sábado, 3 de octubre de 2020

2020 AÑO A 

TIEMPO ORDINARIO XXVII

 

La imagen de la viña para Jesús era muy interesante. La usó como un símbolo potente y dulce del Reino: yo soy la vid y vosotros los sarmientos; al Padre como el agricultor. Pero hoy el Evangelio habla de una cosecha de sangre. Una parábola dura, oscura, con malos personajes, casi feroz, y esto se debe a que la realidad en torno a Jesús se ha vuelto maligna. Esta parábola se dirige a los que preparan su muerte. Este horizonte de amargura y violencia se manifiesta en las palabras: ¡Este es el heredero, vamos, matémoslo y nos quedaremos con la herencia!

Había un propietario que plantó una viña. El propietario, el Padre, amó tanto al pueblo que le entregó todo lo que tenía, hasta su propio Hijo. Dio todos los pasos, no le quedó nada por hacer. Nunca se desentendió de su viña; aquel pueblo era su pueblo.

A su tiempo buscó frutos de justicia, de paz y de amor, pero no los encontró. Los que tanto amaba prescindieron de él, mataron a sus profetas, a su hijo también lo echaron fuera y lo mataron; en lugar de servir, se hicieron dueños, se olvidaron de la ternura. Lo que cuenta la parábola, ¿tiene algo que ver con nosotros? Estamos produciendo los frutos que Dios espera: justicia, solidaridad, compasión hacia los que sufren, amor.

¿Qué hará con quienes lo rechazan? La solución propuesta por los líderes del pueblo es trágica: volver a matar, sacar a los agricultores deshonestos, arreglar las cosas con un extra de violencia. Venganza, muerte, fuego del cielo. No hará nada que no tenga que ver con el amor, porque el Padre, revelado por Jesús, es incomparablemente bueno; solo sabe amar, solo quiere dar la vida por todos. No se descorazona, ni toma venganza. Confía sin límites. Aunque merecemos el castigo, Jesús, el heredero, nos da la salvación. Y la humanidad, sorprendida, recoge el fruto de su sangre.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Jesús es la piedra angular, llamada a la conversión, dador de esperanza. Pero los que desean construir con el espíritu del mundo desechan esta piedra. Para muchos, la fe en Jesús solo es un borroso recuerdo que no ocupa el corazón. Hasta presumen de haber hecho ausencia de su amor.

Nosotros si queremos acercamos a Jesús. Le abrimos la puerta para que él ocupe nuestro corazón.

Se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Dios no bendice un cristianismo estéril. El Reino se les quita a los violentos y se da a los que ofrecen paz; se lo quita a los cristianos tibios.

Encuentro en estas palabras un gran consuelo: siento que mis dudas, mis pecados, mi esterilidad no bloquean la historia de Dios; nada le detiene. Hay muchos que sirven a la humanidad antes que usarla. Los custodios de la fecundidad. La cosecha de mañana será más importante que la traición de ayer. 

 

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