MARTES
SANTO
Hoy teníamos la celebración penitencial
para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua de Resurrección, el triunfo de
la vida sobre la muerte, el triunfo del amor sobre el odio, el triunfo de la
gracia sobre el pecado. Pero por este confinamiento no podremos reunirnos,
entonces ¿cómo poder prepararnos espiritualmente para este acontecimiento? El
papa Francisco nos lo dijo en 20 de marzo en la casa de Santa Marta
“Yo
sé que muchos de vosotros por Pascua acudís a hacer la confesión para reencontraros
con Dios, pero muchos me dirán: ‘Padre, ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un
confesor?, porque no se puede salir de casa y yo quiero hacer las paces con el
Señor. Yo quiero que Él me abrace... ¿Cómo puedo hacer si no encuentro
sacerdote?”.
El Papa señaló: “Si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, Él es tu
Padre. Dile la verdad: … Y pídele perdón, con todo el corazón, con el acto de
dolor”. No obstante, esa confesión espiritual, para que sea efectiva, debe
tener una promesa: confesarse con un sacerdote en cuanto sea posible”
Así pues, volvemos juntos al Padre,
todos iguales y todos en la misma condición de aislamiento. Sintámonos
comunidad, pidamos los unos por los otros, su gracia y su Espíritu que es
fuerza y energía llegará a nosotros a nuestros hogares. Recordemos la parábola
del hijo prodigo: Aquel hijo que se había ido con todo el dinero y lo había
malgastado. Pero si el padre lo ve a lo lejos es porque lo esperaba. Salía a la
terraza muchas veces al día durante, meses, meses, años, quizás, esperando al
hijo. Y lo vio a lo lejos. Vuelve donde está tu padre. Él te espera. Es la
ternura de Dios que te habla, especialmente en la cuaresma. Es tiempo de entrar
en nosotros mismos, y recordar al padre y regresar al hogar. Regresar a Dios es
regresar al abrazo del Padre. “Dios es
capaz de transformarnos, es capaz de cambiar el corazón, pero es necesario dar
el primer paso. Volver. No es ir donde Dios, es volver a casa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario