miércoles, 18 de enero de 2023


 

2023 ENERO MEDITACIÓN EUCARISTICA ¿QUIÉN PREPARA TU PARACAÍDAS?

Jesús aquí estamos de nuevo para contemplarte en el Santísimo sacramento del altar, reunidos a tu alrededor como una verdadera familia. Nos sentimos dichosos d poder contar contigo, con tu amistad verdadera, con tu amor, con tu misericordia. Agradecemos de corazón tu asistencia y te pedimos que nunca nos sintamos lejos de ti.

Ayúdanos a valorar y apreciar tu presencia a través de tantas cosas que nos hablan de ti. En primer lugar, del sacramento, de tu palabra, de tantos gestos generosos que nos envuelven día tras día. Y hoy queremos agradecer las personas que a veces sin conocerlas, hacen de nuestros días más agradables y mucho más felices de lo que podríamos percibir. Escuchemos esta bonita historia.

¿QUIÉN PREPARA TU PARACAÍDAS?

Esta es la breve historia de un piloto de un bombardero norteamericano durante la guerra de Vietnam. Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil. El piloto se lanzó en paracaídas, fue capturado y llevado a una prisión vietnamita. Seis años después regresó a Estados Unidos y empezó a dar conferencias relatando su odisea y lo que aprendió en la prisión.

Un día estaba sentado en un restaurante en Kansas City y un hombre que estaba también sentado comiendo en el restaurante dos mesas más allá, se le quedó mirando fijamente: segundos después se levantó y se acercó a su mesa:

- ¡Tú eres Charles Plumb! ¡Eras piloto en Vietnam y te derribaron! ¿Verdad?

- ¿Cómo sabe eso? Le preguntó Plumb.

- Porque yo era el soldado que preparaba tu paracaídas en el portaaviones “El Halcón Kitty”. Dijo el hombre.

Plumb casi se ahogó de sorpresa y gratitud.

- Parece que le funcionó bien, ¿verdad?

- Claro que funcionó. Si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí. Plumb no pudo dormir esa noche, preguntándose: ¡Cuántas veces lo vi en el portaaviones y no le dije ni buenos días, porque yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero!

Pensó también en las horas que ese marinero pasaba en las entrañas del barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

En la vida de cada uno de nosotros hay muchas personas, con las cuales nos cruzamos a diario o no, que hacen nuestra vida posible y más placentera. Personas de las cuales dependemos de un modo u otro, y que incluso quizás ni conozcamos, pero sin las cuales no podríamos realmente vivir.

¿Nos hemos detenido alguna vez a pensar cuántas personas nos ayudan todos los días? ¿Cuántas personas que trabajan por la noche para que nosotros podamos tener pan recién hecho todos los días? Médicos, enfermeras, taxistas, electricistas, recogedores de basura y cientos más los tenemos siempre a nuestro servicio.

Todos formamos un entramado que llamamos sociedad. En ella vivimos. De ella recibimos muchas cosas, y a ella también nosotros aportamos nuestro granito de arena. A veces no somos conscientes de toda esa ayuda que normalmente recibimos y que sólo echamos de menos cuanto falta: una huelga de profesores o de médicos, una huelga de basureros.

Deberíamos, al menos, ser más agradecidos con aquéllos de los cuales recibimos ayuda directa todos los días. ¿Qué sería de una familia si no hubiera alguien que se sacrificara todos los días para poder traer la comida a casa?

Ahora, nuestro piloto de avión nos pregunta a todos: ¿Quién preparó hoy tu paracaídas? A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista las personas que nos “salvan” en el momento oportuno sin que se lo pidamos. Aprovecha esta semana para descubrir y agradecer a todas aquéllos que empaquetan tu paracaídas día a día. Y entre ellos, no olvides de modo muy especial a Jesús y madre, que también es la nuestra. De El recibimos de todo, la vida, la felicidad, el regalo de su presencia ¡cuántos regalos, desvelos, caricias, besos! Y de nuestra madre del cielo que se ocupa de nosotros con insistencia y con delicadeza. Amén

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