ADORACION AL SANTISIMO, EN TIEMPO
DEL COVID-19
El tiempo que pasa condiciona nuestra vida y sin
embargo nos damos cuenta de lo relativo que es. Llevamos ya 46 días confinados
y parece que el tiempo nos pasa volando o parece que no se “mueve” dependiendo
de lo ocupados, distraídos, atareados que estemos.
Muchas veces nos quejamos de no tener tiempo, y
vivimos abocados hacia afuera, y ahora después de tanto tiempo “en casa”
empezamos a vislumbrar que cuanto más trabajamos nuestro interior lo que
exteriorizamos es de mejor calidad, más auténtico. Tengamos ahora un momento de
adoración ante el Señor.
Estamos en el
tiempo de Pascua y cada día al leer las lecturas de los relatos de la
Resurrección de Jesús y sus apariciones percibimos que no se narran desde lo
histórico sino desde la experiencia.
Esa
experiencia no es un privilegio de unos pocos: nace del deseo de encontrar la
Vida dentro de nosotros y de darle espacio para que se expanda. Darle tiempo al
silencio, tiempo para conectar con nuestro propio centro y ahí nace la certeza,
se siente la presencia, la unidad con todo y con todos, una emoción difícil de
describir, diferente para cada persona porque todos somos distintos.
La experiencia
siempre es personal y comunitaria e íntima:
Personal porque somos
únicos y diferentes como lo es toda la creación. Por eso también cada persona
experimenta ese “encuentro” de forma personal y va ganando en profundidad a
medida que vamos evolucionando.
Comunitaria. Precisamente
al compartir las experiencias es donde nuestra fe se fortalece y se confirma.
La comunidad es el lugar de la presencia de Jesús resucitado en la que
experimentamos el amor, la aceptación y donde sentimos esa fuerza que se
expande en el universo de comunión. Somos seres interdependientes y nuestra
tendencia natural es hacia la común-unión, hacia la comunión.
Interiorizamos esta
presencia de Jesús en medio de nuestra comunidad parroquial, confinada pero
unida. Y nos sentimos unidos entre nosotros y a toda la creación, nuestra casa
común. Ella está respondiendo de una manera insospechada. Se está purificando,
está limpiándose, se está renovando. Para ella es una nueva oportunidad de
revivir, de resucitar. El mundo natural puede ser admirado y entendido como reflejo
de la Creación de Dios. La pena es que no habíamos captado esa dimensión
sagrada de cada átomo, cada célula, cada ser en su complejidad. Nos situábamos
como seres superiores observando, estudiando la creación, cosificándola…Todo es
sagrado. Lo aprendemos ahora de nuestra hermana naturaleza y nos enseña que no
debemos despreciar el contacto con la tierra, sino respetarla, amarla, cuidarla
como ella hace con nosotros.
Nos pueden
dividir las ideologías, pero no la búsqueda de sentido, de nuevos estilos de
vida más acorde con el respeto mutuo, el respeto a la Tierra.
Oración:
Oh Dios, que
en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de Tú pasión; Te pedimos
nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu
Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de Tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
Tenemos un tiempo maravilloso, este tiempo de Pascua
en el que se nos invita a soñar con una vida nueva, renovada, invadida por la
presencia del Resucitado en medio de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario