domingo, 14 de enero de 2024


 

Déjame buscarte, Señor

y no dejes nunca de llamarme,

no en la superficialidad donde no te escucho

y sí, en la profundidad de mi ser

donde el Tú y mi yo se abrazan.

Déjame buscarte, Señor,

porque, en el viento de la fe,

se sostiene tu llamada misteriosa.

Y cuenta conmigo para algo

aunque, solamente Tú y sin mis débiles fuerzas

pudieras llevar adelante tu encargo.

Quiero sentir que te sirvo y vivo

trabajando y respondiendo mil veces “si”

para ayudarte a llevar la carga pesada de tu Reino.

Para conocerte, para amarte, para seguirte

aunque, el mundo, no me reconozca méritos

ni ponga aureolas a mis éxitos invisibles al ojo humano.

Porque, cuando me llamas,

siento el privilegio de ser convocado.

Porque, cuando pronuncias mi nombre,

sé que a algo bueno me invitas.

Porque, cuando me interrogas: ¿Qué buscas?

Tú sabes que…sólo a Ti te añoro,

Tú sabes que…sólo a Ti te quiero.

Dejando todo aquello que obstaculice el que yo te encuentre.

Alejándome de los ruidos que me impiden escuchar tu voz.

Ayúdame a estar siempre inquieto: en permanente búsqueda

Enséñame a estar contigo y conocerte para nunca olvidarte

Envíame para servir amando y, contigo, siempre salvando. Amén.

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