miércoles, 7 de octubre de 2020


                       JUNTO A MARÍA,

 PRIMER SAGRARIO DE LA HUMANIDAD

 En este mes de octubre, el mes del Rosario queremos tener a María en el corazón. María, Reina del Santo Rosario, es también el primer sagrario conocido en la Iglesia.

Junto a Jesús sacramentado queremos reflexionar, pero sobre todo sentir la presencia del Señor y de su madre María y nuestra madre. María fue el primer sagrario de la humanidad, era la iglesia que peregrina con el Señor dentro de ella. Un sagrario moldeado por las manos de Dios en la pequeña aldea de Nazaret. Un sagrario delicado y hermoso cuya misión no era otra que custodiar a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Un sagrario impoluto, siempre limpio y puro, para proteger al Dios hecho hombre. ¿Quién mejor que la Virgen para aumentar en nuestros corazones el anhelo de vivir en comunión con Jesús?

¡María, sagrario del Dios vivo, aumenta en nosotros el fervor eucarístico! Es un gozo tener a María como Madre, pero Ella, que se adueña del corazón de cada uno de sus hijos, que durante nueve meses fue un sagrario viviente del Hombre Dios, es la que nos ayuda a vivir en continuo diálogo con Jesús y con el Padre, y amar y vivir intensamente la comunión. Ella es la que nos enseña a decir a Dios, desde la interioridad del corazón: ¡Hágase en mi según tu Palabra!

¡María, Madre, sagrario vivo que acoges a la humanidad entera para escuchar sus plegarias y llevarlas al Padre, prepara nuestro ánimo para llevar siempre en nuestro corazón a Jesús!

Que seamos presencia viva de Cristo en medio de nuestro mundo y de nuestra sociedad. Ayúdanos María, a ser sagrario donde habite tu hijo Jesús, un derroche de gracias, un lugar donde Jesús se sienta a gusto, un espacio en el que Cristo sienta que allí hay un corazón enamorado de Él.

María, nos enseña con aquellos nueve meses que llevó a Jesús en su seno, y que se iba formando con su sangre y carne. Ella es ejemplo de fortaleza para vencer las dificultades y los juicios ajenos, ella no cedió a la tentación del qué dirán y a las tribulaciones que traen consigo los problemas.

Que ella estreche nuestra unión personal con Jesús, que llene nuestras vidas con su presencia en nuestras vidas.

Cada vez que nos acercamos a Jesús sacramentado nos fortalece y nos empuja a vivir como auténticos hijos de Dios, hijos de la madre y hermanos todos de Jesús y entre nosotros.

Que María nos ayude a llevar siempre a Cristo en nuestros corazones, a no conformarnos con ser cristianos de mínimos, a no mostrarnos indiferentes a las necesidades del prójimo, a ser motores de alegría, de gozo, de servicio, de paz, de vida y, sobre todo, de amor. Ayúdanos, Madre Eucarística, a dejarnos cada día transformar por Jesús. María, primer sagrario de la humanidad, llévanos de camino hacia el cielo porque queremos encontrarnos con Jesús.

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