miércoles, 20 de diciembre de 2023


 

2023 DICIEMBRE MEDITACIÓN EUCARISTICA:

La estrella de Belén

En esta tarde, tan cercana ya la Navidad queremos que nos ayudes a abrir nuestro corazón de par en par, para poder recibirte y posibilitar que tu nazcas en medio de nosotros y en nuestros corazones. Tu que eres nuestra luz y nuestra alegría, hazte presente Señor y rompe nuestros desánimos, nuestras flaquezas, nuestro desinterés. Reconoce os que la Navidad es el gran regalo de Dios a la humanidad, no solamente nos da cosas, sino que se dio a sí mismo: La palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. Es el mejor don, regalo que Dios pudo hacer a la humanidad. También nosotros queremos ofrecerte en esta Navidad, nuestro corazón generoso, amable y sincero.

La estrella de Belén: La noticia del nacimiento de Jesús corrió por el pueblecito de Belén y alrededores con mucha rapidez. Los pastores fueron los primeros en enterarse, y todos querían visitar al recién nacido y agasajarle con algún regalo.

Unos pastores llevaban queso, otra leche… alguno tenía unas preciosas flores para la Virgen María. El que menos, llevaba lana para abrigar al pequeño. Pero había una pastorcita tan pobre, que no tenía absolutamente nada que llevar.

La pastorcita estaba muy triste, porque no quería presentarse allí sin regalo. Se acercó a un pozo y se puso a llorar. Pero de pronto, descubrió en el fondo del agua algo muy brillante… ¡era una estrella!

La pastorcita se puso muy contenta, y con mucho cuidado, echó el cubo al pozo para ‘pescar’ su estrella. ¡Qué ilusión le hizo comprobar que lo había logrado! ¡Que tenía una estrella en el agua del cubo y que sería un regalo perfecto para el niño Jesús!

Durante todo el camino, la pastorcita tuvo mucho cuidado de no tirar su estrella. De vez en cuando iba mirando por si acaso… Y así llegó hasta el pesebre en donde estaba Jesús. Al verlo, se emocionó. El pequeño sonreía y estaba rodeado por muchos otros pastores. Ella se acercó temblorosa, pero con mucha ilusión por ver la carita del pequeño al descubrir su estrella.

Pero al enseñarle el cubo, en el agua ya no había nada, porque el techo del pesebre impedía que las estrellas se reflejaran en el agua. El niño Jesús, sin embargo, sonrió, sonrió mucho… aunque la pequeña, disgustada, comenzó a llorar.

Entonces, sucedió algo increíble: de las lágrimas de la niña, comenzaron a brotar estrellas, hasta que una de ellas se hizo grande, muy grande, y ascendió al cielo con un brillo especial. El niño Jesús estaba muy feliz y la estrella, sobre el pesebre, anunció a todos, el lugar en donde se encontraba el hijo de Dios.

Desde entonces, todos colocamos una estrella encima del pesebre, que nos recuerda el regalo que más ilusión le hizo al niño Jesús. No fue el regalo en sí, sino el amor con el que la pequeña pastorcita lo imaginó para él.

Jesús que hermoso es pensar que el origen de la “La estrella de Belén” es el amor tan grande de aquella pastorcita. Los regalos más valiosos son los que nacen del corazón. El verdadero valor del regalo no es su precio, peso o cantidad, sino el cariño con el que se prepara, se ofrece y se da.

La Navidad nos recuerda que nace el hijo de Dios por pura gratuidad y que nos otorga su salvación sin merito nuestro. Los signos de bondad y ciertos detalles de cariño no se compran con dinero.

Este cuento de la pastorcita y la estrella de Belén nos recuerda que el valor esencial de la Navidad es el amor.

Nuestra costumbre de regalar en estos días, en sí no valdrían nada, si nosotros no lo hacemos con el cariño que alberga nuestro corazón. En realidad, lo que se busca con un regalo es la felicidad del otro. Se busca sorprender y, sobre todo, expresar el cariño. Pues que mejor forma de ofrecer nuestro cariño con nuestra presencia, cercanía, amabilidad y participación en la vida de los demás.

Por eso, en ‘La estrella de Belén’, el niño Jesús valoró la intención de la pastorcita, que había caminado tanto con un cubo lleno de agua, ilusionada por ver la carita del recién nacido al ver el brillo de su estrella.

Ayúdanos Jesús a brillar por nuestra bondad como esta estrella de Belén, nacida de las lágrimas de una pobre pastorcita. Amén

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