miércoles, 27 de agosto de 2025


 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

El lobo que volvió a la puerta

Señor Jesús aquí estamos de nuevo para acompañarte durante unos momentos y estamos convencidos que todo lo que hacemos por amor, algún día volverá a nosotros. Tú nos dijiste que hiciéramos siempre el bien sin mirar a quien. Lo importante son los gestos de bondad, de cariño y de generosidad que jamás se perderán en el olvido.  Escuchemos esta interesante historia.

El lobo que volvió a la puerta: En un pequeño pueblo de montaña, Claudia Ramírez vivía sola desde que enviudó. Su casa estaba rodeada de bosques espesos, y aunque la soledad a veces pesaba, encontraba paz en el silencio. Una noche de invierno, hace más de quince años, escuchó un ruido extraño fuera: un gemido, casi un llanto.

Al abrir la puerta, encontró un cachorro de lobo, empapado por la nieve, temblando y con una pata herida. Claudia dudó. Sabía lo que significaba un lobo tan cerca: miedo, precaución, peligro, pero al mirarlo a los ojos vio algo distinto. Lo levantó con cuidado y lo metió en la casa. Le curó la pata con vendas, lo secó junto a la chimenea y le dio restos de carne que tenía para su cena.

Durante semanas, el cachorro, al que llamó Kuma, se recuperó. Jugaba en el patio, dormía al pie de su cama y la seguía por la casa como una sombra silenciosa. Pero Claudia sabía que no podía quedarse con él para siempre. Kuma pertenecía al bosque. Una mañana, lo llevó hasta un claro y, con el corazón encogido, lo dejó ir. Él la miró por última vez antes de desaparecer entre los árboles.

Pasaron los años. Claudia envejecía, sus pasos eran más lentos y las noches más largas. Un invierno especialmente duro, la nieve cubrió la puerta de su casa y ella cayó enferma. Apenas podía levantarse para encender la chimenea o buscar leña. Una madrugada, un ruido fuerte la despertó. Pensó que era el viento… hasta que escuchó un aullido.

Se asomó a la ventana y lo vio: un enorme lobo gris, de pelaje espeso y mirada penetrante, estaba frente a su puerta. No parecía hostil. En sus fauces traía un conejo recién cazado, que dejó en el umbral.

Claudia, débil, abrió la puerta. El lobo la miró fijamente y, en un instante, lo reconoció: aquellos ojos eran los de Kuma. No entró en la casa, pero tampoco se marchó. Durante semanas, cada amanecer, aparecía con algo de comida: un ave, un trozo de carne, lo que pudiera cazar.

A veces se quedaba tumbado a pocos metros, vigilando.

Con el tiempo, Claudia recuperó fuerzas. Un día, salió hasta el claro donde lo había liberado tantos años atrás. Kuma estaba allí, como si la esperara. Se acercó despacio, ella extendió la mano y él, sin miedo, inclinó la cabeza para que lo tocara.

No se volvieron a ver después de ese día. Pero Claudia nunca olvidó lo que significaba: El bosque no olvida a quien le da una oportunidad. Y un acto de bondad, por pequeño que parezca, puede regresar a ti… incluso con patas y colmillos.

Señor Jesús a veces creemos que nuestras buenas acciones se pierden en el tiempo. Pero la vida, de alguna forma, siempre recuerda dónde sembraste amor. Y un día, sin aviso, florece lo que creías olvidado. Nuestras buenas acciones no caen en el olvido. Todo aquello que hicimos con el alma, desde el cariño o la bondad, tiene eco, y siempre deja huella.

Dios ve cada acto de bondad, cada semilla de amor sembrada en Su nombre. El amor que siembras nunca se pierde, simplemente florece cuando menos lo esperas. Y aunque no siempre veamos los frutos de inmediato, Su Palabra nos asegura que a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

Nada de lo que hagas por amor a Cristo es en vano. Dios nunca olvida donde sembraste con fe. A veces sentimos que nuestras buenas acciones no producen fruto. Que amar, perdonar, dar o ayudar no hace diferencia en un mundo que parece indiferente. Pero nosotros no sembramos para ser vistos por el hombre, sino para agradar a Dios.  Y Dios, nuestro Padre justo y fiel, ve cada obra, cada lágrima, cada acto oculto hecho por amor.

La misma vida tiene memoria para el amor, para el bien, para los gestos sinceros. Y, aunque no siempre lo veas de inmediato, un día vuelve a ti en forma de consuelo, de bendición, de sonrisa inesperada. No nos cansemos, pues, de hacer el bien. Sembremos con fe. Aunque no veamos aún el fruto, Dios lo está preparando. Porque cuando siembras amor en Cristo, la cosecha es eterna. Amén

sábado, 23 de agosto de 2025


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Señor, todos queremos ser felices, plenamente felices.

Tú has puesto en nuestro corazón el deseo de una felicidad infinita.

Pero no siempre acertamos a entrar por la puerta que conduce a esa felicidad, a esa salvación.

Y, a veces, llegamos a pensar que no existe esa puerta, que nunca podremos disfrutar una felicidad a la medida de nuestro corazón.

Pero tú, Jesús, nos dices que existe una puerta que nos hace entrar en la familia del Padre, en el calor de su casa.

Tú, Jesús, eres la puerta, el paso hacia la salvación, hacia la felicidad que colmará todos nuestros deseos.

Eres la puerta que nunca está cerrada, que está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.

Tú eres una puerta abierta, también y de forma especial a los que nos sentimos pecadores.

Tú nos esperas para abrazarnos, para perdonarnos, para curarnos, para transformar y renovar nuestra vida, para llenarla de alegría plena y duradera.

Señor, tu puerta, la puerta de la felicidad es estrecha, está abierta a todos, pero no está abierta a todo.

No caben todos nuestros caprichos, no cabe el orgullo, el egoísmo, la mentira, la injusticia que hace sufrir a tanta gente...

Ayúdanos a saber renunciar a todo lo que nos aleja de tu perdón, de tu alegría, de tu misericordia y así, tú puedas llenar nuestro corazón con el amor más grande y la felicidad que no menguará jamás.

Amén.

 


 

2025 CICLO C 

TIEMPO ORDINARIO XXI

En el texto evangélico de este domingo, vemos cómo Jesús se encamina hacia Jerusalén. Tiene clara la meta de su viaje. Allí consumará su entrega y su servicio de amor. Así nos salva porque ese amor libera, salva y redime.

Jesús va pasando por varias ciudades donde predica la buena nueva. Uno le interpela con una pregunta: ¿son pocos los que se salvan? Jesús responde no con números sino indicando cuál es el camino que lleva a la salvación, al que se accede por una puerta estrecha. La puerta estrecha es Él. Es el proyecto de Dios en Cristo para la humanidad, un proyecto de amor, servicio y entrega. Eso es lo que significa la estrechez.

La puerta-Cristo es estrecha porque él se dona, se da, se desvive con misericordia; no se mira a sí mismo, sino que constantemente se abre y se entrega. Este camino de descentramiento de uno mismo y de afianzamiento en el amor y la misericordia conduce a la Vida. Este camino de amor es el Reino de Dios, el proyecto de Dios.

El Cristo que sube a Jerusalén es el icono más claro de kénosis, vaciamiento, desprendimiento, entrega, servicio supremo, estrechez máxima para sí mismo en favor de los demás. Este proyecto se ofrece a todos sin prerrogativa ninguna de raza y mérito por eso alguno demasiado de sí mismos puede llevarse una sorpresa: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

En resumen, la salvación no está, pues, en cuántos sino en la decisión valiente de cruzar la Puerta. ¿Pero qué significa la salvación?

- La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.

- Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos gozar en plenitud cuando termine nuestro peregrinar y lleguemos a nuestra verdadera patria.

- Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.

- Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la vida.

- No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por toda la eternidad

¿Cuántas veces hemos oído aquello de lo importante es no hacer mal a nadie? Es esencial trabajar en pro de la justicia, del bienestar, y del progreso de los pueblos. Pero, para eso, no hace falta ser cristiano, con ser un buen ciudadano bastaría. La novedad de un cristiano estriba en que una vez descubierto a Jesús como el mejor tesoro, es urgido y empujado a sembrar el bien arrastrado e interpelado por la presencia de Dios en su vida.

miércoles, 20 de agosto de 2025


 

Meditación eucarística:

Maestro para siempre

 

Querido Jesús sacramentado en esta tarde venimos para contemplarte como el Maestro eterno que enseñas desde la vida, desde el altar, desde la cruz, desde la Eucaristía.

Enséñanos Maestro, desde el silencio de tu Presencia real, abre nuestros oídos para escuchar, nuestra mente para comprender y nuestro corazón para recibir.

En la historia, muchos maestros han guiado con palabras, con libros, con ideas. Pero tú, Jesús, enseñas con tu vida… y sobre todo, con tu entrega.

Tu Cátedra no fue de mármol, fue la cruz. Tu aula no tuvo paredes, tuvo caminos, corazones, miradas. Tus palabras no fueron solo teoría… fueron carne, fueron pan. Y aún hoy, sigues enseñando… no con discursos, sino con el gesto supremo del amor: la Eucaristía.

En un mundo de maestros temporales, ideologías pasajeras, palabras que se olvidan…Tú eres el Maestro para siempre. El que no se va. El que espera. El que se queda. El que no se cansa de enseñar, aun cuando no lo escuchamos. Escuchemos esta historia

 

Maestro para siempre: Sergio había sido maestro por más de 20 años. Amaba enseñar. Pero cuando la escuela donde trabajaba cerró por recortes, y su nombre no apareció en ninguna nueva lista de contrataciones, algo dentro de él se apagó.

- Ya nadie necesita lo que sé, se decía mientras servía café en silencio.

Sus días se volvieron grises, repetitivos. El teléfono ya no sonaba. Y las pizarras y los cuadernos quedaron guardados en un rincón del armario, como si fueran parte de otra vida. Un día, mientras caminaba sin rumbo por el parque, vio a un niño llorando junto a una mujer. Se había caído de la bicicleta y no quería volver a subir. Sergio se agachó con cuidado, sin invadir, y le habló con esa voz pausada que alguna vez llenó salones:

- ¿Sabes qué hacen los valientes? Se sacuden el polvo y vuelven a intentarlo.

El niño lo miró, dudó… pero finalmente volvió a subir. Dio una vuelta entera. Sonrió. La madre, conmovida, agradeció con los ojos llenos.

- Debería haber más personas como usted, le dijo.

Aquella frase, sencilla y sincera, se le quedó clavada en el pecho. Esa misma tarde, Sergio desempolvó un viejo cuaderno. En la primera hoja escribió: “Ideas para enseñar, aunque ya no tenga un aula”.

Días después, comenzó a subir videos con consejos de estudio, palabras de ánimo, lecciones de vida. Sin buscarlo, se volvió viral. Sus antiguos alumnos lo compartían, y nuevos rostros lo descubrían.

Una mañana, al leer un mensaje que decía: “Usted me devolvió las ganas de seguir”, Sergio sonrió como no lo hacía hace años.

Porque entendió que tal vez no había perdido su lugar… solo estaba aprendiendo a dar desde otro.

 

Señor Jesús a veces la vida nos saca del camino que conocíamos, no para castigarnos, sino para mostrarnos que hay otros senderos donde también podemos florecer. Lo que sabemos, lo que somos, lo que damos… nunca es en vano. Solo necesitamos encontrar el lugar correcto para llegar.

Tú eres el que más nos enseñas desde tu vida y tus acciones, desde tus palabras de vida o desde tus sacramentos.

Cada vez que nos acercamos al altar, tú nos das la clase más perfecta: la lección del amor que se parte, que se reparte, que se dona. No hablas con voz fuerte, pero nos gritas con tu silencio eucarístico: Así se ama. Así se vive. Así se entrega el que ama de verdad. Frente al pan consagrado, aprendemos que el amor no se guarda, se entrega. Que el amor no se presume, se vive. Que el amor no muere, se multiplica.

Tú lo prometiste: Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mt 28,20) Y cumples esa promesa de forma concreta y viva en la Eucaristía. Amén.

sábado, 16 de agosto de 2025


 

JORNADA VOCACIONAL

Frailes Siervos de María

792 Años de presencia de la Orden de los Siervos de María 

(1233-2025)

Llevando esperanza en un mundo que cambia.

Denia, 15-17 de agosto 2025

ORACIÓN

Dios misericordioso y fiel, que, en la encarnación de tu Hijo, has querido que la Virgen Madre colaborase a tu designio de salvación, por su intercesión, suscita en la Familia de los Siervos y Siervas de María nuevos hermanos y hermanas apasionados del Evangelio, atentos a los signos de los tiempos y prestos a cumplir tu voluntad.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amen


 

ACCIÓN DE GRACIAS

¡He venido a prender fuego, y cuánto deseo que arda en os, mis amigos, y en el mundo entero!

Fuego para purificar las conciencias, calentar las entrañas frías, cauterizar las heridas, cremar las cargas impuestas, iluminar las zonas oscuras.

Señor, son tantas las ofertas y tantos los guiños e insinuaciones, que el corazón se desemboca y la mente se ofusca con propuestas tan llamativas y gustosas.

Y entonces, Señor, no presto atención a tus melodías, evito tu roce y caricias, y me pierdo, aunque sea de día, porque me obsesionan los cantos de sirena.

Pero sólo anhelo que Tú me llamas, pronunciando mi número, como otras veces, para despertarme y pacificarme, y poder compartir heridas, deseos y tareas a la orilla del camino de la vida.

Y entonces, Señor, sé que Tú vas buscando y delante abriendo caminos y horizontes, silbando alegres canciones y dándonos a todos vida abundante.

A veces, Señor, a veces reconozco tu presencia y tu voz, y entonces, Señor, entonces te sigo y salgo al mundo con ilusión.

Amén.

 

2025 CICLO C

TIEMPO ORDINARIO XX

Jesús nos dice que ha venido a encender fuego y cuanto le gustaría que hubiera ya prendido. Este fuego al que se refiere es el fuego del amor. En esta palabra cabe lo mejor y lo peor, lo más sublime y lo más mezquino. Sin embargo, el amor está siempre en la fuente de toda vida sana, despertando y haciendo crecer lo mejor que hay en nosotros.

Cuando falta el amor, falta el fuego que mueve la vida. Sin amor, la vida se apaga, vegeta y termina extinguiéndose. Lo que no ama se cierra y se aísla cada vez más. Gira alocadamente sobre sus problemas y ocupaciones, queda aprisionado en las múltiples trampas de la sociedad.

El amor está en el centro del Evangelio, no como una ley que debe cumplir disciplinadamente, sino como el fuego que Jesús desea ver ardiendo sobre la Tierra, más allá de la pasividad, la mediocridad o la rutina del buen orden. Dios está cerca de nosotros buscando hacer germinar, crecer y fructificar el amor y la justicia del Padre. Esta presencia de un Dios que no habla de venganza, sino de amor apasionado y de justicia fraterna, es lo esencial del Evangelio.

Ese amor de Dios es como un fuego encendido que debe hacer arder en el mundo entero. Jesús sueña con una familia humana habitada por el amor y la sed de justicia. Una sociedad que busca apasionadamente una vida más digna y feliz para todos.

Nuestro gran pecado será siempre dejar que el fuego se apague: sustituir el ardor del amor por la doctrina religiosa, el orden, el cuidado del culto; reducir el cristianismo a una de ideología; dejar que se pierda su poder transformador. Sin embargo, Jesús no se preocupó primordialmente de organizar una nueva religión ni de inventar una nueva liturgia, sino que enlenteció un nuevo ser , el alumbramiento de un hombre nuevo movido radicalmente por el fuego del amor y la justicia. Jesús es humilde pero también es apasionado. Dios no es un Cristo acaramelado, dulzón, que no va a denunciar lo que nos causa incomodidad.

Nos podemos preguntar, a la luz del evangelio: ¿Qué pasaría si evitáramos decir la verdad, sólo para quedar bien con los demás?... Hay que transmitir el ejemplo completo de Cristo y eso incluye denunciar, corregir lo que está mal. No podemos callarnos una verdad, aunque eso incomode muchas veces al destinatario.

Tenemos que ser cristianos completos, no sólo con la versión tranquila de Jesús, sino también con esa versión que implica denunciar el pecado, denunciar los atropellos. En este evangelio Lucas nos dice que “ha venido a encender fuego en el mundo, y ¡ojalá estuviera ya ardiendo!”. Jesús es ese fuego que viene a ponernos a prueba, que viene a purificarnos para sacar lo mejor de nosotros. Pero, ante su palabra, cada uno de nosotros reacciona de modo distinto dependiendo de lo que estemos dispuestos a dejar obrar a Jesús en nuestra vida. Si le permitimos actuar en nuestra vida, El sacará lo mejor de nosotros. Permitimos a Jesús que con su fuego nos purifique, que con su fuego nos transforme, que con su fuego haya de nosotros criaturas nuevas. 

 

jueves, 14 de agosto de 2025


 

Yo te saludo, María, porque el Señor está contigo; en tu casa, en tu calle, en tu pueblo, en tu abrazo, en tu seno.

Yo te saludo, María, porque te turbaste más enseguida recobraste paz y ánimo y creíste a un enviado cualquiera.

Porque preguntaste lo que no entendías y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego, sino que tuviste diálogo y palabra propia.

Yo te saludo, María, porque concebiste y diste a luz un hijo, Jesús, la vida; y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar y cuidar si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Porque te dejaste guiar por el Espíritu y permaneciste a su sombra, tanto en tormenta como en bonanza, dejando a Dios ser Dios y no renunciando a ser tú misma.

Yo te saludo, María, porque abriste nuevos horizontes a nuestras vidas; fuiste a cuidar a tu prima, compartiste la buena noticia, y no te hiciste antojadiza.

Por ser alegre y agradecida y reconocer que Dios nos mima, aunque nuestra historia sea pequeña y nos olvidemos de sus promesas.

Yo te saludo, María.

¡Hermana peregrina de los pobres de Yahvé, camina con nosotros, llévanos junto a los otros y mantén nuestra fe!

          Amén

2025 CICLO C

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 

La fiesta de la Asunción de la Virgen María a los cielos en cuerpo y alma, nos llena de alegría y esperanza, ya que anticipa la resurrección y la vida eterna para todos los creyentes. 

María es ejemplo de humildad y de obediencia a la voluntad de Dios, cualidades que la llevaron a ser elegida como Madre de Jesús. Hoy la Iglesia canta y venera a la Madre de Dios en esa perspectiva de gloria, sin olvidar su humildad y generosidad, ahora goza de la presencia definitiva de su Hijo.

María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por su Hijo. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.

Lucas nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar hacia Jesús, pues en el "Magníficat" brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo.

María comienza proclamando la grandeza de Dios y es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.

María proclama al Dios que su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.

La fiesta de la Asunción nos habla del futuro que nos espera mientras caminamos por esta tierra. Nuestro caminar no es de extraviados que no saben hacia dónde se dirigen. Nos guía la esperanza, en este año jubilar, de encontrarnos un día con María en ese reino de los cielos donde ella vive esperando a sus hijos. No somos personas desnortadas. Somos caminantes, peregrinos que, desde la fidelidad a Dios, tenemos a María como esa estrella que en la noche conduce nuestros pasos.

La Asunción de María es una victoria sobre la muerte, demostrando el poder de Dios y la esperanza de la resurrección para todos los creyentes.

Esta Solemnidad nos invita a celebrar la gloria de María, a imitar su ejemplo de fe y humildad, y a mantener viva la esperanza en la vida eterna con Dios. 

 

 

miércoles, 13 de agosto de 2025


 

Meditación eucarística:

ESCUCHAR LA VIDA

 

Jesús sacramentado aquí estamos en esta tarde para tener unos momentos de intimidad contigo y compartir momentos inolvidables en relación al cariño ya la amistad contigo. Necesitamos estar tranquilos y serenos para poder percibir el valor de la vida y la riqueza que tenemos al poder disfrutarla.

Vivimos en un mundo saturado de ruido, pero irónicamente, muchas veces evitamos el verdadero acto de escuchar. Usamos audífonos no sólo para oír música o podcasts, sino para aislarnos, para poner una barrera entre nosotros y el entorno. Es comprensible: el mundo a veces abruma. Sin embargo, al hacerlo, también corremos el riesgo de desconectarnos de lo esencial. Escuchemos esta tierna historia:

Un día se quitó los audífonos en el metro… y escuchó algo que le cambió la vida : Julián tenía 28 años y una costumbre: Cada mañana, cuando subía al metro de la Ciudad de México, se colocaba los audífonos a todo volumen. No quería escuchar nada. Ni el murmullo de la gente. Ni los vendedores ambulantes. Ni las conversaciones ajenas. Solo música.

Era su forma de protegerse del ruido del mundo… y del ruido de su cabeza. Pero un lunes cualquiera, pasó algo distinto. Los audífonos se quedaron sin batería justo en medio del vagón. Julián suspiró, molesto.

Iba a guardarlos cuando, sin querer, escuchó la voz de un niño:

- “Mamá, ¿cuándo vamos a ser felices como los de las películas?”

La madre no respondió. Solo lo abrazó fuerte, como si lo abrazo pudiera tapar la pregunta.

Julián se quedó congelado. Sintió un nudo en la garganta. Todo el viaje pensó en esa frase. ¿Cuándo vamos a ser felices como los de las películas? Se bajó en su estación, pero esa pregunta no se le quitó de la cabeza.

Esa noche, en lugar de legar a casa y ponerse directo al celular, le habló a su mamá por teléfono. Luego llamó a un amigo al que hacía mesas no veía. Y al día siguiente, cuando subió al metro, decidió no ponerse los audífonos. Por primera vez en años, escuchó la vida real.

Escuchó a una señora reírse mientras contaba un chiste malísimo. Escuchó a un muchacho darle las gracias al vendedor de dulces. Escuchó a un papá jugar con su hijo mientras esperaban la estación.

Y entendió algo: La felicidad no es como en las películas. Es como en el metro. Sucede en medio del ruido, cuando uno se atrevió a escuchar.

Desde entonces, Julián ya no viaja con música. Viaja con los oídos abiertos. Porque, aunque no lo parezca, siempre hay alguien diciendo algo que puede cambiarte el día… o la vida.

Qué verdad es ésta Jesús: Escuchar la vida no es sólo sentir lo que ocurre en nuestro alrededor. Es estar presentes, atentos a los detalles que nos envuelven: una conversación entre extraños, el lamento de un niño, el suspiro de alguien cansado, el silencio cargado de una mirada, o incluso una frase al azar que parece hablarnos directamente al alma. A veces, una palabra ajena o un instante de conexión con la realidad nos despierta, nos confronta o nos inspira.

Ese gesto sencillo de quitarse los audífonos simboliza la apertura a lo inesperado. Es elegir no sólo sentir, sino escuchar con intención. Escuchar al mundo. Escuchar a los demás. Escucharse a uno mismo. Porque la vida habla… pero hay que hacer silencio para oírla.

Porque cuando dejamos de echarnos de ruido artificial, empieza a emerger lo esencial. A veces una frase ajena, dicha sin intención, resuena como una campana dentro de nosotros. A veces el simple hecho de estar presentes, de verdad presentes, nos recorda que la vida no está solo en lo que planeamos, sino en lo que ocurre mientras tanto.

Escuchar la vida es un acto de valentía. Es abrirse al dolor, al gozo, al imprevisto. Se dejarse afectar. Es aceptar que no todo está bajo control, pero que todo tiene un pulso que vale la pena atender. Ese día, en el metro, no cambió el mundo. Pero cambió algo dentro de él. Y desde entonces, entendió que a veces basta con quitarse los audífonos… para empezar a vivir despierto.

Ayúdanos a Jesús a escuchar la vida en profundidad y sobre todo descubrir todo aquello que nos hace felices y no lo que nos impone la sociedad, Aquello que nos pide nuestro corazón y nuestra alma. Amén

sábado, 9 de agosto de 2025


 

JORNADA VOCACIONAL 

DE LOS FRAILES SIERVOS DE MARÍA

El próximo sábado 16 y domingo 17 de agosto tendrá lugar la Jornada Vocacional de los Frailes Siervos de María. La Orden de los Siervos de María os pedimos que os unáis a nosotros para pedir al Dueño de la mías, que mande servidores a su mías.

Las misas serán animadas por los frailes jóvenes y las colectas estarán destinadas a la formación de los frailes servitas.

Terminada la misa de las 20 horas del sábado en la Parroquia y la misa de las 21 horas de la Ermita de las Rotas, los frailes jóvenes nos deleitarán con un recital-concierto.

Estás todos invitados.


 

Viernes 15 de agosto

Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María

HORARIO DE MISAS:

Parroquia S. Antonio a las 8- 10 – 11 y 20 horas

Ermita de las Rotas a las 21 horas


 


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Te alabamos, Padre nuestro del cielo, porque Jesús es el camino, la verdad y la vida.

Te damos gracias de todo corazón, porque Jesús nos enseñó el camino de la felicidad verdadera, la felicidad que sacia sin saciar, que echa sin sobrar.

Te bendecimos como la lengua, con el cuerpo y con el alma, porque Cristo es el tesoro que, sólo debido a Ti, podemos alcanzar.

No permitas, Padre, que preferamos tener cosas que ser personas.

Más que bienes, necesitamos razones para vivir, amar, y compartir con los hermanos lo poco o lo mucho que tengamos.

Enséñanos, por ti Espíritu, la sabiduría de la vida, y ayudanos a elegir como alegría ser pobres con Cristo y por Cristo.

Que no caigamos en la tentación de amontonar bienes perecederos, que defraudan nuestro corazón, porque se cae en la idolatría.

Que, cuando tú vengas, nos trobes con las manos ocupadas en la tarea de amarte a ti y, por amor, servir a nuestros hermanos.

Escucha esta oración, Padre nuestro del cielo.

Amén.


 

2025 CICLO C

TIEMPO ORDINARIO XIX

El Evangelio de hoy nos deja una frase breve, pero profundamente reveladora: Donde está su tesoro, allí estará también su corazón .

Jesús, como siempre, no se detiene en lo superficial. Ello va directo al centro del alma, al lugar más profundo de nuestro ser, allí donde se ocultan nuestras verdaderas prioridades, nuestras verdaderas pasiones, nuestros verdaderos amores.

Uno de los riesgos que nos amenazan hoy es caer en una vida superficial, mecánica, rutinaria, masificada... No es fácil escapar. Con el pasar de los años, los proyectos, las metas y los ideales acaban apagándose. Algunos terminan levantándose cada día solo para ir tirando .

Es necesario encontrar un principio humanizador , capaz de liberarnos de la superficialidad, la masificación, el aturdimiento o el vacío interior. Jesús habla de la vigilancia . Se puede decir que entiende la fe como una actitud vigilante que nos libera del sinsentido que domina a muchos hombres y mujeres, que caminan por la vida sin meta ni objetivo alguno.

La fe encierra una enorme fuerza para humanizarnos y dar un sentido nuevo a nuestras vidas. Por eso es triste observar cómo bastantes conocidos abandonan una fe vivida de manera inconsciente y poco responsable para adoptar una actitud increyente, inconsciente y poco responsable.

Jesús nos llama a despertar de la indiferencia, pasividad o descuido, para vivirla de manera lúcida, profunda, confrontada con otras actitudes posibles ante la vida.

Entonces la fe es luz que inspira nuestros criterios de actuación, fuerza que impulsa nuestro compromiso de construir una sociedad más humana, esperanza que anima a todo nuestro vivir diario

¿Dónde está tú tesoro? Ésa es la gran pregunta que nos plantea el Señor hoy. No se trata solo de riquezas materiales. El tesoro puede ser muchas cosas: el poder, el prestigio, el éxito, la aprobación de los demás… Pero también puede ser la familia, la vocación, justa causa, o el Reino de Dios.

Porque lo que valoramos, lo que más amamos, es lo que termina guiando nuestra vida. Aquello en lo que ponemos nuestro tesoro, capta nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestro tiempo y nuestras decisiones. Y sin darnos cuenta, nuestro corazón queda allí atrapado .

Por eso, Jesús no nos da esta frase como un juicio, sino como una advertencia llena de amor. Nos dice: Cuida bien lo que eliges como tú tesoro. Porque allí se irá tu corazón. Y si tú tesoro es frágil, pasajero, egoísta… entonces tu corazón también se romperá, se cansará, se vaciará.

Cristo nos invita a elegir bien . A centrar nuestro corazón en lo que da vida, no en lo que la consume. Y cuando nuestro tesoro es Dios, cuando El ocupa el primer lugar, entonces el corazón encuentra su rumbo. Porque donde está Dios, hay paz. Donde está Dios, hay libertad. Donde está Dios, el corazón no se pierde… se encuentra. Jesús quiere que pongamos nuestro tesoro en lo que valga de verdad, en lo que no se rompe, no se compra y no se olvida: el amor, la amistad auténtica, la familia, tu vocación, tus valores, y sobre todo, Dios. Cuando Dios es nuestro tesoro, todo cambia. El tesoro de amar y ser amado tal y como eras.

miércoles, 6 de agosto de 2025


 

Meditación Eucarística:

El felpudo rojo

Querido Jesús sacramentado, otra vez nos encontramos aquí junto a ti, para descansar, para intimar, para sentirte cerca de cada uno de nosotros porque sabemos que te importamos y que somos muy queridos por ti.

Pero tú buscas lo mismo en nosotros sinceridad, autenticidad, verdad. Sabemos a Jesús, que tú no buscas apariencias en este mundo donde muchas veces se premia lo superficial, las palabras bonitas, los gestos ensayados, la imagen proyectada, este pensamiento nos recorda que lo que realmente vale ante Dios es el corazón honesto y humilde.

La sinceridad no es simplemente “decir la verdad”, sino vivir desde una verdad interior, sin máscaras ni pretensiones. Es presentarnos ante Dios tal y como somos, con nuestros dudas, errores, alegrías y anhelos, sin necesidad de aparentar perfección. Porque Él ya nos conoce en lo profundo, y, sin embargo, nos ama. Escuchemos esta hermosa historia

El Felpudo rojo : La mujer de muy pocos recursos económicos, vivía en una humilde casa con su nieta, que estaba muy enferma. La niña empitoraba cada día, después de haber agotado todos los remedios de la abuela; con mucho dolor en el corazón decidió dejar sola a su nieta para ir a pie hasta la ciudad, en busca de ayuda.

En el único hospital público de la región, le dijeron que los médicos no podían trasladarse hasta su casa, que ella tenía que sacar a la niña para ser examinada.

Desesperada por saber que su nieta no conseguiría siquiera levantarse de la pierna se retiró y, al pasar por una iglesia decidió entrar.

Algunas señoras estaban arrodilladas haciendo sobre oraciones. Ella también se arodilló. Escuchó las oraciones de aquellas mujeres y cuando tuvo oportunidad, también alzó su voz y dijo:

- Hola Dios, soy yo María. Fíjese Señor, que mi nieta está muy enferma. Yo quisiera que usted fuera para allá a curarla. Por favor, Dios, anote la dirección.

Las señoras se sorprendieron con esa oración y continuaron escuchando.

- Es muy fácil, sólo es seguir el camino de las piedras y cuando pase el río con un puente usted entra en la segunda calle de tierra. Pasa una tiendecita. Mi casa es el último portal de esa callecita.

Las otras señoras, que estaban pendientes de la oración se esforzaban por no reír. Ella continuó:

- Mire Dios, la puerta está cerrada, pero la llave está abajo del felpudo rojo de la entrada. Por favor Señor, cure a mí nietecita. Gracias.

Y cuando todas pensaron que ya había terminado ella agregó:

- ¡Ah! Señor, por favor, no se olvide de colocar la llave de nuevo abajo del felpudo rojo, si no, yo no voy a poder entrar en la casa. ¡Muchas, muchas gracias!

Después de que Doña María se fue, las demás señoras soltaron la carcajada y se quedaron murmurando, lo deplorable que es ver que las personas no saben ni orar.

Cuando Doña María llegó a su casa no se pudo contener de tanta alegría al ver a la niña sentada en el suelo jugando con sus muñecas.

- ¿Ya estás de pie?

Y la niña, mirándola cariñosamente le contestó:

- Un médico estuvo aquí abuelita. Me dio un beso en la frente y dijo que iba a mejorar. ¡Él, era tan hermoso abuelita! Su ropa era tan blanca que parecía hasta que brillaba. ¡Ah! Y El te mandó decir, que si fue fácil encontrar nuestra casa y que iba a dejar la llave debajo del felpudo rojo como tú se lo pediste.

Dios no quiere palabras bonitas. El quiere palabras sinceras. Para Dios, lo más importante no son las palabras adornadas o bonitas, sino la sinceridad de nuestro corazón. Ello valora la honestidad, la humildad y la verdadera intención tras nuestras palabras y acciones. Buscar ser sinceros en nuestra relación con El nos permite tener una conexión más auténtica y profunda. Cuando nuestra fe se basa en la autenticidad, creo en libertad, porque dejamos de actuar por obligación y empezamos a vivir desde el amor. Amén