domingo, 25 de octubre de 2020

2020 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXX

 

¿Cuál es el mandamiento principal? Muchos católicos responderían: «Ir a misa el domingo». Los que piensan así probablemente no irán a misa. A los que pensamos de otro modo nos gustará recordar lo que pensaba Jesús.

En los domingos anteriores, diversos grupos religiosos se han ido enfrentando a Jesús, y no han salido bien parados. Los fariseos envían ahora a un especialista, un doctor de la Ley, que le plantea la pregunta sobre el mandamiento principal. En la antigua sinagoga contaba 613 mandamientos (248 preceptos y 365 prohibiciones), que se dividían en fáciles y difíciles; Generalmente se pensaba que los importantes eran los difíciles. Ante este cúmulo de mandamientos, es lógico que surgiese el deseo de sintetizar, de saber qué era lo más importante.

Jesús responde con una cita expresa de la Escritura: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente» (Deuteronomio 6,5). Son parte de las palabras que cualquier judío piadoso recita todos los días, al levantarse y al ponerse el sol. Añade un segundo, tan importante como el primero: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19,18). Una vez más, su respuesta entronca en la más auténtica tradición profética.

Durante siglos, muchos israelitas, igual que muchos cristianos, pensaron que a Dios se llegaba a través de actos de culto, peregrinaciones, ofrendas para el templo, sacrificios costosos... Sin embargo, para llegar a Dios, hay que dar necesariamente el rodeo del prójimo, preocuparse por los pobres y oprimidos, buscar una sociedad justa. Dios y el prójimo no son magnitudes separables. Tampoco se puede decir que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo. Ambos preceptos, en la mentalidad de Jesús, están al mismo nivel, deben ir siempre unidos.

El gran mandamiento se resume en un verbo: amarás. Un verbo al futuro, para indicar una acción nunca completada, que durará tanto como el tiempo. Amar no es un deber, sino una necesidad de vivir. Y para vivir siempre. Jesús cree en el amor, confía en el amor, basa el mundo en él.

Amar con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Un llamamiento a la totalidad, inalcanzable para nosotros. Sólo Dios ama con todo su corazón, el que es el amor mismo. La criatura humana ama de vez en cuando, como si dudara, y con cien contradicciones. Amad a Dios con vuestros dos corazones, con el corazón que cree, y también con el corazón que duda. Ámalo en los días de luz, y como puedas, incluso en la hora de oscuridad dentro de ti. Saber que el amor también conoce el sufrimiento.

Es la civilización de amor. Amar al ser humano es similar a amar a Dios. Tu prójimo tiene un rostro y una voz, una necesidad de amar y ser amado, similar a la de Dios. Amalo como a ti mismo. Ámalo como un prodigio de la mano de Dios, vida de su vida. Prodigiosa contracción de toda la ley: lo que desees para ti, hazlo también para los demás.

Fuera de esto, construiremos y amaremos lo opuesto a la vida.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario