sábado, 6 de diciembre de 2025


 


 


 


 





ENCENDIDO DE LA SEGUNDA VELA DE ADVIENTO

DOMINGO 7 DE DICIEMBRE

2º DOMINGO DE ADVIENTO

Los jóvenes de la parroquia en la celebración de la misa de las 20 horas, realizarán un pequeño gesto a la Inmaculada Concepción de María.

 


 

ACCIÓN DE GRACIAS

EN EL DESIERTO DEL MUNDO

Donde la locura vuela más deprisa que la sensatez, allá donde la pobreza ya no llama la atención y se convierte en estandarte de un mundo infeliz, quiero, Señor, preparar tu camino.

En la soledad del que busca y no encuentra compañía, en la desesperanza de familias que han perdido el horizonte de la alegría.

En los egoísmos y soberbias que me impiden verte cara a cara...

Quiero, Señor, preparar tu camino.

Luchando, por rebajar todas esas colinas de autosuficiencia.

Avanzando, para llenar lo que la sociedad caprichosa e insolidaria, mezquina y sin sentido pretende dejar vacío y sin contenido.

Quiero, de verdad Señor, preparar tu camino.

Despejar nuestras mentes embarulladas por lo efímero y colmarlas con tu presencia, con tu Nacimiento.

Denunciar falsedades o verdades a medias y, con la trompeta de tu nuevo día, pregonar a este mundo que todavía es posible la esperanza.

Que Tú, Señor, estás por llegar pero que, los caminos por donde avanzamos, no son los auténticos para poderte alcanzar.

Amén

2025 CICLO A TIEMPO DE ADVIENTO II

 

Aparece el profeta Juan el Bautista, en el calor abrasador del desierto de Judá, predicando: convertíos, porque el reino está cerca.

También el profeta Isaías tiene los ojos fijos en el sueño llamado reino de los cielos, que es un mundo tejido de relaciones buenas y felices. Perciben su aliento: es posible, ya ha comenzado.

La palabra clave de Juan es convertíos, es decir, atreveos a vivir, poned vuestra vida en marcha, y no para cumplir una orden, sino para apreciar lo hermoso que es sentirse amado y querido por Dios.

Dios está cerca, está aquí, primera buena noticia: el gran Peregrino ha caminado, ha recorrido distancias y ahora está muy cerca de ti.

Lo que convierte el frío en calor no es una orden desde arriba, sino la cercanía del fuego, una lámpara que se enciende, un rayo, una estrella, una mirada. ¡Convertíos! Volveos hacia la luz, que es bella y cambia la forma de ver a los hombres y las cosas.

Si miramos con atención al mundo está más cerca del reino de Dios hoy que ayer: ha crecido la libertad de ser uno mismo, la autenticidad en las relaciones, ha crecido la solidaridad hacia los débiles, hacia los discapacitados ha habido una auténtica revolución, han crecido la educación, la ciencia y el respeto por la creación y la vida.

También ha crecido otra cosa: entre el buen grano, raíces de guerras y engaños, soledad y desintegración de los lazos, idolatría del dinero, de la fuerza y de las apariencias, intolerancia hacia quienes piden ayuda. Cizaña y buen grano.

Pero yo creo en la buena nueva de Isaías, de Juan, de Jesús. Porque el cristiano no es optimista, tiene esperanza. El optimista, entre dos hipótesis, elige la positiva. Nosotros elegimos el Reino, lo hacemos por un acto de esperanza: porque Dios se ha comprometido con nosotros en nuestra historia, con una trama tan escandalosa que llega hasta la muerte en la cruz.

Inclinémonos con atención y lo veremos, en lo más íntimo de cada uno, en la humildad de los días y de los signos: él viene. Y él viene porque, antes que un deseo mío, la salvación es un deseo de Dios.

Con las poderosas imágenes del hacha y el fuego, el Evangelio cuenta que Dios alcanza y toca esa misteriosa raíz de la vida que nos mantiene erguidos como árboles fuertes, que nos permite vislumbrar brotes incluso entre los escombros.

Dios viene dentro de la pasión del amor, dentro de la fidelidad al deber, dentro del valor de esperar, la generosidad de permanecer al lado, en la alegría de la libertad alcanzada, cuando acepto la desproporción entre lo que se me promete y lo que tengo entre las manos, y sin embargo hago avanzar un paso, un milímetro, una nada, la bondad del mundo.