COMO HOY TENDRÍAMOS NUESTRA ADORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO OS
OFRECEMOS ESTA PRECIOSA REFLEXIÓN PARA QUE OS ACOMPAÑE.ÁNIMOS Y FUERZA PARA
TODOS.
ADORACIÓN
¿DÓNDE
QUIERES PONER LA MESA ESTE AÑO?
El
primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde
quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a
casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca;
voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos
cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Mt 26, 17-19
Meditando este versículo de los textos
de esta semana santa precisamente en situación de confinación a la que nos
vemos sometidos, encontré este texto de esta teóloga que me parece enriquecedor
tener la oportunidad de meditarlo juntos.
“Al atardecer, se puso a la mesa” (Mt
26,20) una gran piedra como ara de ofrenda y, alzando los brazos dijo: Esta es
la Mesa del Mundo, a la que está invitada toda la Humanidad. Sin distinción de
culturas, razas, religiones, sexos o categorías sociales.
El status social no cuenta para sentarse
en esta mesa. El rico no tendrá sitio preferente, ni el pobre quedará esperando
que le digan donde sentarse.
Los niños y niñas estarán en primera
fila, para que no se aburran sin ver nada. Me habéis oído decir muchas veces:
“Dejad que los niños se acerquen a mí”. Y cuando quieran marcharse a correr,
dejadles, ya han tenido bastante encierro en las casas, sin ir al colegio, sin
jugar en la calle.
Las personas mayores tendrán asientos
especiales, y estarán rodeadas de sus hijos e hijas, nietos y nietas, liberadas
del desconsuelo que han vivido sin poder ver a los que quieren y echando de
menos a los que se fueron.
Las mujeres agredidas en el encierro por
sus parejas, intentando proteger a sus hijos, disfrutarán de la libertad de
verse cuidadas y atendidas.
Profesoras y profesores que han
trabajado on line con los alumnos. Trabajadores y trabajadoras de tiendas de
alimentación y supermercados, transportistas y camioneros, trabajadores de
recogida de basura, conductores de autobuses urbanos, bomberos, policías,
militares, guardias civiles, voluntarios de organizaciones humanitarias,
personal de limpieza de hospitales, empleados de fábricas que han trabajado
haciendo mascarillas y trajes de protección sanitarios, trabajadores de los
tanatorios y lugares dedicados a resguardar y tratar con dignidad a quienes han
muerto a causa de la pandemia.
Científicos trabajando a destajo para
encontrar una vacuna que pueda parar tanta muerte. Enfermos, sus familias,
vecinos que se han ayudado, todas y cada una de las personas que en el
sufrimiento han mostrado solidaridad, han dado consuelo, han tenido empatía,
han practicado el cuidado, la cercanía en la distancia con una llamada, un WhatsApp,
una sonrisa, han acompañado a quienes han vivido solos el tiempo de encierro.
Los que han orado, unos por otros… Todos estáis llamados a compartir la Mesa
del Mundo.
En la Mesa del Mundo, como en la Cena de
Pascua con los Doce, también se sientan quienes no acaban de entender la
dimensión que tiene la Fraternidad Universal. Toman asiento creyendo que son lo
que no son y deseando lo que les impide comprender que todos somos del mismo
barro; que desde el día que llegaste al mundo formas parte de la familia universal
y que eres hijo de Dios, le llames como le llames.
Los Doce habían discutido en otros
momentos quien era el más importante. Se suscitaban envidias por los puestos
que tendrían en el Reino. ¡Qué ingenuos!
Aquella noche, la traición se hizo
presente: Judas por su ambición de poder y de dinero, y Pedro por el miedo a
las consecuencias de dar testimonio.
Y todos celebraban la misma Cena y
estaban sentados en la misma Mesa.
Se hizo un gran silencio y, pasados unos
momentos, alguien empezó a aplaudir. Eran las ocho. Todos en pie batiendo las
palmas y mirando alrededor… ¡No han venido! ¿Dónde están?
El personal sanitario de todos los
hospitales del mundo que había combatido con todas sus fuerzas y su
profesionalidad el ataque masivo del bicho invisible, se fue acercando y
rodeando la Mesa del Mundo.
Sonrientes y agradecidos por los
aplausos de los presentes, las sonrisas se mezclaban con las lágrimas. Poco a
poco, los aplausos fueron dejando espacio a un gran silencio.
Entonces, “Jesús se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una
toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies
del personal sanitario y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido”.
(Jn 13, 4-5)
Al verlo, muchos de los presentes se
acercaron a Jesús y se pusieron a lavar los pies a todos los que habían luchado
con su trabajo y desvelo para arrebatar al virus la vida del mayor número de
personas, en jornadas maratonianas en los hospitales y sin poder estar con sus
familias.
Él mirando a todos dijo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
los unos a los otros; que, como yo os he amado, así os améis también entre
vosotros”. (Jn 13, 34)
Ya era de noche, se puso en pie y
alzando los ojos al cielo, dio gracias al Padre.
Mari Paz López Santos
Nos estás solo, no estamos solos, porque
el AMOR que es Jesús sacramentado, lleva
a todos en el corazón, aunque nos quedemos en casa.
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