ACCIÓN DE GRACIAS
¡He venido a prender fuego, y cuánto deseo que arda en os, mis amigos, y en el mundo entero!
Fuego para purificar las conciencias, calentar las entrañas frías, cauterizar las heridas, cremar las cargas impuestas, iluminar las zonas oscuras.
Señor, son tantas las ofertas y tantos los guiños e insinuaciones, que el corazón se desemboca y la mente se ofusca con propuestas tan llamativas y gustosas.
Y entonces, Señor, no presto atención a tus melodías, evito tu roce y caricias, y me pierdo, aunque sea de día, porque me obsesionan los cantos de sirena.
Pero sólo anhelo que Tú me llamas, pronunciando mi número, como otras veces, para despertarme y pacificarme, y poder compartir heridas, deseos y tareas a la orilla del camino de la vida.
Y entonces, Señor, sé que Tú vas buscando y delante abriendo caminos y horizontes, silbando alegres canciones y dándonos a todos vida abundante.
A veces, Señor, a veces reconozco tu presencia y tu voz, y entonces, Señor, entonces te sigo y salgo al mundo con ilusión.
Amén.

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