sábado, 23 de agosto de 2025


 

2025 CICLO C 

TIEMPO ORDINARIO XXI

En el texto evangélico de este domingo, vemos cómo Jesús se encamina hacia Jerusalén. Tiene clara la meta de su viaje. Allí consumará su entrega y su servicio de amor. Así nos salva porque ese amor libera, salva y redime.

Jesús va pasando por varias ciudades donde predica la buena nueva. Uno le interpela con una pregunta: ¿son pocos los que se salvan? Jesús responde no con números sino indicando cuál es el camino que lleva a la salvación, al que se accede por una puerta estrecha. La puerta estrecha es Él. Es el proyecto de Dios en Cristo para la humanidad, un proyecto de amor, servicio y entrega. Eso es lo que significa la estrechez.

La puerta-Cristo es estrecha porque él se dona, se da, se desvive con misericordia; no se mira a sí mismo, sino que constantemente se abre y se entrega. Este camino de descentramiento de uno mismo y de afianzamiento en el amor y la misericordia conduce a la Vida. Este camino de amor es el Reino de Dios, el proyecto de Dios.

El Cristo que sube a Jerusalén es el icono más claro de kénosis, vaciamiento, desprendimiento, entrega, servicio supremo, estrechez máxima para sí mismo en favor de los demás. Este proyecto se ofrece a todos sin prerrogativa ninguna de raza y mérito por eso alguno demasiado de sí mismos puede llevarse una sorpresa: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

En resumen, la salvación no está, pues, en cuántos sino en la decisión valiente de cruzar la Puerta. ¿Pero qué significa la salvación?

- La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.

- Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos gozar en plenitud cuando termine nuestro peregrinar y lleguemos a nuestra verdadera patria.

- Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.

- Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la vida.

- No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por toda la eternidad

¿Cuántas veces hemos oído aquello de lo importante es no hacer mal a nadie? Es esencial trabajar en pro de la justicia, del bienestar, y del progreso de los pueblos. Pero, para eso, no hace falta ser cristiano, con ser un buen ciudadano bastaría. La novedad de un cristiano estriba en que una vez descubierto a Jesús como el mejor tesoro, es urgido y empujado a sembrar el bien arrastrado e interpelado por la presencia de Dios en su vida.

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