jueves, 30 de abril de 2020


Mañana día 1 de Mayo dará inicio la novena a la Virgen de los Desamparados. Al no poder ser en la Parroquia, todos los días a las 19'30h. será publicada tanto en el facebook como en el blog de la Parroquia. Os invitamos a uniros a la misma.

martes, 28 de abril de 2020


ADORACION AL SANTISIMO, EN TIEMPO DEL COVID-19

El tiempo que pasa condiciona nuestra vida y sin embargo nos damos cuenta de lo relativo que es. Llevamos ya 46 días confinados y parece que el tiempo nos pasa volando o parece que no se “mueve” dependiendo de lo ocupados, distraídos, atareados que estemos.
Muchas veces nos quejamos de no tener tiempo, y vivimos abocados hacia afuera, y ahora después de tanto tiempo “en casa” empezamos a vislumbrar que cuanto más trabajamos nuestro interior lo que exteriorizamos es de mejor calidad, más auténtico. Tengamos ahora un momento de adoración ante el Señor.
Estamos en el tiempo de Pascua y cada día al leer las lecturas de los relatos de la Resurrección de Jesús y sus apariciones percibimos que no se narran desde lo histórico sino desde la experiencia.
Esa experiencia no es un privilegio de unos pocos: nace del deseo de encontrar la Vida dentro de nosotros y de darle espacio para que se expanda. Darle tiempo al silencio, tiempo para conectar con nuestro propio centro y ahí nace la certeza, se siente la presencia, la unidad con todo y con todos, una emoción difícil de describir, diferente para cada persona porque todos somos distintos.
La experiencia siempre es personal y comunitaria e íntima:
Personal porque somos únicos y diferentes como lo es toda la creación. Por eso también cada persona experimenta ese “encuentro” de forma personal y va ganando en profundidad a medida que vamos evolucionando.
Comunitaria. Precisamente al compartir las experiencias es donde nuestra fe se fortalece y se confirma. La comunidad es el lugar de la presencia de Jesús resucitado en la que experimentamos el amor, la aceptación y donde sentimos esa fuerza que se expande en el universo de comunión. Somos seres interdependientes y nuestra tendencia natural es hacia la común-unión, hacia la comunión.
Interiorizamos esta presencia de Jesús en medio de nuestra comunidad parroquial, confinada pero unida. Y nos sentimos unidos entre nosotros y a toda la creación, nuestra casa común. Ella está respondiendo de una manera insospechada. Se está purificando, está limpiándose, se está renovando. Para ella es una nueva oportunidad de revivir, de resucitar. El mundo natural puede ser admirado y entendido como reflejo de la Creación de Dios. La pena es que no habíamos captado esa dimensión sagrada de cada átomo, cada célula, cada ser en su complejidad. Nos situábamos como seres superiores observando, estudiando la creación, cosificándola…Todo es sagrado. Lo aprendemos ahora de nuestra hermana naturaleza y nos enseña que no debemos despreciar el contacto con la tierra, sino respetarla, amarla, cuidarla como ella hace con nosotros.
Nos pueden dividir las ideologías, pero no la búsqueda de sentido, de nuevos estilos de vida más acorde con el respeto mutuo, el respeto a la Tierra.

Oración:
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de Tú pasión; Te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de Tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

Tenemos un tiempo maravilloso, este tiempo de Pascua en el que se nos invita a soñar con una vida nueva, renovada, invadida por la presencia del Resucitado en medio de nosotros.


sábado, 25 de abril de 2020


DOMINGO DE PASCUA III
En este tercer domingo de pascua el evangelio nos presenta a los dos discípulos que vuelven a Emaús desanimados y descorazonados. Ellos esperaban que Jesús fuera el libertador de Israel. No son galileos, no forman parte del grupo inicial, pero han alentado las mismas ilusiones que ellos con respecto a Jesús. Estaban convencidos de que el poder de sus obras y de su palabra los pondría al servicio de la gran causa religiosa y política: la liberación de Israel. Sin embargo, lo único que consiguió fue su propia condena a muerte. Ahora sólo quedan unas mujeres lunáticas y un grupo se seguidores indecisos y miedosos, que ni siquiera se atreven a salir a la calle o volver a Galilea. Ellos desencantados cortan su relación con los discípulos y se van de Jerusalén.
Pero Jesús se pone a su lado a caminar con tal aspecto que no pueden reconocerlo. Jesús le explicaba que el Mesías tenía que padecer y morir para entrar en su gloria. Lo curioso es que Jesús no se les revela como el resucitado, se limita a recorrer la Ley y los Profetas, espigando, explicando y comentando los textos adecuados. Más tarde comentarán que, al escucharlo, les ardía el corazón.
Y en un gesto tan habitual como partir el pan se les abren los ojos para reconocer a Jesús. Y en ese mismo momento desaparece. Pero su corazón y su vida han cambiado.
Cuanto necesitamos en nuestras comunidades: recordar a Jesús, ahondar en su mensaje y en su actuación, meditar en su pasión. Que Jesús nos conmueva, que sus palabras nos lleguen hasta dentro y nuestro corazón comience a arder. Sería el despertar de nuestra fe.
Los dos caminantes sienten necesidad de Jesús. Les hace bien su compañía. No quieren que los deje: «Quédate con nosotros». En la cena se les abren los ojos.
Es la experiencia clave: sentir que nuestro corazón arde al recordar su mensaje, su actuación y su vida entera; sentir que, al celebrar la eucaristía, su persona nos alimenta, nos fortalece y nos consuela. Cuando acabe nuestro confinamiento ojalá nuestros encuentros eucarísticos nos motiven y nos fortalezcan y vivamos con mayor intensidad y emoción nuestras eucaristías. Ánimo a todos.

ACCIÓN DE GRACIAS
Mientras caminábamos tristes,
te has acercado respetuoso
a nuestras dudas, temores y desánimos.
Has hecho el camino con nosotros
aceptando nuestro ritmo y paso,
conversando con lenguaje llano y claro.
Con tu palabra y presencia viva
nos has abierto la Escritura
y los caminos de Dios en la historia.
Has calentado nuestro corazón,
has abierto nuestros ojos cegados
y nos has devuelto alegría e ilusión.
¡Quédate con nosotros al declinar el día
y comparte nuestro pan y techo, sin prisa,
antes de enviarnos a ser personas nuevas!
¡Quédate con nosotros y haznos compañía,
vamos a conversar un poco más de tu utopía
y de los horizontes abiertos en nuestras vidas!
Florentino Ulibarri

martes, 21 de abril de 2020


HABLANDO HACIA EMAÚS TE ENCONTRÉ

“Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo. Él les preguntó: - ¿De qué vais conversando por el camino?” Lc 24, 13- 17

Casi recién estrenada la Pascua, en esta reclusión en la que todos nos encontramos, volvemos al quehacer de cada día, a la rutina. Trabajando desde casa, inventado motones de cosas para ir pasando el tiempo, aprovechando para recolocar y ordenar la casa, o los pensamientos.
Pero lo hacemos desde esa alegría del Resucitado. ¿Ha cambiado algo en mi día a día? Puede que sí porque Tú no descansas. No te tomas semanas de vacaciones, y aquí apareces, paseando a mi lado, ¡y yo sin darme cuenta! Y no te limitas a quedarte ahí, no, ese no es tu estilo. Tu estilo es siempre mezclar tu mensaje con mi propia vida. Así que me preguntas:
-“¿de qué vas hablando?”.
Y entonces, curiosamente, me quedo sin palabras. Y me doy cuenta de lo mucho que he hablado ya estos días y ahora soy yo quien se pregunta si he hablado lo suficiente de Ti.
Aprovechemos esta ocasión de contemplar a Jesús resucitado en este momento de adoración y quedemos en silencio ante él, la Pascua eterna. Él que se hace siempre presente y encontradizo en nuestra vida.
Hacemos silencio y contemplamos, Él está aquí a nuestro lado 



 Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo» Is. 55, 10-11 






Y ahora, que me he parado un momento, te encuentro a mi lado. Por fin te miro y te reconozco. Y recuerdo muchas cosas que me han ido pasando. Y empiezo a escucharme y a saber lo que quiero para mí y lo que necesitan los demás. Y decido pensar con calma para poder elegir las palabras que utilizar. Pero, sobre todo, deseo esa calma para escuchar, siempre nueva, la palabra que más tiene que decirme: la tuya, Señor. Y entonces pondré lo que tengo a tu disposición, y probablemente no hagan falta ya las palabras, porque incluso cuando no crea que lo hace, mi vida hablará de Ti; de esa palabra que llena y que abrasa.
TU PALABRA
Haz de mi vida bienaventuranza
pon en mi mirada misericordia
abre mis manos para dar sin precio,
y pon, pon en mi boca tu palabra.
Trae a mis cadenas tu liberación
pon en mis engaños tu verdad profunda
pon en mi cobardía tu evangelio valiente,
y pon, pon en mi boca tu palabra.
Palabra que me inquieta
Palabra que me llama
Palabra que me llena
Palabra que me abrasa
Palabra que pronuncio y todo cambia
La tierra late con tu palabra
Palabra recibida
Palabra proclamada
Palabra que me hiere
Palabra que me sana
Palabra que se encarna y todo cambia
La tierra late con tu palabra
Hazme compasivo, fiel hasta la cruz
Conduce mis pasos, firme tras tus huellas.
La noche más oscura enciende con tu presencia,
y pon, pon en mi boca tu palabra,
Palabra que me inquieta.
Amén





lunes, 20 de abril de 2020



Os compartimos el tañido de nuestras campanas de las 12’03 en este día - festividad de S. Vicente Ferrer-, que han repicado en oración por los enfermos y difuntos de esta pandemia.

domingo, 19 de abril de 2020


LUNES DE SAN VICENTE
Este lunes se celebra la festividad de San Vicente Ferrer, patrono de la comunidad valenciana. A pesar de no poder reunirnos en la Iglesia para celebrar esta fiesta, os dejamos algunas notas para que juntos elevemos gracias a Dios por tal patronazgo.

En ell reconeixem un gran missioner i predicador, a un home de Déu que, fidel als vots de la seua vida religiosa en l’orde dominicana, va anunciar sense parar l’Evangeli en les nostres terres i en tota Europa. Donem gràcies al Senyor per l’exemple i testimoni de sant Vicent que ens convida a donar glòria a Déu cada dia amb les nostres paraules i les nostres obres.

A DÉU, DONEU-LI GLÒRIA (San Vicent)
San Vicente Ferrer nació en Valencia, en la actual calle del Mar, donde ahora está el Pouet de Sant Vicent, el 23 de enero de 1350. Sus padres fueron Guillermo Ferrer, notario y Constança Miquel. Fue bautizado en la Parroquia de san Esteban. Tomó el hábito de fraile dominico en el cercano Real Convento de Predicadores el 5 de febrero de 1367, emitiendo sus votos definitivos el 6 de febrero de 1368. Fue enviado al Convento de Barcelona y al de Lérida donde realizó sus estudios de Filosofía. Desde 1372 estudia Biblia y Teología en Barcelona, y en 1376 estuvo en Toulouse completando su formación. En 1379, ya ordenado sacerdote, es elegido prior del Convento de Valencia, cargo en el que estará poco más de un año. En ese tiempo dio clases de Teología en la Catedral de Valencia, en la actual capilla del Santo Cáliz. En 1388 obtuvo el título de “Maestro en Teología” y fue nombrado “Predicador General” de su orden. Residió en Avignon durante el Cisma de Occidente donde recibió diversos cargos de Benedicto XIII. En 1399 abandona definitivamente esta ciudad y se consagra a su actividad misionera. Predicó por toda la Corona de Aragón, la de Castilla y, además, el sur de Francia, el norte de Italia, Suiza y la Bretaña francesa. En muchos lugares se recuerda su paso por los hechos portentosos que ocurrieron. San Vicente fundó en Valencia una cofradía que desde 1410 se encarga de recoger y educar a los niños huérfanos y abandonados de la ciudad. Su obra sigue viva en el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de san Vicente Ferrer. También en el ámbito social participó en el Compromiso de Caspe en el que se designó heredero de la Corona de Aragón a Fernando de Antequera tras la muerte sin descendencia de Martín el Humano. En 1419 predicó la que sería su última Cuaresma y a los 69 años murió en Vannes (Bretaña francesa) el 5 de abril de ese mismo año. Está sepultado junto al altar mayor de la Catedral. San Vicente fue canonizado el 29 de junio de 1455 en Roma por el papa Calixto III. Su fiesta se celebra el 5 de abril, aunque desde muy antiguo, en Valencia, se celebra el lunes posterior a la Octava de Pascua.

SALMO 96, 1-2.3.7-8a.10
Conteu a tots els pobles les meravelles del Senyor.
Canteu al Senyor un càntic nou,
canteu al Senyor per tota la terra;
canteu al Senyor, beneïu el seu nom,
anuncieu de dia en dia que nos ha salvat.

Proclameu tots els dies sa victòria,
conteu als pobles la seua glòria,
i els seus prodigis a totes les nacions.

Families dels pobles, aclameu al Senyor,
celebreu la glòria i el poder del Senyor,
tributeu honor al nom del Senyor.

Digueu als pobles: El Senyor es Rei;
Ell manté el món ferm i incommobible;
Ell governa els pobles rectament.

 “Bona gent”, Así comenzaba su predicación San Vicente Ferrer hace 600 años. Esta expresión contiene la esencia de la predicación del santo valenciano. San Vicente centraba su predicación en la preeminencia de la gracia y la bendición de Dios sobre la creación y el ser humano. Este contenido lo exponía con cercanía a la gente y con un lenguaje comprensible.
“Bona gent” como saludo inicial representaba el elemento esencial de la persona humana y de su relación consigo mismo, con la sociedad y con Dios. La fuerza de la predicación no sólo se nota en la conversión de sus oyentes sino también en la fuerza del reino ya presente; una fuerza que se deja notar en los signos y prodigios que acompañan al predicador.
San Vicente Ferrer fue hombre polifacético, pero, sobre todo, predicador de la buena nueva por los caminos del mundo. Él vivió a pleno pulmón la fuerza de la predicación,
San Vicente era un hombre cultivado por la PALABRA de Dios y fiable en su predicación por la coherencia de su vida.
Como patrón de nuestra comunidad valenciana y de nuestra Iglesia diocesana se convierte en modelo de testigo de Jesús. Fundamentado siempre en la Palabra y hombre de palabra. Que aprendamos de él.

Oració
Oh Déu, que al frare dominicá sant Vicent Ferrer el féreu ministre de la predicació evangèlica, concediu-nos que vegem regnant en el cel al qui ell va anunciar com a futur jutge en la terra i per la intercessió del nostre patró, servir-vos ab purea de cor i meréixer arribar a les alegries eternes. Amén.
-          San Vicente Ferrer
-          Ruega por nosotros

Padre Nuestro de José María Cano con Montserrat Caballé y Papa Francisco...


sábado, 18 de abril de 2020


La Parroquia, informa que el Sr. Arzobispo ha pedido que suenen las campanas en señal de oración por los enfermos y difuntos de esta pandemia.
Se os informa que todos los días después del toque del Ángelus, a las 12’03h, las campanas de nuestra parroquia, tañerán, llevando así la oración, a la que os rogamos os unáis.


DOMINGO DE PASCUA II
DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

El II Domingo de Pascua es conocido, también, como el «Domingo de la Divina Misericordia». La Misericordia nos muestra la grandeza de Dios, porque nos habla de un Dios que tiene entrañas, un Dios que empatiza, un Dios que tiene corazón y que ese corazón es el centro de gravedad de su amor infinito. La fe en un Dios que es Todo-misericordioso hace que desaparezcan los miedos y abre las puertas a la idea de la reconciliación universal. La Misericordia, con sus obras, nos hace experimentar y sentir la presencia de Dios, para luego poder exclamar: ¡Señor mío y Dios mío!
Los discípulos estaban encerrados en casa por miedo a los judíos. Traicionaron, escaparon, huyeron, aún tienen miedo: desde luego demuestran lo poco que nos podemos fiar de ellos. Sin embargo, Jesús se presenta en medio de ellos. Era una comunidad encerrada en sí misma, con las puertas y ventanas cerradas por miedo, donde no hay aire y hay sensación de aprieto. Ahora si entendemos bien como consecuencia del confinamiento por la pandemia. Sin embargo, Jesús viene. No se coloca ni encima, ni abajo, ni a los lados sino en medio, se coloca en medio de ellos, dice el evangelio. Y les dijo: Paz a vosotros.
No se trata de un deseo o una promesa, sino de una afirmación: la paz de Jesús está aquí. La paz que desciende dentro de nosotros, que viene de Dios. Es la paz para nuestros miedos, para nuestros sentimientos de culpa, para nuestros sueños incumplidos, para las insatisfacciones que ensombrecen los días.
Ocho días después, estando todavía todos juntos Jesús regresa. Regresa con el más profundo respeto: en lugar de regañarles, se pone a su disposición. Tomás no estaba satisfecho con las palabras de los otros diez; no necesitaba una historia, sino un encuentro con su Señor.
Jesús se presenta en medio de ellos y en lugar de imponerse, se propone; se expone en las manos de Tomas: pon tu dedo aquí; extiende tu mano y ponla en mi costado. La resurrección no cerró los agujeros de los clavos, no curó las laceraciones de las heridas. Porque la muerte en la cruz no es un simple accidente para superar: porque esas heridas son la gloria de Dios, la expresión más alta de amor, y por eso permanecerán eternamente abiertas. En esa carne, el amor escribió su historia en las mismas heridas, indelebles como el amor mismo. Tomás exclama sin duda ni equivocación: Señor mío y Dios mío. “Porque me has visto, has creído, Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Esta bienaventuranza va directamente dicha por nosotros.
La fe es el riesgo de ser feliz. Una vida más llena de sentido, una vida vibrante. Herida sí, pero luminosa. Así termina el Evangelio, así empieza nuestro discipulado: con el riesgo de ser felices, a pesar de nuestras heridas llenas de luz.
El evangelio de hoy es toda una invitación a vencer nuestros miedos y a no cerrar nuestras puertas. No es cuestión de ver y tocar, es cuestión de fe, es cuestión de amor, porque el amor es mucho más sólido que nuestras manos. Por ello hay que sentir. Hay que abrir todas las puertas que tengamos cerradas en nosotros mismos y sentir cómo se despierta el amor de quien nos ama y el amor que nos brota ante quienes amamos. Sentir cómo el amor nos reblandece, nos modela, nos configura humanos, nos sitúa como constructores de paz, hacedores de un mundo nuevo, de nuevas situaciones y de circunstancias renovadas. Porque el amor nos dice quiénes somos.

¡POR TU PAZ, SEÑOR!
Porque en Ti confío
Porque en Ti espero
Y, de tu misericordia, agradezco tus desvelos
Y, de tu misericordia, espero tus caricias
Y, de tu misericordia, añoro tu abrazo
Y, de tu misericordia, deseo la paz verdadera
la paz que Tú sólo das
la paz que, sin Ti,
no la puede alcanzar el mundo. Amén.


UNCIÓN DE ENFERMOS Y ANCIANOS
En este segundo domingo de pascua, el domingo de la misericordia, teníamos programada la unción comunitaria de los enfermos y ancianos. Recordemos a todos nuestros enfermos y mayores, a todos los afectados por la pandemia, a los fallecidos, a los que trabajan con ahínco para facilitar la vida a toda la sociedad. Ánimo a todos.

ORACIÓN CONTRA EL CORONAVIRUS
Señor Jesús, nuestro Médico Divino
te pedimos que nos guardes y protejas del coronavirus
y de todas las enfermedades letales.
Ten piedad de todos los que han muerto.
Sana a todos los que están enfermos.
Ilumina a todos los científicos que están buscando un remedio.
Fortalece y protege a todos los asistentes sanitarios
que están ayudando en estos momentos a los enfermos.
Dales la victoria a todos los responsables civiles
que están intentando limitar el contagio,
y dale la paz a todos los que tienen miedo y están preocupados,
especialmente los ancianos y las personas en situación de riesgo.
Que María la Virgen de los Desamparados sea nuestra defensa y salvación
Y nos proteja bajo su manto.
Nos abandonamos con toda confianza en tu infinita misericordia. Amén



CÁRITAS INTERPARROQUIAL DE DENIA 
ANTE EL CORONAVIRUS “LA CARIDAD NO CIERRA”

Desde un primer momento, Cáritas Interparroquial de Denia, que es expresión del Mandamiento del Amor de Jesucristo, ha continuado prestando las ayudas a los usuarios de las Cáritas a través de las Tarjetas Pre-pago, aumentando su asignación ante esta nueva crisis.
De momento atendemos a 140 familias, que suponen 370 personas de nuestra ciudad a través de las tarjetas solidarias con las cuales se pueden adquirir alimentos de primera necesidad en los establecimientos del ramo alimenticio.
Con la gestión bancaria, se les recarga directamente la tarjeta con lo cual no tienen que acudir a las parroquias, por el confinamiento.
Esta situación provocada por la pandemia y todo lo que conlleva, ha provocado un aumento de personas que acuden a Cáritas pidiendo ayuda. Todas ellas son atendidas puntualmente, por teléfono, generando la ayuda que necesitan, principalmente en alimentación.
Así mismo, ante la necesidad urgente de materiales sanitarios, mascarillas, batas etc. para los centros sanitarios, residencias, etc. desde el taller de costura del proyecto de empleo de Cáritas Interparroquial, se genera un equipo de voluntarios de más de 50 personas para la confección de dichos materiales.
El centro logístico está en la Parroquia de San Miguel, donde se concentra la materia prima, (telas, goma elástica…) obtenida de donaciones tanto de particulares como de empresas, y posteriormente la distribución de todo lo confeccionado a través de la colaboración de Protección Civil.
Las entregas se han realizado a los Hospitales, residencias, y Servicios Sociales, tanto a nivel de Dénia, como de comarca y a Cáritas Diocesana.
También queremos agradecer los donativos recibidos de particulares y entidades.
La cuenta de Cáritas Interparroquial de Dénia, para aquellas personas que quieran aportar su ayuda económica es la siguiente:
CAIXA POPULAR ES08 3159 0044 5825 4451 4728

miércoles, 15 de abril de 2020


COMO HOY TENDRÍAMOS NUESTRA ADORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO OS OFRECEMOS ESTA PRECIOSA REFLEXIÓN PARA QUE OS ACOMPAÑE.ÁNIMOS Y FUERZA PARA TODOS.

ADORACIÓN

¿DÓNDE QUIERES PONER LA MESA ESTE AÑO?
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Mt 26, 17-19
Meditando este versículo de los textos de esta semana santa precisamente en situación de confinación a la que nos vemos sometidos, encontré este texto de esta teóloga que me parece enriquecedor tener la oportunidad de meditarlo juntos.

“Al atardecer, se puso a la mesa” (Mt 26,20) una gran piedra como ara de ofrenda y, alzando los brazos dijo: Esta es la Mesa del Mundo, a la que está invitada toda la Humanidad. Sin distinción de culturas, razas, religiones, sexos o categorías sociales.
El status social no cuenta para sentarse en esta mesa. El rico no tendrá sitio preferente, ni el pobre quedará esperando que le digan donde sentarse.
Los niños y niñas estarán en primera fila, para que no se aburran sin ver nada. Me habéis oído decir muchas veces: “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Y cuando quieran marcharse a correr, dejadles, ya han tenido bastante encierro en las casas, sin ir al colegio, sin jugar en la calle.
Las personas mayores tendrán asientos especiales, y estarán rodeadas de sus hijos e hijas, nietos y nietas, liberadas del desconsuelo que han vivido sin poder ver a los que quieren y echando de menos a los que se fueron.
Las mujeres agredidas en el encierro por sus parejas, intentando proteger a sus hijos, disfrutarán de la libertad de verse cuidadas y atendidas.
Profesoras y profesores que han trabajado on line con los alumnos. Trabajadores y trabajadoras de tiendas de alimentación y supermercados, transportistas y camioneros, trabajadores de recogida de basura, conductores de autobuses urbanos, bomberos, policías, militares, guardias civiles, voluntarios de organizaciones humanitarias, personal de limpieza de hospitales, empleados de fábricas que han trabajado haciendo mascarillas y trajes de protección sanitarios, trabajadores de los tanatorios y lugares dedicados a resguardar y tratar con dignidad a quienes han muerto a causa de la pandemia.
Científicos trabajando a destajo para encontrar una vacuna que pueda parar tanta muerte. Enfermos, sus familias, vecinos que se han ayudado, todas y cada una de las personas que en el sufrimiento han mostrado solidaridad, han dado consuelo, han tenido empatía, han practicado el cuidado, la cercanía en la distancia con una llamada, un WhatsApp, una sonrisa, han acompañado a quienes han vivido solos el tiempo de encierro. Los que han orado, unos por otros… Todos estáis llamados a compartir la Mesa del Mundo.
En la Mesa del Mundo, como en la Cena de Pascua con los Doce, también se sientan quienes no acaban de entender la dimensión que tiene la Fraternidad Universal. Toman asiento creyendo que son lo que no son y deseando lo que les impide comprender que todos somos del mismo barro; que desde el día que llegaste al mundo formas parte de la familia universal y que eres hijo de Dios, le llames como le llames.
Los Doce habían discutido en otros momentos quien era el más importante. Se suscitaban envidias por los puestos que tendrían en el Reino. ¡Qué ingenuos!
Aquella noche, la traición se hizo presente: Judas por su ambición de poder y de dinero, y Pedro por el miedo a las consecuencias de dar testimonio.
Y todos celebraban la misma Cena y estaban sentados en la misma Mesa.
Se hizo un gran silencio y, pasados unos momentos, alguien empezó a aplaudir. Eran las ocho. Todos en pie batiendo las palmas y mirando alrededor… ¡No han venido! ¿Dónde están?
El personal sanitario de todos los hospitales del mundo que había combatido con todas sus fuerzas y su profesionalidad el ataque masivo del bicho invisible, se fue acercando y rodeando la Mesa del Mundo.
Sonrientes y agradecidos por los aplausos de los presentes, las sonrisas se mezclaban con las lágrimas. Poco a poco, los aplausos fueron dejando espacio a un gran silencio.
Entonces, “Jesús se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies del personal sanitario y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido”. (Jn 13, 4-5)
Al verlo, muchos de los presentes se acercaron a Jesús y se pusieron a lavar los pies a todos los que habían luchado con su trabajo y desvelo para arrebatar al virus la vida del mayor número de personas, en jornadas maratonianas en los hospitales y sin poder estar con sus familias.
Él mirando a todos dijo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros; que, como yo os he amado, así os améis también entre vosotros”. (Jn 13, 34)
Ya era de noche, se puso en pie y alzando los ojos al cielo, dio gracias al Padre.
Mari Paz López Santos


Nos estás solo, no estamos solos, porque el AMOR que es Jesús sacramentado, lleva a todos en el corazón, aunque nos quedemos en casa.



domingo, 12 de abril de 2020

CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN-
BENDICIÓN Y CANTO DEL REGINA COELI EN HONOR A LA VIRGEN
MOMENTO DE LA CONSAGRACIÓN, EN LA CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN, DE ESTA MAÑANA EN NUESTRA PARROQUIA.
Repique de las Campanas de nuestra Parroquia, en el Domingo de Pascua de Resurrección


DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

En este día luminoso y radiante ha estallado la vida, la vida plena, la que nos trae Jesús resucitado. Jesús con su resurrección no trae solamente una pequeña prolongación de algunos años más en esta vida que ahora tenemos. Lo que consigue y trae es la victoria total sobre la muerte, la vida plena y verdadera, la que Él tiene reservada para todos. Se trata de un cambio en calidad, de conseguir en Jesús la plenitud humana lejos ya de toda amenaza de muerte.
La buena noticia de esta Pascua tan extraña y tan sentida es que no hay que temer. No tengamos miedo, Él nos dice “no temáis, ¡soy yo! Porque el miedo se apodera de sus discípulos. El Viernes Santo cuando condujeron a Jesús a la cruz, esto sí lo entendían. Y se decían los unos a los otros: ¡Ya lo había dicho yo! ¡Esto no podía acabar bien! ¡Jesús se estaba comprometiendo demasiado!
A los cristianos de hoy nos pasa lo mismo, o parecido. No hay quien nos convenza de que Dios es buena persona, de que nos ama, de que nos tiene preparada una gran felicidad interminable. Nos encanta vivir en las dudas, temer, no estar seguros. No nos cabe en la cabeza que Dios sea mejor y más fuerte que nosotros. Y seguimos viviendo en el miedo. Un miedo que sentimos a todas horas. Miedo a que la fe se vaya a venir abajo un día de éstos; miedo a que Dios abandone a su Iglesia; miedo al fin del mundo que nos va a pillar cuando menos lo esperemos. Miedo, miedo.
Si Él venció a la muerte, también a mí me ayudará a vencerla. Cuántas cosas cambiarían en el mundo, si todos los cristianos nos atreviéramos a vivir a partir de la resurrección, si viviéramos sabiéndonos resucitados. Trabajaríamos sabiendo que nuestro trabajo colabora a la resurrección del mundo. Cómo amaríamos sabiendo que amar es una forma inicial de resucitar.
La resurrección de Cristo y la fe de todos en la resurrección es lo que podría cambiar y vivificar el mundo contemporáneo. Y cada uno de nosotros, con su esperanza, puede añadirle al mundo un trocito más de esperanza, un trocito más de resurrección.
Lo realmente difícil es vivir la resurrección en el aquí y ahora, no vivirla como un premio sino como un nuevo modo de existencia, encontrar pequeños signos en la vida ordinaria que nos hablan de esa conexión con el autor de la vida. El Cielo y la Tierra en unidad, inseparables, la luz y la tiniebla, la muerte y la vida cohabitando en nuestro escenario vital.
Recordemos hoy día de Pascua, de esta Pascua tan florida pero encerrada, venceremos porque lo esencial de los cristianos es ser testigos de la resurrección, mensajeros del gozo. FELIZ ESTALLIDO DE VIDA

ACCIÓN DE GRACIAS
Hoy estamos contentos, más alegres que nunca.
Cristo ilumina nuestra oscuridad.
Se han roto nuestras cadenas,
nuestras esclavitudes han sido liberadas,
han saltado todos los cerrojos que nos aprisionan,
se han rasgado todas las cadenas que teníamos.
La noche se ha convertido en mediodía
el desierto en vergel,
el sequedal en río abundante de agua fresca.
La noche de la injusticia,
del odio, de la indiferencia… se ha iluminado de esperanza.
En la noche del miedo y de la duda ha brotado la luz de la libertad.
Se han abierto los ojos de los ciegos
y los sordos escuchan por primera vez una palabra de salvación.
En la noche, la muerte se ha rasgado y ha amanecido la vida, por Jesucristo.
La noche ha sido vencida.
Cristo ha resucitado y nos ha librado de una vida vacía,
oscura y sin horizonte.
Nos ha demostrado que es posible
ser fiel a los valores del Evangelio hasta el final.
Y ya conocemos el camino de la bienaventuranza, de la plenitud,
de la alegría, de la vida: es Jesucristo.
Él ha abierto una brecha de esperanza en la historia.
Y hemos visto una luz grande.
Gracias porque hoy elegimos ser libres,
libres como Jesús,
de todas las ataduras para amar y servir,
para construir una sociedad nueva: el Reino de Dios.
Gracias porque hoy es el día más importante para nosotros:
la vida, la luz, la salvación se nos han acercado,
han salido a nuestro encuentro, y nos han alcanzado
como la lluvia, nos han calado hasta los huesos.
¡Estamos en un camino de salvación!
¡Nuestro futuro es la vida!
¡Nuestro futuro es Dios!
La vida tiene sentido y valor, vivida desde Dios.
Gracias porque has resucitado y nosotros somos testigos
Ayúdanos a transmitir a otras personas
lo que hoy hemos descubierto.

sábado, 11 de abril de 2020


Al final de la misa, después de la bendición, el celebrante en este día en el cual hemos celebrado la Pascua del Señor, es justo, según la tradición de los Siervos de Santa María, alegrarnos con la Madre por la resurrección del Hijo: esto en efecto fue el acontecimiento que plenamente realizó su espera y a todos los hombres donó la salvación. Y nosotros que, la hemos contemplado unidos en el dolor, ahora, redimidos, la exaltamos, unidos en Alegría Pascual.
















2020 VIGILIA PASCUAL
iResucitó! !Aleluya, alegría! Alegría, porque Él resucitó. La luz pascual brilla en medio de la noche y alumbra a todos: a los niños que acaban de asomarse a la vida y a los ancianos que se preguntan a dónde van sus años; a los que rezan en la paz de sus casas, porque las iglesias están cerradas por motivos de salud pública; a los solitarios que consumen su vida en el silencio y a los que gritan su gozo desde los balcones y ventanas.
Como el sol se levanta sobre el mar victorioso, así Cristo se alza encima de la muerte. Como se abren las flores, aunque nadie las vea, así revive Cristo dentro de los que le aman.
Queremos proclamar la VIDA en medio de la vida.
• La Iglesia celebra la Pascua cuando proclama al Resucitado siendo testigo, misionera, anunciadora y transmisora del encuentro transformador y configurador con Jesús resucitado.
Queremos proclamar la VIDA en medio de la vida.
• Los creyentes celebremos la Pascua cuando somos puente hacia la Vida, hacía Galilea, cuando nos acercamos a los lugares donde la vida en todas sus formas se ve amenazada
Queremos proclamar la VIDA en medio de la vida.
• Todos nosotros celebramos la Pascua cuando seguimos las huellas de Jesús, prosiguiendo su causa, luchando a diario en pro de la Vida, a favor de los marginados, allí donde Él se hace presente.
Queremos proclamar la VIDA en medio de la vida.
• Socialmente celebramos la Pascua en estos momentos siendo responsables con las medidas de cuidados que se nos han dado; solidarios con todos los infectados y colaborando en la erradicación del virus.
Queremos proclamar la VIDA en medio de la vida.
• La humanidad celebra la Pascua favoreciendo una vida sana, digna y justa para todos los hombres y mujeres, cuidando nuestra Casa común y proclamando la VIDA con mayúsculas.
Queremos proclamar la VIDA en medio de la vida.
“Hoy la muerte morirá ante la VIDA”
Jesús ha resucitado y de este modo ha estallado la vida, que se difunde a todos y se manifiesta, en quien la reciba por la fe, como motivación, fuerza y luz en medio de contradicciones, límites y debilidades.
Oremos
Padre bueno, celebrar la Pascua es entender la vida de manera diferente: vivir la certeza de que Tú estás en medio de nuestras pobres vidas, rescatando siempre todo lo bueno, lo bello y sano que hay en cada uno de nosotros. Te damos gracias por tu Hijo Jesús Resucitado. Amén
Contigo, Señor, estar.
Contigo, Señor, vivir.
Contigo, Señor, andar.
Contigo, Señor, reír.
Contigo, Señor, amar.
Contigo, Señor, servir.
Contigo, Señor, sembrar.
Contigo, Señor, sufrir.
Contigo, Señor, perder.
Contigo, Señor, morir.
Contigo, Señor, vencer
y resucitar al fin.