miércoles, 11 de enero de 2023


 

2023 ENERO MEDITACIÓN EUCARISTICA. 

LA CUOTA INICIAL

Aquí estamos Señor delante de ti Eucaristía para meditar sobre nuestra actitud ante la vida. Muchas veces no somos lo que deberíamos ser y no ejercemos la generosidad y la compasión que deberíamos tal como tu ejerces sobre cada uno de nosotros.

LA CUOTA INICIAL: Una señora soñó que llegaba al cielo y que, junto a las 120.000 personas que mueren cada día, hacía fila para saber cuál iba a ser su destino eterno. Al rato, llegó San Pedro y les dijo: Vengan todos conmigo que les voy a mostrar el lugar que le corresponde a cada uno, según la cuota inicial que pagaron en la tierra con su vida.

Llegaron primero a un lugar supe lujosísimo, donde todo había sido construido con oro. Paredes, techos, pisos, resplandecían con gran brillo.

- Aquí van a vivir los generosos, los que amaron de verdad, los que entregaron su vida al servicio de los demás: Los que partieron su pan con el hambriento, los que regalaron sus vestidos a los pobres, los que visitaron y consolaron a los enfermos y a los presos... La señora se puso muy contenta y se apresuró a entrar, pero un ángel la detuvo: Perdone usted, señora, pero este lugar no es para usted que en la tierra sólo supo dar migajas, ropas viejas que ya no usaba. Jamás dio usted algo que en verdad le costara. Le falta la cuota inicial para adquirir una de estas casas.

- De allí pasaron a otra urbanización de la eternidad, cuyas casas estaban hechas de marfil. Aquí también todo era belleza. Cuando la señora se disponía a entrar, otro ángel la tomó del brazo y le dijo muy respetuosamente: Lo siento, señora, pero estas viviendas están reservadas para los que siempre trataron a los demás con cariño, para los que sólo tuvieron palabras de aliento y de ánimo, y usted se la pasó chismorreando y hablando mal de los demás.

- Las casas de la siguiente urbanización eran todas de cristal y resplandecían llenas de luz. De nuevo la mujer dirigió sus pasos a una de esas maravillosas mansiones, pero el ángel portero la detuvo y le dijo muy serio: Usted no puede entrar aquí, señora. En su pasaporte dice que usted nunca se preocupó por enseñar a los demás, y esta urbanización está reservada para los auténticos maestros, todos aquellos que trataron de hacer de su vida una lección y un ejemplo digno de imitar. Aquí se cumple lo que anunció el profeta Daniel: “Quienes enseñen a otros a ser buenos, brillarán como estrellas por toda la eternidad’ y usted nunca se preocupó porque las personas que vivían junto a usted se hicieran mejores. Le falta la cuota inicial.

Y así fueron visitando otras bellas urbanizaciones donde no le permitieron entrar por faltarle la requerida cuota inicial. Ya al atardecer, llegaron a un barrio sucio y miserable, cuyas casas estaban todas construidas con basura. Las gaviotas volaban sobre esa hediondez y abundaban las cucarachas. La señora se puso un pañuelo en la nariz porque no soportaba la fetidez y ya iba a salir corriendo, cuando el guardián le dijo con voz cortante y seca:

- Una de esas casas será su vivienda por toda la eternidad. Puede usted tomar posesión de ella.

La mujer empezó a gritar y a decir que nunca podría vivir en una casa así, pero el guardián la detuvo en seco: Esto es lo único que pudimos construirle con la cuota inicial que usted envió desde la tierra. Cada día nos llegaba su envío de murmuraciones, chismes, ofensas, egoísmos, tacañería, envidias, odios... ¿Qué era posible construir con todo eso? Son los materiales que nos envió para fabricarle la vivienda.

La mujer empezó a llorar y a gritar y, al intentar zafarse de las manos de los guardianes que la estaban obligando a entrar en esa horrible vivienda, se despertó. Tenía la almohada empapada de sudor y de lágrimas, pero aquella pesadilla le sirvió de examen de conciencia y desde ese día empezó a pagar la cuota inicial para una buena morada en la eternidad: generosidad con los necesitados, pulcritud y firmeza en el trato, y esmero por lograr que otras personas fueran mejores.

¿Qué morada estamos construyendo para nosotros y para los demás con nuestro actuar? El mensaje de Jesús no deja lugar a duda alguna: Sólo es posible llegar a Dios a través del servicio al hermano necesitado: “Lo que hicisteis a cada uno de estos hermanos míos más pequeños, me lo hicisteis a mí”. En el momento definitivo, Dios nos juzgará por el amor vuelto servicio: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me cubriste con tu ropa, enfermo y me visitaste...” Fe sin compromiso es alienación, idolatría. Oración sin entrega es monólogo con uno mismo. Cosechamos lo que sembramos. Afortunadamente, los criterios de Dios no son los criterios de los hombres, y la justicia divina no es sobornable ni comprable. Amén

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