sábado, 16 de marzo de 2024


 

2024 CICLO B CUARESMA V

"Queremos ver a Jesús". Pregunta fuerte de griegos, de judíos, de la gente de hoy, del hombre de siempre.

Jesús mismo ofrece las palabras y las imágenes: grano de trigo, cruz, camino. Y como lienzo de fondo, la creación, nuestra tierra, con sus pobres hambrientos de justicia y sus hijos anhelantes de luz. "Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto". 

Mirad bien que el acento, el énfasis de la expresión no está en morir, sino en dar mucho fruto. El interés del evangelio es la fecundidad. La semilla germina cuando muere a su forma actual, pero renace en la forma de germen, y luego todo evoluciona hacia más vida: el capullo en flor, la flor en fruto, el fruto en pan.

En el ciclo de la vida espiritual la vida no se quita, sino que se transforma. Si eres generoso contigo mismo, si dedicas tiempo, corazón e inteligencia, como un atleta, un científico o un amante a tu propósito, entonces la vida no se detiene y no se pierde, sino que se multiplica.

Cada uno de nosotros es un grano de trigo llamado a fructificar. Trigo sembrado, lejos del clamor y del ruido, en la buena tierra de mi familia, trabajo, en la tierra de las lágrimas y esfuerzo. Llevamos dentro de una semilla de vida que contiene mucha más energía de la que aparenta, pero posee remos el fruto cuando se regala.

"Lo que la oruga llama el fin del mundo todo el mundo lo llama mariposa" (Lao Tze), porque ya no se arrastra, sino que vuela; muere a la vida de antes, para vivir en una forma superior.

En Cristo vemos la victoria no del más fuerte, sino el más da. Hasta el final, hasta el extremo, más allá del límite: la cruz.

Cuando sea elevado atraeré a todos hacia mí. De la cruz siento brotar una atracción universal, una gravedad celestial: ahí está la imagen más pura y más alta que Dios da de sí mismo. Lo que nos atrae de la cruz es la belleza del acto de amor. Hermoso es el que te ama, pero es más hermoso el que te ama hasta el extremo. El crucifijo cubierto de sangre y saliva no es bello, pero es la figura de una hermosa realidad: un amor hasta la muerte.

La fea realidad de ese cuerpo destrozado es el más bello reflejo de lo más bello de Dios, su locura de amor. Belleza suprema es lo que sucedió fuera de Jerusalén, en la colina, donde el Hijo del Dios infinito se dejó contener en lo infinitamente pequeño, ese pedacito de madera y tierra que bastó para morir. "A un Dios humilde nunca nos acostumbramos" (Papa Francisco).

El Dios de Jesús, un Dios vuelto del revés, trastoca nuestras imágenes ancestrales con un grano y una cruz, la semilla humilde y el abajamiento extremo.

Jesús es así, un grano de trigo que se consume para nutrir; una cruz que ya respira resurrección.

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