domingo, 18 de octubre de 2020


                             2020 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXIX

DOMUND

Se acercan a Jesús y le hacen una pregunta malvada (siempre van con malicia), para desencadenar odio y crear enemigos: ¿es lícito o no pagar impuestos en Roma? Son partidarios de Herodes y los fariseos, los puros que sueñan con una teocracia bajo la ley de Moisés. No se soportan, pero hoy se aliaron contra un enemigo común: el joven rabino cuyas ideas temen y cuya carrera de predicador quieren destruir. La trampa está bien diseñada: elige: ¡con nosotros o contra nosotros! ¿Pagar impuestos al imperio o no?

Jesús responde con un doble cambio de perspectiva. Sustituye el verbo pagar por el verbo devolver: devolver, devolver a César lo que es de César y a Dios, a la sociedad y a la familia, a los demás y a la casa común, algo a cambio de lo que se ha recibido.

El verdadero nombre de César hoy en día es la sociedad, el bien común: la tierra y los pobres, el aire y el agua, el clima y las criaturas. El problema más grave del planeta. Hemos recibido mucho, ahora no saqueemos, no envenenemos, no mutilemos a la madre tierra, ocuparnos de ella.

Jesús le quita al César su derecho divino. Devuelve a Dios lo que es de Dios: es decir el ser humano, somos hechos a su imagen y semejanza, formamos parte de él porque llevamos su aliento, su espíritu. Estas palabras vienen como un decreto de libertad: no pertenecemos a ningún poder, somos libres y no podemos dejarnos esclavizar. Sobre los poderes humanos de las instituciones se extiende esta orden: no poner las manos sobre el hombre. El hombre es el límite infranqueable: no os pertenece, no lo violentéis, no lo humilléis, no abuséis de él.

Jesús lo recuerda muchas veces. Los seres humanos son de Dios, pero sobre todo los pobres. Los pequeños son sus hijos predilectos. El reino de Dios les pertenece. Nadie ha de abusar de ellos.

Lo recordamos bien hoy que celebramos el Domund, la jornada mundial de oración por las misiones. El evangelio que se expande y se irradia ara ofrecer dignidad al ser humano, para ofrecerle protección y cuidado, para defender sus derechos delante de tantos Cesares que intenta explotar y aprovecharse de los más vulnerables e indefensos.

“Aquí estoy, envíame” es el lema de este año para el Domund, todos debemos sentirnos misioneros y enviados a anunciar la buena nueva a todos los hombres y mujeres de la tierra. Que puedan conocer al Dios de Jesús, que puedan sentir su presencia y su cercanía, pero sobretodo que se sientan amados.

Domund es decir a las gentes no solo de allí -las personas en los países de misión- sino también de aquí, que no estamos solos. Hay que revindicar que queremos vivir unos valores y compartirlos.

El dinero que se recoge en esta campaña es el rasgo más pequeño, lo más importante es que dentro de ti digas: hay gente por ahí fuera que lo está pasando mal y yo tengo que responder porque son mis hermanos. Es un dia para recordarnos, que todos los días del año, hay españoles por todo el mundo jugándose la vida... por entregarla.

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