El próximo sábado a las 18 h.
celebraremos la eucaristía con los niños de catequesis de primera comunión y
con los niños y familiares. En la celebración se bendecirán las coronas de
adviento de las familias que lo deseen.
sábado, 23 de noviembre de 2024
Gracias,
Señor, por ser nuestro Rey.
Gracias,
Señor, porque tu reino es la justicia.
Gracias,
Señor, porque tu reino es el servicio.
Gracias,
Señor, porque tus armas son el perdón.
Gracias,
Señor, porque tus armas son el amor.
Gracias,
Señor, porque tus armas son la misericordia.
Gracias,
Señor, porque tu castillo es el corazón del hombre.
Gracias,
Señor, porque tú corona no es de oro.
Gracias,
Señor, porque tus vestidos no son de seda.
Gracias,
Señor, porque tus pies van descalzos.
Gracias,
Señor, porque tu trono es una cruz.
Gracias,
Señor, porque nos esperas al final de los tiempos.
Gracias,
Señor, porque Tú eres el centro de nuestra vida.
Gracias,
Señor, por ser nuestro Rey.
2024
CICLO B DOMINGO XXXIV
CRISTO
REY DEL UNIVERSO
La festividad de Cristo Rey del universo
nos invita a descubrir el sentido primitivo de la fiesta promulgada por el papa
Pio XI, ante el progresivo aumento del comunismo y la pérdida de valores morales;
esta idea encaja perfectamente con la situación que vivimos hoy de problemas
sociales, políticos y económicos. No podemos ser ingenuos en las soluciones,
pero si el mundo viviese de acuerdo con el evangelio, otro gallo nos cantaría.
Dios manifiesta su poder en la
misericordia; no imponiéndose por la fuerza sino seduciendo desde el amor. Es
la lógica de la espiritualidad cristiana que venimos celebrando a lo largo del
año en la liturgia y de alguna forma se proclama en este domingo con la
festividad de Cristo Rey: la muerte por amor es condición para crecer en
humanidad.
El papa Francisco habla, una y otra vez,
de Jesús y su Iglesia poniéndose al servicio de los más desfavorecidos. No se
trata de un cambio de lenguaje sino de la superación de la idea de poder en el
que la Iglesia ha vivido durante tantos siglos.
El contexto del evangelio que hemos
leído es el proceso ante Pilato, a continuación de las negaciones de Pedro,
donde queda claro, que Pedro ni fue rey de sí mismo ni fue sincero. Dos breves
frases puestas en boca de Jesús nos pueden dar la pauta de reflexión: “mi Reino
no es de este mundo”, “para eso he venido, para ser testigo de la verdad”, no
para ser más que nadie.
La verdad nunca puede ser poseída. La
verdad nos desnuda porque cuestiona de manera radical todas nuestras
construcciones mentales, pone en duda nuestras aparentes seguridades, provoca
el silencio de la mente. Esa es la razón por la que siempre lleva de la mano a
la humildad, según el conocido y acertado dicho de Teresa de Jesús: “Humildad
es caminar en la verdad”.
Se trata más bien de ofrecer el camino
de servir a los demás con amor como única forma de ejercer el poder económico,
político, cultural o religioso. Visión iluminadora para nuestra actualidad
donde la nefasta ideología del imperialismo está provocando conflictos que
manchan la tierra con sangre de inocentes. La lógica individualista del mercado
está pervirtiendo incluso los ámbitos de gratuidad como es la misma familia.
Mientras proclamamos la dignidad inviolable de todas las personas, valoramos a
hombres y mujeres por lo rentable que son económicamente y por la utilidad que
nos aportan.
Jesús nos dijo: el que quiera ser
primero, sea el último y el que quiera ser grande, sea el servidor. Mi reino
no es de este mundo. Sabemos que el “reino de Dios”, ya tiene lugar en este
mundo, aunque todavía de modo imperfecto y en espera de una plenitud sin
sombras. Ese reino ya está aquí como la levadura en la masa, fermentando a la
humanidad para que sea más solidaria. No funciona con la lógica del poder, sino
con la lógica de la gratuidad o del amor que sirve sin esperar nada a cambio.
miércoles, 20 de noviembre de 2024
2024 NOVIEMBRE ADORACIÓN EUCARISTICA
LLAMA DE AMOR
VIVA
¿Por qué
tenemos miedo, si nada es imposible para Ti? “Hombre es amor, y Dios habita dentro de ese pecho y profundo, en él se
acalla” (Dámaso Alonso).
En esta tarde
ante el santísimo sacramento le pedimos al Señor que cierre nuestros oídos a
toda falsedad y nuestros labios, a palabras mentirosas. Que Él abra nuestro corazón
a todo lo que es bueno, que nuestro espíritu se llene de bendiciones y las
derrame a nuestro paso.
Nos hacemos
preguntas y buscamos sentido a la vida; no nos asusta porque solo quien hace
preguntas acoge con alegría las respuestas. Muchas veces nadamos contracorriente,
como peces que buscan aguas frescas.
Muchas
personas buscan tener experiencia de Dios. Por eso es necesario que les
ayudemos a encontrarse con Dios. Muchos han perdido el rastro de Dios y esperan
que alguien, con la palabra viva de la vida, pueda decirles: “Dios existe, yo lo he encontrado”.
Muchos, que solo conocen lo útil y lo rentable, tienen hambre de encontrarse
con la gratuidad. Muchos desconocen que su interioridad puede ser lugar para la
escucha de este Dios que habla en el silencio interior de cada uno.
“El hombre europeo, lejos de su origen, con las
entrañas cerradas, opacas y confusas, se ha hecho un desalmado. Oscuridad del
corazón que le desorienta y le hace andar perdido”
(María Zambrano).
Como una
hoguera encendida en medio del campo que invita a los peregrinos a que se
acerquen y calienten su cuerpo aterido por el frío, así ofrece Jesús su
experiencia de Dios, para dar calor y luz a quien lo busque. Toda experiencia
de Dios aspira a ser comunicada. “Lo que
gratis habéis recibido dadlo gratis” (Mt 10,8). “Se educa mucho con lo que se dice, más con lo que se hace, mucho más
con lo que se es” (San Ignacio de Antioquia).
Queremos que
ese fuego que Jesús prendió en nuestro interior se convierta en amor real,
concreto, palpable. Nuestra llama es fruto de una llama verdadera y autentica,
la de Jesús. En esta tarde queremos mantenerla siempre viva y encendida en Él
que es el Amor verdadero y único. Quien posee esta llama en su corazón, habla
desde dentro, desde la experiencia de este amor. No habla de oídas. La persona
está transformada en fuego de amor.
Solo es
necesario una cierta comunión previa que le permita admirarse, creer, perder
miedo a Dios y confiar. No es una tarea que reclame una acción inmediata, que
señale prácticas concretas y conductas deseables o recomendables. Al contrario,
todo se realiza de una manera paulatina y contagiosa. No existe sensación
alguna de proceso ni de cambio, no hay vértigo. Todo se identifica con una
exclamación admirativa de paz y sosiego. La actitud de sorpresa se mantiene.
Rompe las lógicas, a las que somos tan dados muchos al hablar e intentar vivir
el camino cristiano. Es como el agua del rio que va bajando majestuosamente
hasta su lugar de destino, el mar.
Hay una experiencia
vital y central de Dios que proviene de la enfermedad grave, donde el enfermo y
los que le rodean tienen que respirar muy hondo para poder superar esta etapa.
“Dios, en verdad, es el único que sabe de la
vida en plenitud. Una comparación: el sol lo único que produce es luz; si hay
sombra, no viene del sol, sino de algo que se interpone. Así con Dios: lo único
que produce es vida; todo lo que frena o debilita la vida viene de otro lado,
de nuestra propia debilidad, de nuestro propio pecado, de nuestra propia
limitación. Y Dios lo que hace es confirmar nuestra debilidad para siempre con
su fuerza resucitadora. La enfermedad me ha hecho más humano” (Palabras de Carlos
Bravo, tras una operación de un tumor cerebral).
Jesús sé
siempre nuestra fuerza y nuestro animo, para nosotros ser testigos de tu luz en
nuestro mundo. Amén
sábado, 16 de noviembre de 2024
2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXXIII
Está finalizando el año litúrgico y el
Evangelio nos presenta el final de los tiempos, con un lenguaje apocalíptico y
lleno de catástrofes. Pero los que creemos en Jesús no tememos. Él anuncia su
vuelta y regreso, pero volverá cuando acabe el tiempo para juzgar a todos como
juez y salvador de todos.
El final de este tiempo lo vemos como un
momento de encuentro con Jesús, por tanto, el miedo no tendría lugar ya que nuestro
corazón se encontrará lleno de alegre esperanza en ese encuentro. Este
evangelio resaltar que, ocurra sobre lo que ocurra, la victoria de Jesucristo
sobre el mal es lo que se nos presenta y anuncia.
No
debemos sacar consecuencias atemorizadoras sobre el fin del mundo, ni pensar en
persecuciones a la fe, aunque haya momentos difíciles en algunos lugares;
quizás son momentos para purificar nuestra fe y tomar precauciones en nuestras
comunidades cristianas. Debemos percibir la actitud salvadora y protectora de
Jesús que nos acompaña en todo momento, con una llamada a la fidelidad en esas
circunstancias en sí complicadas.
No
olvidemos que los primeros cristianos también fueron llamados a la fidelidad en
tiempos difíciles y que nosotros también estamos llamados a vivir en esa
fidelidad. Y la plenitud llegará, pero será cuando el Padre Dios lo quiera.
Nuestro
último destino dependerá, en gran medida, de cómo hayamos vivido todos y cada
uno de los momentos de nuestra existencia.
Al
final del relato de la creación, Dios “vio todo lo que había hecho, y era muy
bueno”. Tal vez lo que tendríamos que hacer, sería dejarnos de especulaciones
sobre cómo será el más allá y tomar la responsabilidad que nos toca en la
marcha del más acá, porque es aquí donde tenemos que desarrollar nuestra
actividad para contribuir a hacer un mundo más bueno y humano, empezando por
ser cada uno un poco más humano cada día.
“El
cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” nos dice al final el
evangelio, porque sólo Dios permanece para siempre y él es el que da sentido a
la existencia humana. Confiando en estas palabras de Jesús nos animamos a vivir
una vida sensata, coherente, apasionada por la humanidad y por la bondad de
todas las cosas. Todo lo malo, lo negativo tiene fecha de caducidad, solo el
bien y la generosidad permanecerán al igual que el amor.