sábado, 20 de marzo de 2021

2021 AÑO B TIEMPO CUARESMA V 

Queremos ver a Jesús, gran pregunta de los buscadores de todos los tiempos, una pregunta que es también nuestra. La respuesta de Jesús nos abre los ojos y nos proporciona una mirada profunda al sentido de ser su seguidor: si quieres entenderme, mira el grano de trigo; si quieres verme mira la cruz.

El grano de trigo y la cruz, síntesis humilde y vital de Jesús: Si el grano de trigo no muere, no lo enterramos se queda solo, sin fructificar. Estará muy bien adornando el mueble, pero no dará fruto; ahora si muere, da mucho fruto.

El verbo morir se destaca principalmente. Y si nos fijamos solo en él oscurecerá todo lo demás. El propósito principal del ejemplo de Jesús es "producir": el grano produce mucho fruto. El énfasis no está en la muerte, sino en la vida. La gloria de Dios no es el morir, sino el dar buen fruto. Observemos bien: un grano de trigo o cualquier semilla parece una cáscara seca, muerta e inerte, pero en realidad es una pequeña bomba de vida. Al caer al suelo, la semilla no se pudre y no muere, al contario empieza la creación de más vida. Cuando el grano lo ha dado todo, el germen se lanza hacia abajo con las raíces y luego hacia arriba con la punta frágil y muy poderosa de sus hojas. Entonces sí, el grano muere, pero en el sentido de que la vida no se le quita, sino que se transforma en una forma de vida más avanzada y poderosa y se multiplica.

Otra idea fundamental de Jesús en el evangelio es: El que quiere servirme que me siga y donde este yo también estará mi servidor. Es una promesa de comunión, de participación de la vida de Jesús. Sabemos lo que significa participar: es tomar parte, compartir las alegrías y las penas, en definitiva, el destino de la persona amada. Identificarse con Jesús hasta las últimas consecuencias.

La última imagen que nos presenta Jesús es la cruz: cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí. Soy cristiano por atracción, de la cruz brota una fuerza de atracción universal, una fuerza de gravedad celestial: ahí está la imagen más pura y suprema que Dios ha dado de sí mismo.

¿Que nos puede atraer de la cruz? Ni más ni menos que con el amor. Todo gesto de amor es siempre bello: bello es el que te ama y te ama, bello es el que te ama hasta el extremo, hombre o Dios. En la cruz, el arte divino de amar se ofrece a la contemplación del mundo entero, de aquello que quieran verlo y sentirlo.

"Uno nunca se acostumbra a un Dios humilde" (Papa Francisco): este Dios que lo invierte todo y que estropea nuestras imágenes inocentes. Él nos da como puntos de referencia: un grano y una cruz, la simiente humilde y el abatimiento extremo. Pidamos al Señor que en estos días que falta para celebrar la gran semana de los cristianos, la semana Santa encontremos el camino que conduce al verdadero amor, que podamos germinar y entregarnos por amor. Amén

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario