miércoles, 18 de octubre de 2023


 

2023 OCTUBRE. MEDITACIÓN EUCARISTICA. 

Cuidado con la basura

 

Como cada tarde de los miércoles nos encontramos delante de ti Señor sacramentado para pasar unos momentos en silencio y meditación. Estos momentos de silencio y adoración nos ayudan a profundizar sobre nuestro yo, sobre nuestras inquietudes, pero sobre todo para conocer cuál es tu voluntad sobre cada uno de nosotros.

Queremos ser conscientes de lo que somos y no queremos sentirnos influenciados por los demás. Lo que viene de fuera no debe influir en nuestro interior y hacer que cambiemos de carácter o que nos amarguemos. No podemos permitir que la estupidez y la insensatez de otras personas cambien nuestro estado de ánimo. Esta historia puede ayudarnos a reforzar nuestra capacidad de coherencia y a no dejarnos arrastrar por el ambiente que nos rodea.

Cuidado con la basura: Hace varios años, un señor tomó un taxi para ir al trabajo pues su coche estaba en el taller. El taxista era un hombre de unos sesenta años, pelo blanco y un tanto grueso. En muy pocos minutos estaban hablando de temas un tanto personales como si se conocieran de toda la vida. De repente, sin saber cómo ni porqué otro automóvil se cruzó bruscamente. El conductor del taxi, para no causar una tragedia, tuvo que dar un volantazo y frenar súbitamente. Milagrosamente no ocurrió nada, pero el conductor del vehículo que había cometido la imprudencia, se bajó muy nervioso de su auto y comenzó a gritar e insultar al taxista.

El taxista, a pesar de lo injusto de la situación, sonrió, levantó su mano y lo saludó muy amablemente diciéndole:

- ¡Lo siento! ¡Que Dios le bendiga y le conceda un buen día!

 Luego, sin decir nada más, prosiguió la marcha.

Sorprendido por esta actitud, el cliente le preguntó: ¿Por qué le ha respondido así? ¡Esa persona por poco destruye su automóvil, y, además, casi nos envía a los dos al hospital!

Entonces el taxista le dio una lección que jamás olvidaría:

- Muchas personas son como el camión de la basura. Están cargados de enojo, odio, frustración, resentimiento… y ante cualquier situación aprovechan para descargarla.

Y el cliente le respondió:

- Pero, ¿por qué lo hacen en un momento como este? ¡Usted no le ofendió! ¡Fue totalmente su culpa! ¡Fue él quien se le echó encima!

Y el taxista le dijo:

- Lo hacen a la primera oportunidad que tienen porque necesitan eliminar de su interior toda la basura acumulada. Ya no hay espacio para más.

Desde aquel día el señor que tomó el taxi nunca volvió a permitir que los “camiones de basura”, tomen el control de sus sentimientos y mucho menos de sus reacciones. Aprendió, que sonreír a los insatisfechos, malhumorados y frustrados era la mejor medicina, pues ellos aprendían con su ejemplo; y él, no perdía su paz.

Señor Jesús cuántas veces y en tantas ocasiones parecidas perdemos los nervios y nos ponemos a la misma altura de aquel que nos ofende. Enséñanos a ser como tú, mansos y humildes de corazón. Que predomine siempre en nosotros una visión positiva de la vida y seamos comprensivos con todos los que nos ofenden, porque tienen que descargar y no encuentra ocasión. Estos momentos de adoración nos ayudan a relajar el ánimo y saber desprendernos de momentos de rabia y estrés acumulados. Aprendamos del taxista; es una lección sencilla pero que exige mucho autodominio y todavía más, mucha caridad cristiana.

Cuántas veces hemos oído estas palabras de San Pablo “La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Cor 13, 4-7).

Ojalá que algún día sean también nuestras. Amén

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