domingo, 7 de enero de 2024

2024 CICLO B TIEMPO DE NAVIDAD

BAUTISMO DEL SEÑOR

Ayer celebramos la fiesta de la Epifanía, con Jesús niño de menos de dos años, y de repente lo vemos ya adulto, en el momento del bautismo.

Jesús decide ir al Jordán porque se enteraría de lo que hacía y decía Juan el Bautista. El relato del bautismo de Jesús de Marcos lo hace con muy pocas palabras. Y se centra en lo que ocurre inmediatamente después de él. El evangelista destaca dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo.

La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad.

La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» le recuerda textos del A.T. Es importante advertir que la vida pública de Jesús comienza con el testimonio de la voz del cielo “Tú eres mi hijo amado, mi predilecto” y se cierra con el testimonio del centurión junto a la cruz: “Realmente, este hombre era hijo de Dios”.

Las palabras del cielo hablan de la dignidad de Jesús y trazan un programa. Es lo que indica la primera lectura. El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar.

Luego dice lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal.

La segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resume en estas pocas palabras la actividad de Jesús: “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.”. Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo. En los evangelios es constante la referencia al Espíritu para explicar lo que es Jesús: “Concebido por el Espíritu”.” Nacido del Espíritu Santo”. “Desciende sobre él el Espíritu Santo”.” Ungido con la fuerza del Espíritu”. “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. “El Espíritu es el que da vida. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu”

El Bautismo es el verdadero nacimiento de Jesús. En él recibió el Espíritu Santo no para sí mismo, sino para bautizar con él a sus seguidores. Es suyo, y está en él, y por medio de él se da a todos. En adelante, todo lo que diga y haga será la manifestación continuada de la obra de Dios. Dejándose llevar por el Espíritu, comienza su misión y nos marca el camino de nuestra plenitud. Así, por la fe en El, como Señor y Salvador, nos sumerge en su Espíritu bienhechor, nos coloca como hijos y hermanos dentro de la familia de Dios y recibimos fuerza, poder y audacia para llevar a cabo su obra, pasando como El, “haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal”.

 

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