ACCIÓN DE GRACIAS
Señor, todos queremos ser felices,
plenamente felices.
Tú has puesto en nuestro corazón el
deseo de una felicidad infinita.
Pero no siempre acertamos a entrar por
la puerta que conduce a esa felicidad, a esa salvación.
Y, a veces, llegamos a pensar que no
existe esa puerta, que nunca podremos disfrutar una felicidad a la medida de
nuestro corazón.
Pero tú, Jesús, nos dices que existe una
puerta que nos hace entrar en la familia del Padre, en el calor de su casa.
Tú, Jesús, eres la puerta, el paso hacia
la salvación, hacia la felicidad que colmará todos nuestros deseos.
Eres la puerta que nunca está cerrada,
que está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin
privilegios.
Tú eres una puerta abierta, también y de
forma especial a los que nos sentimos pecadores.
Tú nos esperas para abrazarnos, para
perdonarnos, para curarnos, para transformar y renovar nuestra vida, para
llenarla de alegría plena y duradera.
Señor, tu puerta, la puerta de la
felicidad es estrecha, está abierta a todos, pero no está abierta a todo.
No caben todos nuestros caprichos, no
cabe el orgullo, el egoísmo, la mentira, la injusticia que hace sufrir a tanta
gente...
Ayúdanos a saber renunciar a todo lo que
nos aleja de tu perdón, de tu alegría, de tu misericordia y así, tú puedas
llenar nuestro corazón con el amor más grande y la felicidad que no menguará
jamás.
Amén.

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