Vía Crucis correspondiente al Viernes 3 de Abril
MEDITADO POR LAS MAYORALESAS DE LA VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS
MARIA VIVE EL VIACRUCIS DE SU HIJO
Por la señal, de la Santa Cruz de
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y
hombre verdadero, Creador, Padre y redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad
infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de
haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del
infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más
pecar, confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Pausa de silencio
INTRODUCCION
Aquí nos tienes, Señor, para
recorrer contigo el camino hasta el Calvario. Queremos escuchar tus palabras
dolorosas, grabarlas en nuestra alma, para que no olvidemos jamás la lección de
tu cruz y de tu muerte.
La vida es un camino de cruz para toda persona. ¿Acaso no hay en la
vida sufrimientos, caídas, injurias,
rechazos, condenas, muerte, sepultura? Pero también existe la alegría, el gozo,
la satisfacción. ¡Existe la Resurrección! Juntos recorramos con María este
camino al Calvario y aprendamos de ella la fortaleza, la confianza, el abandono
en el Padre.
Primera Estación
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Era el viernes por la mañana,
cuando vi a mi hijo. Era la primera vez que lo veía desde que lo tomaron preso.
Su destrozada y sangrante piel, clavó una espada de profundo dolor en mi
corazón y las lágrimas rodaron por mis mejillas. Entonces, Pilatos, desde su
tribunal de juez preguntó al gentío ¿por qué querían ejecutar a mi hijo? Todos
a mi alrededor vociferaron ¡crucifícalo! Deseé ardientemente pedirle que
parara, pero yo sabía que esto tenía que suceder, y así, me quedé de pie,
llorando en silencio.
Pausa de silencio
Señor Jesús: Me es muy difícil
imaginar la angustia que tu Madre sintió al ver cómo te condenaban, pero, ¿qué
tal ahora cuando guardo rencor? ¡Crucifícalo! ¿Cuándo juzgo a los otros? ¡Crucifícalo!
¿No provoca esto lágrimas de angustia en los dos, en ti y en Tu Madre?
¡Perdóname, Jesús!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Segunda Estación
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Tomando un poco de nuevas fuerzas
caminó junto con el gentío hasta la entrada de la plaza. Los soldados se
burlaban a sus espaldas cuando la puerta se abrió con violencia. Mi hijo casi
se caía. Dos hombres arrastraron una pesada cruz de madera y la echaron sobre
sus espaldas. Después lo empujaron violentamente a la calle. Mi dolor al verlo
fue insoportable. Hubiera querido quitarle la cruz y llevarla yo. Yo sabía que
esto tenía que suceder, y así, caminé en silencio.
Pausa de silencio
Señor Jesús: Te suplico que
perdones las muchas veces que he aumentado el peso de tu cruz, cerrando los
ojos ante el dolor y la soledad del prójimo. Perdóname por murmurar de los
demás y por tratar siempre de buscar excusas para deshacerme de algunas
personas que desearían una palabra mía. Ayúdame a ser como María, siempre
buscando aligerar las cruces de los demás. ¡Perdóname, Jesús!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Tercera Estación
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Seguía de cerca tras de mi hijo,
mientras tambaleante se dirigía al calvario. Nada nunca me había herido tanto
como verlo ahora en tanto dolor. Vi la cruz abriéndose camino en la carne de
sus espaldas. Mi corazón desfalleció cuando lo vi caer de cara al suelo, con la
cruz cayéndole de lleno en su espalda. Por un momento pensé que mi amado hijo
estaba muerto. En ese momento todo mi cuerpo comenzó a temblar. Entonces los
soldados lo patearon. Él se levantó lentamente y comenzó de nuevo su camino, a
pesar de que continuaron azotándolo. Hubiera querido protegerlo con mi propio
cuerpo. Yo sabía que esto tenía que suceder,
y así, caminé y lloré en silencio.
Pausa de
silencio
Señor: ¿Cuántas veces te he visto
caer y a diferencia de María te he dejado ahí, sin importarme? ¿Cuántas veces
he visto a otra gente cometer errores y me he burlado de ellos? ¿Cuántas veces
me he sorprendido enojándome porque alguien piensa diferente de mí? María te
ofreció su apoyo durante toda Tu pasión. Ayúdame a hacer lo mismo por Ti,
brindando apoyo a los demás. Señor: ¡Ten misericordia de mí!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Cuarta Estación
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Me abrí paso entre el gentío y
caminé junto a mi hijo. Lo llamé a gritos, se detuvo. Nuestros ojos se
encontraron, los míos, llenos de lágrimas y angustia; los de Él, llenos de
dolor y confusión. Me sentí desesperada y entonces sus ojos me dijeron ¡ánimo!,
todo esto servirá para algo. A medida que tambaleante caminaba, supe que tenía
razón, y así, lo seguí y recé en silencio.
Pausa de silencio
Señor Jesús: ¡Perdóname las
muchas veces que nuestros ojos se encontraron y yo cambié mi mirada! ¡Perdóname
las veces que cuando las cosas no se hicieron a mi manera, se lo hice saber a
todos! ¡Perdóname las veces que perdí la tranquilidad por pequeños
inconvenientes o me desanimé y no puse atención a tus llamados a tener ánimo!
Sí, Señor, nuestras miradas se han cruzado muchas veces, pero sin fruto
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Quinta Estación
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Yo debería ahora verme
completamente desamparada, al mirar a mi hijo tratando de cargar su pesada
cruz. Cada uno de sus pasos parecía ser el último. Sentí todos sus dolores en
el corazón y desee ardientemente que todo llegara a su final. En ese momento
noté un alboroto cerca de Jesús. De entre el gentío los soldados empujaron a un
hombre que se resistía. Lo obligaron a tomar parte de la cruz para aligerar su
peso a mi hijo. El hombre preguntó a los soldados ¿por qué tenía que suceder
así? ¡Yo sabía por qué! Y así, lo seguí
en silencio.
Pausa de silencio
Señor Jesús: Muchas veces me he
negado a ayudarte, he sido un egoísta. Muchas veces he puesto en duda tu
palabra. No me dejes permanecer como Simón, ayúdame a ser como tu Madre María
que siempre te siguió y obedeció en silencio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Sexta Estación
LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
A medida que seguía de cerca a
Jesús, una mujer empujó a un lado a los soldados. Se quitó el velo y comenzó a
limpiar el rostro sudoroso y ensangrentado de mi hijo. Los soldados la
apartaron inmediatamente. El rostro de aquella mujer parecía decir: ¿Por qué
hacen esto con Él? Yo lo sabía, y así, caminé en la fe, en silencio.
Pausa de silencio
Señor: Esta mujer te dio lo mejor
que tenía y yo, por el contrario, más bien he deseado recibir que dar.
Diariamente se me han presentado muchas oportunidades para darte algo, dándome
a los demás y las he dejado pasar. Salvador mío: nunca me dejes preguntar de
nuevo ¿por qué?, sino ayúdame a darte todo lo que tengo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Séptima Estación
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
De nuevo mi Hijo cae y de nuevo
mi dolor era abrumador, de solo pensar que podía morir. Comencé a caminar hacia
Él, pero los soldados me lo impidieron. Él se levantó y tambaleó lentamente hacia
adelante. Viendo a mi hijo caer y levantarse de nuevo y seguir, mi angustia era
más amarga. Y así, sabiendo que esto tenía que suceder, caminé en
silencio.
Pausa de silencio
Señor: De todas las gentes, María
fue tu más fiel seguidora no deteniéndose nunca, a pesar del dolor que sintió
por ti. Muchas veces me he apartado de ti por mis pecados y he inducido a otros
a apartarse de ti. Te pido que tengas misericordia de mí.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Octava Estación
JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Iba caminando unos pasos atrás de
Jesús, cuando vi que se detuvo. Algunas mujeres estaban ahí, llorando por Él,
compadeciéndose de mi hijo. Jesús les dijo que no derramaran lágrimas por Él.
Ellas tuvieron la oportunidad de aceptarlo como Mesías. Como muchos otros,
también ellas lo rechazaron. Les dijo que más bien derramaran lágrimas por
ellas mismas, lágrimas que las llevaran a la conversión. Ellas no veían la
relación entre esto y el camino de mi hijo a la muerte. Yo sí, y así, caminé y
lo seguí en silencio.
Pausa de silencio
Salvador mío: Muchas veces he
actuado como estas mujeres, viendo siempre las faltas de los demás y
compadeciéndome de ellos, y muy rara vez he visto mi propia maldad y pedido tu
perdón. Señor: Tú me has dado una lección en estas mujeres. ¡Perdóname, Señor,
por mi ceguera!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Novena Estación
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Con esta caída de Jesús comenzó
la agonía para mí. No solamente cayó nuevamente en el suelo pedregoso, sino que
estaba ya por llegar a la cima de la crucifixión. Los soldados le gritaron y lo
maltrataron, casi hasta arrastrarlo en sus últimos pasos. Imaginando cuál sería
la siguiente injuria que le harían, se me destrozó el corazón. Yo sabía que esto
tenía que suceder, y así, subí al calvario detrás de Él, en silencio.
Pausa de silencio
Mi amado Jesús: Reconozco que
muchas veces he tendido mi mano para ayudar a la gente, pero cuando esto me
trae inconvenientes o me causa sufrimiento, los dejo, poniendo pretextos.
Ayúdame, Señor, a ser como María, tu madre, y nunca retirar el apoyo de mi mano
a quienes lo necesiten.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Estación
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Con mi hijo finalmente aligerado
del peso de la cruz, pensé que podría tener oportunidad de descansar, pero los
soldados comenzaron luego a arrancarle las ropas de su piel llena de sangre
coagulada. El ver a mi hijo en tanto dolor me fue insoportable, y así, sabiendo
que todo esto tenía que suceder, me quedé de pie, llorando en silencio.
Pausa de silencio
Señor: A mi manera yo también te
he desnudado, he despojado a otros de su buena fama con murmuraciones sin
sentido y despojé de su dignidad a seres humanos con mis prejuicios. Jesús: Te
he ofendido de muchas maneras a través de las ofensas hechas a otros. Ayúdame a
verte en todas las gentes.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Undécima Estación
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Al tiempo que arrojaban a Jesús
sobre la cruz, voluntariamente dejó que lo clavaran. Cuando agujeraron sus
manos y sus pies, sentí el dolor en mi corazón. Después levantaron la cruz. Ahí
estaba mi hijo, al que tanto amaba, siendo despreciado a medida que luchaba
hasta los últimos momentos de su vida terrena. Yo sabía que esto tenía que
suceder, y así, permanecí de pie y oré en silencio.
Pausa de silencio
Señor: ¡Cuanto dolor soportaste
por mí! y ¡cuánto dolor tu Madre sufrió viendo a su único Hijo morir por amor a
mí! A pesar de todo, ambos, Tú y tu Madre, están dispuestos a perdonarme tan
luego me arrepienta de mi pecado. ¡Ayúdame, Señor, a apartarme de mi
maldad!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Duodécima Estación
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
¿Qué más doloroso sufrimiento
puede haber para una Madre, que ver morir a su hijo enfrente de sus ojos? Yo,
que traje al mundo al Salvador y que lo vi crecer, estuve de pie, impotente
bajo la cruz. Al tiempo que inclinaba su cabeza y moría, su angustia terrena
había terminado, pero la mía, era más terrible que nunca, pero esto tenía que
suceder y lo había aceptado, y así, permanecí de pie y sufría en silencio.
Pausa de silencio
¡Ten misericordia de mí por lo
que mis pecados te han hecho y a los demás! Te doy gracias por tu gran acto de
amor. Tú dijiste que el verdadero amor es dar la vida por los amigos. Permíteme
ser siempre tu amigo. Enséñame a vivir mi vida para los demás y a no defraudarte
otra vez.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Decimotercera Estación
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
El gentío se fue. El alboroto se
terminó. Yo me quedé de pie silenciosamente, con uno de los amigos de Jesús.
Miré el cuerpo muerto de nuestro Salvador, mi Hijo. En ese momento, dos hombres
bajaron el cuerpo de la cruz y lo depositaron en mis brazos. Un profundo dolor
se apoderó de mí ser, pero al mismo tiempo sentí una profunda alegría. La vida
había terminado cruelmente para mi Hijo, pero esa misma muerte trajo la vida
para todos nosotros. Yo sabía que todo esto tenía que suceder, y así, oré en
silencio.
Pausa de silencio
Señor: Tu pasión terminó, pero,
tu pasión continúa cada vez que peco contra ti. He cooperado con mi parte a tu
crucifixión, y ahora, Salvador mío, imploro tu perdón con todo mi corazón.
Ayúdame a vivir una vida digna de ti y de tu Madre Santísima.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Decimocuarta Estación
JESÚS ES SEPULTADO
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Llevamos el cuerpo de Jesús a una
tumba y yo misma lo coloqué ahí. Llorando en silencio, alegrándome en silencio,
eché una mirada más a mi amado Hijo y después salí. Cerraron la tumba y antes
de que me fuera pensé: Yo sabía que todo esto tenía que suceder, que tenía que
suceder por ti y que tenía que esperar con fe, en silencio.
Pausa de silencio
Sí, Señor mío: Esto tenía que
suceder por el amor que me tienes y no por otra razón. Lo único que te pido es
que viva una vida buena. Nunca dijiste que una vida así fuera fácil. Quiero
dejar atrás el pecado y vivir solamente para ti en mis hermanas y
hermanos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Oremos:
No quisiéramos, Señor, que
terminase este trayecto hasta el Gólgota sin manifestarte nuestro más profundo
agradecimiento por la ofrenda de tu vida en la cruz.
Tú nos dijiste Señor, que al
final del camino, la luz se impondrá a la tiniebla, la verdad sobre la mentira,
tu Reino sobre los falsos castillos levantados por el hombre y la vida sobre la
muerte.
No podría estar más agradecida
por el sacrificio de mi Hijo por nosotros. Sin embargo, que vaciedad sentí
tratando de vivir sin Él a quien amaba tanto, pero solamente dos días más tarde
esta vaciedad se llenó más allá de lo creíble. ¡Él había resucitado!
Salvador nuestro: ¡Gracias!
¡Gracias por tan interminable amor que nos ayuda a levantarnos de nuestra
propia maldad! Intentaremos otra vez vivir una vida mejor. Ayúdanos a recordar
siempre tu amor, Madre de nuestro Salvador Resucitado: Enséñanos a ser como Tú
y en el amor a los demás, devolver a tu hijo su amor. Amén
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