sábado, 2 de diciembre de 2023


 

2023 CICLO B TIEMPO DE ADVIENTO I

 

Estamos en el primer día del Nuevo Año litúrgico. El Adviento no es solamente un tiempo litúrgico, sino toda una filosofía de vida. Se trata de una actitud vital que tiene que atravesar toda nuestra existencia. Adviento viene de la palabra “adventum” que no significa venir sino sobrevenir. Este matiz es muy importante, porque es algo que se añade a lo que ya somos.

Dios está siempre viniendo. Él es “el que viene”. La humanidad vive un constante adviento. Todo lo que espero de Dios, lo tengo ya dentro de mí. Pero en este primer domingo se nos invita a la vigilancia, a la atención.

La parábola de hoy nos puede llevar a engaño. La sabiduría de Jesús va en otra dirección: no hay que “velar” para que no nos castiguen, sino para vivir cada vez más en plenitud, es decir, en coherencia con lo que realmente somos.

Vigilad. Para ver no solo se necesita tener los ojos abiertos, se necesita también luz. Se trata de estar despierto para afrontar la vida con una conciencia lúcida. Se trata de vivir a tope una vida que puede transcurrir sin pena ni gloria.

Velar significa estar despierto, por contraposición al sueño, que es sinónimo de despiste, ignorancia y confusión, que acaban en sufrimiento.

Lo que marca la diferencia entre vivir despierto o sobrevivir adormilado es la atención: eso significa la invitación a “velar”. Atención no es tensión, como alguien parece entenderla, sino todo lo contrario: descanso consciente apoyado en la confianza.

Vivir en la atención, significa vivir en presente. Desde ahí, podemos recordar el pasado e incluso preparar el futuro, utilizar la mente -como una herramienta- cuando la necesitamos y comprometernos en procesos de cambio individual o colectivo. Pero nada de eso tiene por qué sacarnos del presente y, en último término, de la presencia que somos.

Vivir en la atención significa vivir en conexión con nuestra verdadera identidad, en ese “lugar” donde, más allá de los movimientos mentales y emocionales, experimentamos de manera estable la paz y la vida.

Pues no sabéis cuando es el ‘momento’. En griego hay dos palabras que traducimos al castellano por “tiempo”: “kairos” y “chronos”. Chronos significa el tiempo astronómico, que vamos contando con el reloj y los años que pasan. Kairos sería el tiempo psicológico, el momento oportuno para tomar una decisión.

En el evangelio que acabamos de leer, se habla de kairos. Naturalmente que el hombre, como criatura se encuentra siempre en el chronos, pero lo verdaderamente importante para él es vivir el kairos, el momento oportuno y adecuado.

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