Al final de la misa, después de la bendición, el celebrante en
este día en el cual hemos celebrado la Pascua del Señor, es justo, según la tradición
de los Siervos de Santa María, alegrarnos con la Madre por la resurrección del
Hijo: esto en efecto fue el acontecimiento que plenamente realizó su espera y a
todos los hombres donó la salvación. Y nosotros que, la hemos contemplado unidos
en el dolor, ahora, redimidos, la exaltamos, unidos en Alegría Pascual.
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