miércoles, 9 de febrero de 2022


 2022 FEBRERO ADORACIÓN EUCARÍSTICA: 

                    CICATRICES DE AMOR

 De nuevo nos encontramos cerca de ti Señor y queremos saborear tu presencia y sentirla muy dentro de nosotros. Contigo no tenemos miedo, nos sentimos arropados y empujados `para vivir la vida tal como es. Con momentos alegres y felices y con los momentos menos felices, todo lo contrario. Momentos de oscuridad y de sufrimiento, momentos de angustia y de dolor. Todo forma parte de la vida y no queremos huir de ella, n nos queremos esconder. Solo pedimos Jesús que tú nunca nos dejes de tu mano, a pesar de las sacudidas violentas de la vida no nos sueltes. Mantennos siempre muy cerca de ti, a pesar de los desgarros que pueda producirnos la coherencia, la sinceridad y el anuncio de tu Reino.

Sentir la vida con toda la crueldad con que ella se reviste y a pesar de todo confiar en ti y sentirnos orgullosos de tu cariño y de tu amor. Saber que siempre estarás con aquellos que más sufren y a pesar de todo sigue confiando en ti y en tu gracia. Tus planes no son nuestros planes, tus caminos no son nuestros caminos. Queremos creer y esperar en ti. En ti confiamos.

Esta es la impactante historia de unas cicatrices hechas por amor.

 

CICATRICES DE AMOR: En un día caluroso de verano en el sur de la Florida, un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa, salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadó feliz, no se daba cuenta de que un caimán se le acercaba.

Su mamá desde la casa miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía, enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.

Oyéndole, el niño se alarmó, y siguió nadando hacia su mamá lo más rápido que podía, pero fue demasiado tarde.

Desde el muelle, la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas, la mujer tiraba con fuerte determinación, con toda la fuerza de su corazón.

El caimán era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.

Un señor que escuchó los gritos, se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al caimán. El niño sobrevivió y aunque sus piernas sufrieron bastantes desgarros, logró volver a caminar.

Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas, el niño levantó la colcha y se las mostró, pero entonces, con gran orgullo, se remango las mangas, señalando hacia las cicatrices en sus brazos diciéndole:

"Pero las que usted debe ver... son estas".

Eran las marcas de las uñas de su mamá, quien habían presionado con mucha fuerza.

"Las tengo porque mi mamá no me soltó... y me salvo la vida".

 

Nosotros quizás también tengamos las cicatrices de un pasado doloroso, algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios, Quién nos ha sostenido con fuerza, para que no caigamos en las garras del mal.

Recordemos que, si nos ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios nos ha agarrado demasiado fuerte... para que no caigamos.

Nos da mucha serenidad saber que tu estarás con nosotros en todos los momentos de la vida, en los fáciles y en los difíciles, y que nos agarrarás de tal modo que nunca nos dejaras caer en las garras del mal, ni de la aflicción. Pero sobre todo nos consuela saber tu prontitud en acercarte a nosotros y que a pesar de todo nos manifestarás siempre tu misericordia con la ternura que te caracteriza. Somos afortunados tenerte como hermano y sobretodo que nos hayas dado a conocer que Dios es Padre y que siempre está pendiente de cada uno de nosotros.

Las cicatrices nos enorgullecen y las estimamos como producto del amor y de un bien mayor. Amén

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