante la temporada en que los escarabajos están activos.
Jesús que enseñó y que lección de humildad: El poder no siempre tiene la última palabra. El águila, por más fuerte y majestuosa que sea, subestima la capacidad de un ser pequeño y, en su arrogancia, destruye algo frágil, como la liebre. Sin embargo, en la venganza del escarabajo, el águila se enfrenta a su propio golpe, demostrando que incluso los más poderosos pueden ser derrotados por factores fuera de su control. La humildad, entonces, radica en reconocer que el poder y la fuerza no garantizan la invulnerabilidad.
Esta historia refleja, entonces, que la humildad no sólo está en reconocer nuestras propias limitaciones, sino también en comprender que, aunque el poder pueda dominar temporalmente, siempre existen fuerzas invisibles o subestimadas que pueden alterar el curso de las cosas.
Ayúdanos a Jesús a no menospreciar a quienes parecen pequeños o débiles. Incluso los más humildes pueden tener el poder de cambiar el curso de los eventos. La verdadera fuerza radica en la astucia, la perseverancia y el coraje.
Recordemos que, en ocasiones, las personas que menos esperamos pueden ofrecernos las lecciones más valiosas. Así como el escarabajo utilizó su ingenio para vengar a la liebre, nosotros también podemos encontrar formas creativas de enfrentar desafíos y adversidades.
Esto nos enseña a valora a todos por igual: No importa el estatus o apariencia; cada individuo tiene sus mujeres y sus talentos para ofrecer a los demás. Pero para respetar al otro debemos escuchar activamente: Presta atención a las ideas y opiniones de los demás. Siempre podremos aprender algo nuevo.
Señor haz que actuemos con integridad: Hagamos lo correcto, incluso cuando nadie esté mirando. La venganza del escarabajo, que incluso lega a desafiar a Zeus, también sugiere que las fuerzas de la naturaleza, representadas por seres como el escarabajo, no se dejan doblar fácilmente. A veces, la justicia o el equilibrio se restablecen de modos inesperados.
Aprendemos de la Virgen María, ella es modelo de humildad porque reconoce su condición de criatura ante Dios y se pon a sí misma al servicio del prójimo. Su humildad no es una debilidad, sino una fortaleza que la hizo "llena de gracia" y un instrumento para la salvación. La lección de su humildad enseña que el camino para ser exaltado es el servicio, la pequeñez y el "sí" a la voluntad de Dios, lo que le permite recibir grandes mujeres y ser elevada al Cielo.
sábado, 6 de septiembre de 2025
ACCIÓN DE GRACIAS
Podría seguir así, tirando más o menos
como hasta ahora, manteniendo el equilibrio prudentemente, justificando mis
opciones y decisiones, diciendo sí, aunque todo sea a medias.
Pero también puedo ser… discípulo.
Más que nunca quiero ser dueño de mis
hechos y vida, no renunciar a la libertad conseguida, entregarme a los míos con
cariño, y tener esa serena paz del deber bien cumplido.
Puedo cargar con mi cruz, quizá con la
tuya; también complicarme la vida y hablar de tu buena noticia y sembrar nuevas
utopías.
Anhelo hacer proyectos, proyectos vivos
y sólidos para un futuro más humano y solidario; deseo trabajar, ser eficaz,
dar en el clavo y acertar.
Soy capaz de pararme y deliberar, escuchar,
contrastar y discernir; a veces, me refugio en lo sensato, otras, lanzo las
campanas al vuelo.
Puedo entretenerme en cosas buenas, agradecer,
día a día, mi tarea, mi suerte, mis amigos, mis estudios, mi vida sana y
solvente.
Pero también puedo ser… discípulo.
No siempre acabo lo que emprendo; otras
arriesgo y no acierto, o me detengo haciendo juegos de equilibrio; me gusta
dejar las puertas abiertas, por si acaso, y la agenda con huecos…
Pero también puedo ser… discípulo.
Amén.
2025 CICLO C
TIEMPO ORDINARIO XXIII
El evangelio de san Lucas nos presenta
una invitación de Jesús a seguirlo, tomando nuestra cruz y renunciando a todos
nuestros bienes.
¿Qué significa seguir a Jesús, a qué
hemos de renunciar? Jesús nos pide unas
renuncias concretas: dejar padre y madre, dejar hijos, tomar la cruz y
renunciar a todos los bienes ¿Cómo entenderlo?
No es dejar abandonados a nuestros
familiares en sus necesidades o en su vejez, en triste soledad. Jesús en la
cruz, antes de morir no abandona a su madre, se la confía a Juan: “Ahí tienes a
tu madre”, le dice al discípulo. Jesús jamás abandonó a su madre.
Si alguien no me ama más que a su padre,
madre, esposa, hijos, hermanos, hermanas e incluso a su propia vida, no puede
seguirme. Siete objetos de amor son el mapa de nuestro tesoro, la ruta de
nuestra felicidad. Pero quién puede decir: ¿te amo Jesús, más que a mi hijo y a
mi madre?
- Pero notemos que el discurso de Jesús
gira en torno al verbo amar más. ¿Amas a tus seres queridos? Hazlo con
todo el cariño que puedas, pero no caigas en la idolatría de la familia, sino
abre tu corazón más allá de las paredes de tu casa. Quien está tan apegado a
las relaciones familiares que no es libre, se hace un grave daño, ante todo a
sí mismo.
Amarás a Dios «con todo tu corazón»
significa que no tendrás un corazón doble, sino sencillo, unificado, sin
engaños. Amarás a Dios con todo tu corazón, pero al mismo tiempo también a tu
prójimo. Los amarás sin reservas, porque los amores a medias son la negación
del amor.
- Luego Jesús sube el listón: Quien
no lleva su cruz... no puede... ¿Qué cruz? Dios no recibe gloria del
sufrimiento de nadie, incluso Jesús habría preferido prescindir de él. Dios no
está a favor del sufrimiento, sino del amor. Solo que amar cuesta, es pasión y
sufrimiento a la vez: «donde pongas tu corazón, allí encontrarás también tus
espinas».
- Si uno no renuncia a todo... Palabras
peligrosas, que al comprenderlas bien resultan hermosas: no te dejes
absorber por las cosas; aprende no a tener más, sino a amar bien. Un hombre
vale lo que vale su corazón, y no lo que vale su cuenta bancaria. Esto es
evangelio. Solo posees lo que has dado, eso nadie te lo quitará jamás. En
cambio, todo lo que hayas retenido acabará poseyéndote a ti: todo lo que no
sirve pesa (Madre Teresa de Calcuta).
Hemingway, en El viejo y el mar, cuenta
la historia de un viejo marinero que zarpa con un barco nuevo, pero llega una
tormenta y tiene que tirar todo al mar, pieza por pieza. Al final, solo le
queda una pequeña tabla rota que flota y a esa se agarra. Eso es la fe, ir flotando
en la tormenta, como podamos, como sepamos. Seguros de que hay una orilla, un
puerto para cada naufragio.
La cruz va llegando, no hay que
buscarla, lo que hemos de hacer es no renunciar a ella, asumirla con valentía y
generosidad. Dios no nos creó para sufrir, los dolores hemos de evitarlos, pero
hemos de asumir con valor todo aquello que suponga renuncia, que suponga
generosidad, que suponga ayudar a tanta necesidad que encontraremos a nuestro
lado.






















