miércoles, 30 de julio de 2025


 

MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

HELADO PARA EL ALMA

En esta tarde calurosa, en pleno verano acudimos a ti Señor Jesús porque queremos refrescar el alma junto a ti. Nos recuerda los días en los que el alma se siente como si caminara bajo un sol ardiente, sin sombra, sin pausa. Son esos momentos en que la vida pesa, el ánimo se derrite y el corazón pide un respiro. No uno cualquiera, sino uno dulce, fresco... uno que calme por dentro.

Y es entonces cuando Dios, en Su infinita ternura, nos ofrece un "helado para el alma". No siempre es visible, no siempre es tangible, pero siempre está. A veces llega en forma de una palabra justa, una canción que acaricia el recuerdo, una mirada que nos comprende sin hablar, una oración susurrada entre lágrimas.

Ese helado no quita el calor del camino, pero lo hace soportable. No borra la realidad, pero nos recuerda que no caminamos solos. Es ese instante en que el alma vuelve a respirar.

A veces, el "helado" se llama perdón. Otras veces, se llama esperanza. Y en muchos momentos, simplemente se llama fe: fe en que esto también pasará, fe en que todo tiene un propósito, fe en que Dios sigue obrando, incluso cuando el cielo parece en silencio.

Permítete saborear esos momentos. No corras tan rápido que olvides el regalo de una pausa. Mira al cielo, cierra los ojos, agradece lo poco o lo mucho. Porque en medio del desierto, el Señor es fuente de agua viva... y también, si lo necesitas, ese helado suave que calma el alma cansada. Escuchemos:

UN HELADO PARA EL ALMA: Una mama llevó a sus niños a un restaurante. El hijo, de 6 años de edad, preguntó si podía dar gracias. Cuando inclinamos nuestras cabezas él dijo:

- Dios es bueno, Dios es grande. Gracias por los alimentos, yo estaría aún más
agradecido si mamá nos diera helado a la hora del postre.  Te lo pido Jesús. Amén.

Junto con las risas de los clientes que estaban cerca, se escuchó a una señora comentar:
- Eso es lo que está mal en este país, los niños de hoy en día no saben cómo orar; pedir a Dios helado... ¡Nunca había escuchado esto antes!

Al oír esto, el niño empezó a llorar y preguntó a su mama: 

- ¿Lo hice mal?, ¿está enojado Dios conmigo?

La a mama lo abrazó y le dijo que había hecho una estupenda oración, y Dios seguramente no estaría enojado con él.

Un señor de edad se aproximó a la mesa. Guiñó su ojo a al niño y le dijo:

- Llegué a saber que Dios pensó que aquélla fue una excelente y hermosa oración.

- ¿En serio? - preguntó el niño. ¡Por supuesto!

Luego, en un susurro dramático añadió, indicando a la mujer cuyo comentario había iniciado aquel asunto:
- Muy mal, ella nunca pidió helado a Dios. Un poco de helado a veces es muy bueno para el alma.

Como era de esperar la mamá compró a sus niños helados al final de la comida. El niño se quedó mirando fijamente el suyo por un momento, y luego hizo algo que jamás olvidaremos por el resto de nuestras vidas. Tomó su helado y, sin decir una sola palabra, avanzó hasta ponerlo frente a la señora. Con una gran sonrisa le dijo:

- Tómelo, es para usted. El helado es bueno para el alma, y mi alma ya está bien.

Señor Jesús a veces, la vida nos lanza días calurosos, pesados, llenos de responsabilidades, decepciones o simplemente cansancio. Y en medio de todo ese calor emocional, ¿quién no ha sentido el deseo de algo fresco, ligero, dulce? Algo que no soluciona los problemas, pero los hace más llevaderos. Como un helado.

El helado para el alma no se vende en ninguna tienda. Se encuentra en los pequeños momentos que nos traen alivio: una risa inesperada, un abrazo sincero, una canción que nos reconecta con la esperanza, una charla con alguien que nos escucha sin juzgar. Es ese instante que no cambia las circunstancias, pero sí cambia cómo nos sentimos dentro de ellas.

Así como un helado se disfruta mejor si se toma despacio, el alivio del alma llega cuando nos damos permiso para parar, respirar y saborear lo bueno que también existe, aunque sea pequeño.

Jesús ayúdanos a buscar nuestro helado para el alma. Tal vez esté en una oración tranquila, en un café con alguien que te quiere, en mirar el cielo unos minutos o simplemente en recordarte que mereces momentos de dulzura. La vida también está hecha de ellos. Amén

sábado, 26 de julio de 2025


 


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza.

¡Qué hermosas son estas palabras tuyas, Señor!

Ayúdanos a continuar nuestra peregrinación a lo largo del tiempo, animados por la esperanza que viene de Ti.

Ayúdanos a llevar a este mundo, que se está dividiendo, la esperanza de la comunión.

Ayúdanos a llevar a este mundo, herido por las guerras, la esperanza de la paz.

Ayúdanos a llevar a este mundo, que se deshumaniza, la belleza de una sonrisa sincera.

Ayúdanos a ser el recuerdo de tu ternura, para nuestros nietos, para nuestros seres queridos y para todos los que encontremos.

Ayúdanos a llevar a un mundo que no te presta atención, la Esperanza de una vida nueva que sólo Tú puedes dar.

Porque en Ti, Señor, nada está perdido.

Porque en Ti, Señor, todo vuelve a empezar.

Amén


 

2025 CICLO C

TIEMPO ORDINARIO XVII

Señor enséñanos a orar, preguntan sus discípulos y Jesús les dice cuando oréis decid: Padre nuestro … Del Padrenuestro se ha dicho infinidad de cosas. Es la oración por excelencia. El mejor regalo que nos ha dejado Jesús. La invocación más sublime a Dios. Y, sin embargo, repetida una y otra vez por los cristianos puede convertirse en rezo rutinario, palabras que se repiten mecánicamente sin elevar el corazón a Dios.

Este texto es sumamente importante para nosotros porque nos sitúa en la verdadera oración. Jesús ha estado orando. Lo que nos transmite es parte de su propia experiencia. Cuando Jesús venía de la oración, ¡se le notaba! ¡Claro que se le notaba! El rostro de Jesús quedaba transfigurado, mucho más que el de Moisés cuando descendía de la Montaña. Por otra parte, cuando Jesús venía de orar, se derretía de ternura, de dulzura, de amabilidad… Siempre, pero especialmente después de la oración. Y es entonces cuando los discípulos, con una sana envidia, le piden: “Maestro, enséñanos a orar” es decir,” Métenos en esa esfera de intimidad en que te metes tú”.

Cuando Él nos dice que debemos usar la misma palabra, Abbá, que usaba él para referirse a Dios, la Comunidad Cristiana ha quedado impresionada y no ha querido traducirla. Por eso ha pasado en la misma versión original.

Jesús nos dice que debemos pedir, llamar, buscar. Pero, ¿cómo debemos hacerlo? ¿Qué debemos pedir?  Ante todo, lo que Jesús pedía en el Padre nuestro. Lo más esencial, que le descubramos como nuestro “Papá” y nos sintamos siempre queridos por Él.  “Si Dios es todopoderoso es también todo cariñoso. Si con sus manos sostiene el mundo, con esas mismas manos me acoge y me protege. Cuando los humanos se lamentan diciendo: nadie me quiere, el Padre responde: Yo te amo mucho.

Detengámonos un momento sobre esta oración en la que se encierra toda la vida de Jesús.

Padre nuestro. Es el primer grito que brota del corazón humano habitado no por el temor a Dios, sino por una confianza plena en su amor creador. Un grito en plural al que es Padre de todos.

Santificado sea tu Nombre. Que el nombre de Dios, su misterio insondable, su amor y su fuerza salvadora se manifiesten en toda su gloria y su poder, con el compromiso de colaborar.

Venga tu reino. Que no reinen en el mundo la violencia y el odio destructor. Que reine Dios y su justicia. Que se abran caminos a la paz, al perdón y a la verdadera liberación.

Hágase tu voluntad. Que no sea obstáculo, que mi vida sea búsqueda de esa voluntad de Dios.

Danos el pan de cada día. El pan y todo lo que necesitamos para vivir de manera digna, no solo nosotros, sino todos desde la voluntad de compartir más lo nuestro con los necesitados.

Perdónanos. El mundo necesita el perdón de Dios. Los seres humanos solo podemos vivir pidiendo perdón y perdonando. Renunciar a la venganza y abiertos al perdón nos asemejamos a Dios Bueno.

No nos dejes caer en la tentación. No se trata de las pequeñas tentaciones, sino de la gran tentación de abandonar a Dios, olvidar el Evangelio de Jesús y seguir un camino errado.

miércoles, 23 de julio de 2025


 

MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

El capibara y el cocodrilo

En esta tarde calurosa Señor Jesús nos acercamos a tu presencia para sentir que tu amor nos sacia y nos complementa. Tu nos concedes tu paz y serenidad y eso nos basta. La verdadera fuerza no siempre se demuestra con poder o imposición, sino con la serenidad que inspira paz a quienes nos rodean. A veces, lo que más necesitamos no es hacernos más fuertes, sino aprender a caminar por la vida como tú: en paz, con mansedumbre, con humildad, para que nuestra vida sea refugio para otros. Escuchemos esta bonita historia

 

El capibara y el cocodrilo. En la orilla de un río ancho y silencioso, bajo un cielo despejado, vivía un capibara llamado Bruno. Era conocido por su paso tranquilo y su mirada serena. No importaba qué animal tuviera cerca: Bruno caminaba con calma, como si nada en el mundo pudiera alterarlo.

Un día, un enorme cocodrilo llamado Rex emergió del agua con el ceño fruncido y la cola agitándose con impaciencia. Tenía fama de ser temido y de atacar a cualquiera que se acercara demasiado. Pero cuando vio a Bruno acercarse con total serenidad, algo inesperado sucedió: en lugar de abalanzarse, Rex se quedó quieto, sorprendido por la paz que desprendía el capibara.

- ¿No tienes miedo de mí? preguntó el cocodrilo con voz grave.

Bruno lo miró con tranquilidad y sonrió suavemente.

- No temo a quien no deseo dañar, respondió. No vine a pelear ni a huir. Solo quiero beber un poco de agua y disfrutar del sol.

Rex, acostumbrado a que todos lo evitaran o huyeran despavoridos, se sintió desconcertado. La calma de Bruno era tan contagiosa que su propio enojo empezó a disiparse. El río se llenó de un silencio apacible, roto solo por el canto lejano de las aves.

Con los días, Bruno siguió apareciendo en la orilla, y Rex empezó a esperarlo. Al principio, lo hacía por curiosidad; luego, porque descubrió que al estar junto al capibara su mente se aquietaba y su corazón latía con menos furia.

Poco a poco, otros animales del bosque comenzaron a reunirse cerca del río. Sentían que estar junto a Bruno les traía tranquilidad. El capibara no imponía respeto con gruñidos ni fuerza, sino con una calma que desarmaba hasta al más agresivo.

 

Señor Jesús esta historia nos invita a no juzgar a los demás por su apariencia o por lo que otros dicen de ellos, sino a conocerlos por nosotros mismos. También nos enseña que la verdadera amistad se basa en el respeto y la comprensión, incluso entre quienes son muy diferentes.

Además, muestra cómo el miedo muchas veces nace del desconocimiento, y que cuando nos abrimos al diálogo y a la convivencia, podemos encontrar amigos en los lugares más inesperados.

Jesús la historia que hemos leído encierra una reflexión profunda sobre los prejuicios, los estereotipos y la capacidad humana para cambiar la mirada sobre el otro.

Bruno representa al ser que, influenciado por el entorno y la experiencia colectiva, asume una postura de desconfianza frente a quien es diferente o históricamente visto como amenaza. Rex, por otro lado, simboliza al individuo que, a pesar de cargar con un estigma (en este caso, ser un cocodrilo), actúa con bondad, rompiendo con los roles que le han sido impuestos.

El encuentro entre ambos nos habla del valor de abrirnos a lo inesperado, de revisar nuestros juicios iniciales y de dar espacio a nuevas relaciones basadas en el reconocimiento genuino del otro, no en etiquetas heredadas.

En un mundo adulto, donde muchas veces nos movemos condicionados por prejuicios sociales, culturales o incluso políticos, esta historia es un recordatorio de que la empatía, la apertura y la escucha activa pueden transformar vínculos y derribar barreras invisibles pero poderosas.

Bruno y Rex no solo se hacen amigos: nos invitan a cuestionar con honestidad nuestras propias resistencias y a pensar cuántas oportunidades de conexión o crecimiento perdemos por miedo o por ideas preconcebidas. Ayúdanos tú Señor Jesús a abrirnos a tu presencia y a la presencia de los hermanos, aunque sean diferentes a nosotros. Amén.

sábado, 19 de julio de 2025


 

 

Solemnidad de Santiago, Apóstol.

El próximo viernes 25 de Julio, Solemnidad de Santiago Apóstol, las misas en la parroquia serán a las 8 y a las 20 horas, animada la celebración de la tarde con la participación de los miembros de la Asociación de los caminos de Santiago. Estáis todos invitados .


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Aquí estoy, otra vez, Señor, en este lugar de encuentro, tan tuyo, tan mío, tan nuestro.

Abre tus brazos y acógeme.

Tómame y toma este rato; y que el viento se lleve los días locos, huérfanos y tristes que pasé solo, sin ti, vagando, persiguiendo, probando... y que no me llevaron a ninguna parte.

Déjame estar contigo, sin etiquetas, sin normas, tranquilo; escuchando tus palabras en silencio, gustando tu presencia en mis vacíos.

Déjame estar contigo, sentado a tus pies, mirando tus ojos, soñando tus sueños, recostado en tu regazo, respirando al unísono, sintiendo tus abrazos..

Y mientras tanto... ¡acoge mis oscuros secretos y enciéndelos, hasta acrisolarlos o consumirlos en tu fuego!

¡Déjame estar contigo!

Amén

 


 

2025 CICLO C

TIEMPO ORDINARIO XVI

En este XVI domingo del tiempo ordinario, Lucas nos lleva a una casa donde viven sus amigos Lázaro, Marta y María. Jesús se recupera de las fatigas de la misión dejándose acoger por estos amigos: Marta, que es la mayor y hace los honores, y María que escucha entusiasmada a Jesús.

Jesús es recibido con cariño, pero de dos maneras distintas. Marta tiene el carácter de una anfitriona: se desvive por los deberes de acoger a un huésped tan excepcional. Nos recuerda a tantas mujeres queridas, casi podemos verlas: preparan comida excelente, ponen la mesa, van y vienen….

María, sentada a los pies de Jesús, lo escucha entusiasmada y absorbida por su palabra. Es lo que desea Jesús que le ESCUCHEMOS para así poder darnos sus Palabras de vida eterna. También es el deseo de Dios Padre cuando nos dice: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.

Jesús no critica el servicio. En muchos otros pasajes del Evangelio nos enseña su importancia. Pero aquí Jesús establece la prioridad: ESCUCHAR su palabra.

Marta está tan absorta en sus quehaceres, que entra en modo angustia y en un momento dado, viendo a su hermana sentada a los pies del Señor, estalla. Marta podía haber pedido ayuda a su hermana; en cambio, acumuló fastidio e irritación y apeló directamente a Jesús. El problema de Marta no es el servicio, sino ese activismo que la inquieta, que la hace trabajar sin sosiego y, además, perdiendo de vista al invitado.

Es un riesgo también para nosotros: que nuestro hacer se convierta en un activismo inquieto, ansioso, nervioso, con poca atención a las personas; incluso podemos hacer muchas cosas bonitas por Jesús, pero sin Él, no hacemos nada.

Agitados por tantas ocupaciones y preocupaciones, necesitamos tomarnos de vez en cuando un tiempo de descanso para sentirnos de nuevo vivos. Pero necesitamos además pararnos y encontrar el sosiego necesario para recordar de nuevo lo importante de la vida.

Hay que decir que ambos personajes merecen nuestro respeto y nuestra atención. Con ambos habremos de dialogar e integrarlos en nuestro puzle completo. Todos tenemos algo de Marta y algo de María. Lo importante es saber combinarlos adecuadamente. El servicio está fuera de lugar cuando nos impide escuchar a Jesús. Esto es lo que hace María, sentada a sus pies y Jesús dice que esa es la parte mejor, y no se la quitarán. De nada vale correr mucho si vamos en la dirección incorrecta.

Por ejemplo, el celular. Ofrece grandes beneficios. Pero también confunde. Hay quienes insisten en responder el celular en medio de la Misa. Es pura compulsión. ¿Habrá alguien llamando más importante que Dios en estos momentos de la eucaristía? Puede haber casos de emergencia, pero no hagamos de ellos excusa para perder el control.

miércoles, 16 de julio de 2025

2025 Meditación eucarística:

El elefante sereno y el gorila irascible

Aquí estamos Señor Jesús sacramentado, en esta tarde de verano, para acompañarte unos momentos y aprender a dominar nuestros impulsos y sobre todo aprender a serenar el alma.

Cuantas veces algunas circunstancia s de la existencia nos exaltan y nos irritan de tal manera que volcamos nuestra ira y furia hacia los demás y no conseguimos ningún resultado. Reconocemos que la verdadera fuerza no está en imponer, gritar o pelear, sino en dominarse a uno mismo. Vivir con serenidad y paz nuestra vida es un don, que hay que pedir constantemente al Señor. Jesús sacramentado te pedimos en esta tarde que sepamos dominar y controlar nuestros impulsos para asumir tu misma docilidad. Escuchemos esta historia.

El elefante sereno y el gorila irascible: En la selva más espesa y verde, donde la bruma matinal se filtraba entre los árboles gigantes, vivían dos animales conocidos por su gran fuerza: Kibo, un elefante de colmillos enormes y pasos tranquilos, y Bantu, un gorila musculoso y de mirada intensa.

Aunque eran vecinos, no se llevaban bien. Bantu perdía la paciencia con facilidad y cualquier contratiempo lo hacía rugir y golpear los troncos. Kibo, en cambio, observaba en silencio, intentando no involucrarse.

Un día, durante una fuerte tormenta, un árbol cayó y bloqueó el paso hacia el río. Bantu llegó primero y empezó a empujar con furia, lanzando gritos que retumbaban como truenos, pero el árbol no se movía ni un centímetro. Su ira crecía con cada intento fallido.

- ¡Este árbol no me vencerá!, rugía Bantu, golpeando el árbol con todas sus fuerzas.

Kibo llegó y se detuvo a observar. Vio el esfuerzo descontrolado de Bantu y, sin decir nada, esperó a que el gorila se calmara. Cuando Bantu quedó exhausto, jadeando y con los puños adoloridos, Kibo se acercó.

- La furia solo te ciega, dijo Kibo con voz pausada. Si quieres moverlo, debemos pensar juntos.

Usando su fuerza combinada y un tronco como palanca, lograron apartar el árbol sin más gritos ni golpes. El río volvió a fluir ante ellos como un regalo de paz.

Bantu miró a Kibo con respeto y comprendió que la ira no lo hacía más fuerte, sino más débil.

- Gracias, Kibo, dijo con humildad. Hoy aprendí que la paciencia y la calma pueden más que la furia.

 

Jesús cuantas veces nos arrebata la ira y la furia, sin embargo, la ira nos hace perder el control y la claridad. Aprender a dominarla nos permite enfrentar los problemas con inteligencia, usar nuestra fuerza de forma positiva y encontrar soluciones en lugar de destrucción.

Esta historia que hemos escuchado, el elefante sereno y el gorila irascible, representan dos formas de enfrentar la vida: una basada en la paz interior y otra dominada por la ira y el orgullo. El gorila, a pesar de su fuerza, vive constantemente alterado, reaccionando con violencia ante cualquier contratiempo. Por el contrario, el elefante, igualmente fuerte, pero sereno, responde con paciencia, autocontrol y compasión.

Esto nos recuerda lo que dice la Palabra de Dios en Gálatas 5, 22-23: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio...”

El elefante refleja a alguien lleno del Espíritu Santo: firme pero pacífico, fuerte pero manso. No reacciona por impulso, sino que actúa desde la sabiduría y la templanza, cualidades que Dios valora más que la fuerza bruta.

El gorila, en cambio, simboliza al ser humano que se deja llevar por sus pasiones sin permitir que Dios transforme su corazón. Su poder exterior contrasta con su debilidad interior.

Tú, Señor Jesús dijiste en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Este cuento nos enseña que la verdadera fuerza no está en imponer, gritar o pelear, sino en dominarse a uno mismo, en vivir con la paz que solo Dios puede dar. Así como el elefante, estamos llamados a ser testimonio de esa serenidad que nace de confiar en el Señor. Amén.

 

sábado, 12 de julio de 2025


 


 

ACCIÓN DE GRACIAS

El prójimo pone a prueba el Buen Samaritano que tenemos escondido.

Prójimo es aquel que me exige salir de mí mismo y medir si la fe es operativa o se quedó en simple teoría.

Prójimo es, tal vez, el que menos entra dentro de mis esquemas.

Prójimo es quien constantemente me pregunta, qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo y qué debo hacer por Cristo.

Prójimo es quien me ayuda a pasar de una fe de conocimiento a una fe practicada y volcada en los demás.

Prójimo es quien me invita a no instalarme en una piedad fría y bajar al sufrimiento del hombre.

Prójimo es aquel que, es vapuleado por la materialidad de las cosas y, una vez utilizado, es arrinconado en el olvido.

Prójimo es aquel que ha sido arrastrado por lo inmediato, lo pragmático y luego ha quedado sin respuestas tirado en el suelo.

Prójimo es aquel que espera un detalle por nuestra parte y no sólo teorías o lecciones magistrales.

Prójimo es aquel que nos corta el camino, y nos hace entender que a Dios se le gana con la misericordia y no con la razón.

Prójimo es aquel que necesita de nuestro compromiso y de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia.

Lo contrario y lo más fácil, a veces, es dar un rodeo, a las personas, a los problemas y a las cruces que salen a nuestro encuentro.

Prójimo es aquel que creyendo vivir en la verdad ha sido asaltado por los delincuentes de la mentira y de la farsa.

Prójimo es aquel que ha sido despojado de su existencia por aquellos que cabalgan en el caballo del poder y del “todo vale” para que la sociedad se quede sin moral ni ética alguna.

Prójimos son, en definitiva, las personas que salen a nuestro paso en mil circunstancias y con mil nombres y apellidos.

Amén


 

2025 CICLO C TIEMPO ORDINARIO XV

En tiempo de Jesús no había mucha claridad y se discutía a cerca del orden o de la importancia de los mandamientos. Jesús ante la pregunta remite a las fuentes. Hay un mandamiento que se desdobla en dos y que resume toda la ley: no es posible amar a Dios, al que no se ve, si no se ama al prójimo al que se ve.

El auténtico amor a Dios empuja al amor de su imagen viva que es el hombre y hasta dar la vida por él, si fuera necesario es la señal más auténtica y creíble del amor a Dios. El prójimo es cualquier persona necesitada de ayuda o simplemente de compañía, solidaridad o comprensión.

La parábola del buen samaritano hace mucho hincapié en ese pasar de largo, que no sólo pone de relieve nuestra insensibilidad, sino también nuestro egoísmo. Sólo un samaritano se detuvo, a pesar de pertenecer a una población que, para los judíos, estaba formada por impíos e incapaces de buenas acciones. Dice el evangelio que, al verlo, se compadeció de él. Se conmovió, sintió piedad, lo que denota su buen estado de ánimo.

Jesús invita a sus seguidores a ir más allá siempre de la ley. En la Última Cena, da un mandamiento nuevo: «que os améis los unos a los otros, como yo os he amado». Cristo se convierte así en la medida del amor. Esta es la plenitud de la ley: la misericordia está por encima del culto.

No es necesario un análisis muy profundo para descubrir las actitudes de autodefensa, recelo y evasión que adoptamos ante las personas que pueden turbar nuestra tranquilidad. Cuántos rodeos para evitar a quienes nos resultan molestos o incómodos. Cómo apresuramos el paso para no dejarnos alcanzar por quienes nos agobian con sus problemas, penas y sinsabores. Se diría que vivimos en actitud de guardia permanente ante quien puede amenazar nuestra felicidad. Y justificamos nuestra huida ante personas que nos necesitan, recurriendo al estamos muy ocupados.

Qué actual es esta parábola del samaritano en esta sociedad de hombres y mujeres que corren cada uno a sus ocupaciones, se agitan tras sus propios intereses y gritan cada uno sus propias reivindicaciones. Según Jesús, solo hay una manera de ser humano. Y no es la del sacerdote o el levita, que ven al necesitado y dan un rodeo, sino la del samaritano, que camina por la vida con los ojos y el corazón bien abiertos para detenerse ante quien puede necesitar su ayuda.

Jesús nos llama a pasar de la hostilidad, a la hospitalidad. Nos urge vivir de otra manera, creando en nuestra vida un espacio más amplio para quienes nos necesitan. No podemos escondernos detrás de nuestras ocupaciones, ni refugiarnos en hermosas teorías.

Quien ha comprendido la fraternidad cristiana sabe que todos somos compañeros de viaje que compartimos la misma condición de seres frágiles que nos necesitamos unos a otros. Quien vive atento al hermano necesitado que encuentra en su camino descubre un gusto nuevo a la vida. Según Jesús, heredará vida eterna.

Hoy como ayer, es necesario volver la mirada al comportamiento de Jesús.

miércoles, 9 de julio de 2025


 

2025 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA

TOMÁS LO QUERÍA YA

Querido Jesús en el santísimo sacramento del altar hoy celebramos la fiesta de la tu Santísima Sangre. Esta es una memoria profundamente espiritual que nos invita a reflexionar sobre el misterio de tu amor redentor, manifestado a través del derramamiento de tu sangre. Este acontecimiento no es solo un símbolo de sufrimiento, sino una expresión suprema de entrega, sacrificio, amor y salvación.

Hermanos al contemplar la Sangre de Cristo, somos conducidos al corazón del misterio pascual, en el que tú, por amor a la humanidad, te ofreciste libremente en la cruz. Tu sangre derramada no fue en vano; es fuente de vida, reconciliación y esperanza para todos. Nos recuerda que la redención no fue un acto superficial, sino un precio alto, pagado con dolor, pero también con un gran amor y una paciencia infinita. Escuchemos.

TOMAS LO QUERÍA YA: En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y caminos de tierra, vivía Tomás, un niño curioso y lleno de energía. Soñaba con lograr grandes cosas, pero siempre quería que todo sucediera rápido. Si algo no salía a la primera, se frustraba fácilmente.

Cada tarde, después de la escuela, Tomás iba a visitar a su abuelo Mateo, un hombre de rostro sereno y manos curtidas por los años de trabajo en el campo. Don Mateo era conocido por su paciencia, su humildad y por cultivar el huerto más hermoso del pueblo.

Un día, Tomás llegó al huerto y encontró a su abuelo sembrando semillas de zanahoria.

- ¿Y cuándo vamos a comerlas? preguntó el niño, impaciente: ¿Mañana?

El abuelo sonrió con ternura.

- No, hijo. Estas zanahorias tardarán semanas en crecer. Primero hay que sembrar, luego regar, cuidar… y esperar.

Tomás frunció el ceño.

- Pero yo quiero ver resultados ya. No entiendo cómo puedes pasar tanto tiempo haciendo algo sin saber si funcionará.

Don Mateo se limpió las manos en el delantal y lo miró con calma.

- La tierra no da fruto por apuro, sino por constancia. Así es la vida, Tomás. Todo lo que vale la pena toma tiempo.

Durante las semanas siguientes, Tomás acompañó al abuelo cada tarde. Al principio iba con fastidio, pero poco a poco empezó a disfrutar del proceso. Aprendió a sacar las malas hierbas, a medir el agua justa, y a esperar sin ansiedad. Empezó a entender el lenguaje silencioso de las plantas… y también el del corazón.

Cuando por fin brotaron las primeras zanahorias, Tomás las sostuvo entre sus manos con una sonrisa de asombro.

- ¡Valió la pena esperar!, exclamó.

El abuelo, con los ojos brillosos, asintió.

- Ahora sabes que las cosas más nobles no se logran con prisa, sino con humildad y trabajo constante.

Así es Jesús sacramentado. Hoy que celebramos tu santísima sangre, el derramamiento de tu preciosa sangre para la salvación de todos. Tu sangre es semilla y abono para nuevas vidas y nuevas esperanzas

Vivimos en un mundo que nos empuja a querer todo de inmediato. Pero la verdadera sabiduría está en saber esperar, en trabajar con constancia y humildad, sin perder la fe en lo que no vemos aún. Como las semillas en la tierra, los sueños también necesitan tiempo, cuidado y paciencia para florecer.

Tu Sangre Jesús tiene un poder sanador, liberador y transformador. Nos purifica del pecado, nos fortalece en la fe y nos impulsa a vivir con mayor entrega a Dios y al prójimo. En cada Eucaristía, renovamos esa comunión con tu sacrificio y reafirmamos nuestra misión como cristianos: ser signos vivos del amor de Cristo en el mundo.

Jesús que tu sangre preciosa nos lave, nos sane y nos haga testigos valientes de tu amor. Que nunca olvidemos el precio de nuestra salvación y vivamos agradecidos, con el corazón dispuesto a amar como Tú lo hiciste. Amén.

sábado, 5 de julio de 2025


 


 


 

MIÉRCOLES 16 DE JULIO 

FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DEL CARMEN

El miércoles 16 de Julio, Festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los hombres y las mujeres de la mar, celebraremos MISA DE CAMPAÑA a las 21 horas, en el primer grupo de marineros (carretera de las Rotas- frente la comisaría de policía) 

 


 

ACCIÓN DE GRACIAS

No les fue fácil; para muchos era la primera vez y no tenían experiencia; quizá hubieran deseado otra compañía para la aventura; y los pueblos y aldeas tenían ya su fama, unos de acogedores, otros de indiferencia.

Iban ligeros de equipaje, con las entrañas enternecidas y la utopía del Reino desatada.

Y la experiencia y misión estuvo llena de todo lo que tiene la vida y trae la historia.

Acogida, cercanía, casas abiertas, mesa compartida, descanso y despedidas…

También de risas socarronas, de portazos y rupturas, de hambre e indiferencia, y de poca sintonía.

Pero volvieron contentos, llenos de alegría, con la misión cumplida y con ganas de compartir la experiencia tenida, y te regalaron uno de los momentos más gozosos de la vida.

¡Cuánto tenemos que aprender los que nos sentimos elegidos hoy día!

Salir fuera y andar por plazas, cruces y veredas; destilar paz… y un poco de osadía; aligerar las pertenencias y desbordar de alegría; sacudirnos títulos y prebendas; no sentirnos en casa inhóspita; ofrecer buenas noticias y vida y gozar siempre en compañía.

Amén.


 

2025 CICLO C

 TIEMPO ORDINARIO XIV

Jesús envió a sus 72 discípulos a hacer físicamente presente el Evangelio en por medio de su trato fraterno, transmitiendo a todos la paz y da una serie de pautas:

- La oración: El anuncio del evangelio y la eficacia en el trabajo pastoral, es fruto de Dios, es un don y por eso hay que pedirlo. La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. La humanidad está lista, pero faltan trabajadores. La vocación para la misión es don de Dios, y hay que pedirla para cada miembro de la comunidad: De Dios vendrá el éxito de la misión.

- Después los envía de dos en dos, para que se ayuden mutuamente y superen el egoísmo, pero que asuman su propio estilo. Pobreza, humildad, confianza absoluta en la Providencia de Dios. Los envía como corderos, dispuestos a escuchar solo la voz del Buen pastor.

- Los envía sin nada y sin bolsa, no confíen en sus propias fuerzas y en el poder del dinero.

- Que no saluden a nadie por el camino, no dispersarse en charlas y relaciones inútiles que ralentizarían su misión.

- Los envía no sólo a proclamar la paz, sino a ser artífices de paz, ofreciendo siempre, sin embargo, su paz allí donde entren, dejándoles siempre la libertad de aceptarla o rechazarla. Porque la evangelización se difunde por atracción.

- Les invita a no ir de casa en casa, sino a saber contentarse, recordando que la misión no es una búsqueda de comodidad, prestigio y apariencia, sino de servicio y atención a los que uno encuentra.

 A los 72 no les habla de predicar en las plazas y las encrucijadas, sino de hospedarse en los hogares para convivir con las familias, comiendo lo que en ellas se come, sin pedir nada especial. Es así, con este trato cercano y fraterno, como mejor se comunica la paz evangélica.

Cuando he leído el evangelio de esta semana, me ha dejado pensando una frase. «Cuando entréis en una casa, lo primero saludad: “Paz a esta casa”. Si hay allí gente de paz, la paz que les deseáis se posará sobre ellos; si no, volverá a vosotros». En el relato se distinguen dos tipos de personas. La gente de paz y la que no es gente de paz.

Ciertamente, no es fácil alcanzar la verdadera paz que procede de Dios. Pues para lograrla Dios nos pide que renunciemos a todo aquello que nos aleja de Él. Y, sobre todo, nos pide que nos sacrifiquemos por los demás. Y eso es muy duro. Es el camino de la cruz.

En definitiva, las lecturas de hoy nos animan a vivir el Evangelio en la vida cotidiana. Compartamos con otros la paz que Dios nos transmite en lo hondo de nuestro corazón. Solo así seremos realmente felices y, sobre todo, haremos felices a los demás.

Cuando los 72 regresan de la misión, comparten con Jesús, llenos de alegría, la experiencia vivida: Jesús les dice: no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Los ayuda a tomar conciencia de la urgencia de la tarea: más allá del éxito de la misión, lo más importante es la adhesión de los mensajeros a Jesús, y su participación en el Reino de Dios.