sábado, 14 de junio de 2025


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Señor Jesucristo, Revelación del Padre, te damos gracias por esta fiesta de nuestra comunidad parroquial; pues en ella recibimos el pan necesario para el camino; nos deja su palabra de ánimo y cuando nos caemos nos entrega tu perdón. 

Gracias Por tu presencia en nuestra historia, por la virtud de la alegría.

Gracias, por la familia, los amigos por todos aquellos que nos han animado a continuar este caminar.

Gracias por los sueños realizados, por las esperanzas asumidas en el compartir de cada día.

Gracias Señor, por el don de la fe y la constancia.

Gracias por los niños y los jóvenes, por los mayores y los ancianos. Todos, formamos tu Comunidad, tu Iglesia.

Hoy queremos agradecerte por sus grupos y actividades, por su gente.

Que seamos un rincón sereno, un lugar donde nos queramos y respetemos, un espacio donde vivamos como hermanos, donde, unidos, trabajemos por el Reino.

Que no destaquemos por hacer muchas cosas, por ser muchos o importantes.

Que nos conozcan, solo, por vivir y construir el Mandamiento del amor fraterno.

Que no nos preocupemos por nosotros mismos, sino que nos empeñemos en la causa de llevar el Evangelio, especialmente a los vecinos más alejados de la fe.

María, Madre de los Desamparados, te damos gracias por nuestra Parroquia, guárdanos siempre en tu regazo de Madre junto a Jesús.

 

 

 

2025 CICLO C TIEMPO ORDINARIO

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

La fiesta de la Santísima Trinidad es la fiesta de los cristianos. Se puede ir más allá y decir que es la fiesta de todos los seres humanos, porque todos hemos sido creados a imagen de la Trinidad, a imagen de Dios.

Dios es relación de Amor, de comunión de personas. Al crear al ser humano, lo creo a su imagen. Por eso, todos los humanos estamos llamados a vivir en el amor y realizar esta relación de Amor. Además, en cada uno de nosotros hay una huella de cada persona divina.

Los bautizados, además de reflejar la imagen de Dios, somos conscientes de esta presencia. El acto creador, como tal, no establece la reciprocidad. El acto creador es un acto de amor y ternura paternal por parte de Dios, pero no implica necesariamente la respuesta agradecida del ser humano.

Los cristianos tenemos una relación personal y personalizada con cada una de las personas del único Dios: son hijos del Padre, hermanos del Hijo y templos, sagrarios o amigos (porque el amigo es el que está en mi corazón) del Espíritu Santo.

Somos amigos de Dios. Cuando hablamos de Dios lo que espontáneamente nos nace es decir que es “Señor” y que, como todo señor, quiere súbditos sumisos. Sin embargo en el caso del Dios revelado en Jesucristo, como Padre lleno de amor. Nuestra relación con él no se sitúa en el terreno del deber, de la ley, de la sumisión, sino de la libertad, de la gracia y del amor.

Al haber sido creados a imagen de un Dios, Trinidad de personas, resulta que en cada uno de nosotros hay un reflejo trinitario. Estamos hechos para el amor y solo en el encuentro amoroso nos encontramos a nosotros mismos.

La pedagogía final, suprema, de Jesús es tan sencilla: acercarse, consolar y exhortar, susurrar al corazón, pero sobre todo estar con nosotros: yo estoy contigo, todos los días.

Hoy celebramos el día de la parroquia con motivo de la festividad de San Antonio de Padua. Hoy queremos agradecer a Dios que somos familia, comunidad de los hijos de Dios Padre y hermanos de Jesús que formamos un pequeño grupo de vida para vivir y experimentar el evangelio.

Sentirnos hermanos nos ayuda a aceptarnos mejor tal como cada uno es. Una comunidad que nos ayuda a humanizarnos. La parroquia un espacio para el encuentro gozoso de unos con otros. Porque la diferencia de los demás me enriquece, me ayuda a crecer y me invita a salir de mi comodidad.

De nuestro patrón san Antonio podemos aprender: Humildad: saber ser pequeño ante Dios y los demás. Sabiduría, fue un erudito, pero nunca hizo alarde de sus conocimientos. Caridad: amar sin medida, especialmente a los más necesitados. Amor por la Palabra de Dios: alimento del alma, conocía profundamente la Biblia. Sus sermones eran apasionados, llenos de sabiduría y tocaban los corazones. Oración constante: una relación viva con Dios, su vida interior nutría todo lo que hacía hacia afuera. Valentía en la fe: predicar con el ejemplo.

 

miércoles, 11 de junio de 2025


 

2025 MEDITACIÓN EUCARISTICA:

Creí que ya no podía caer más bajo

 

Señor Jesús iniciamos este tiempo ordinario con la fuerza de la compañía del Espíritu. Tu nos lo mandaste para que no quedáramos solos. Guíanos tu ahora y siempre. Escuchemos esta historia llena de sentimiento.

A Jonás lo dejaron libre sin aviso, como quien suelta una caja vieja en medio de la nada. Había pasado cinco años en prisión por intentar robar en una tienda con una navaja oxidada. Tenía 20 cuando entró. Salió con 25 y el corazón reseco, como si los años hubieran evaporado todo lo que un día soñó ser.

Nadie lo esperó afuera. Su madre había muerto de tristeza, su hermano se cambió el apellido, y su padre… su padre fue una sombra que nunca se quedó. Los primeros días no durmió, solo deambuló. No sabía cómo hablar sin que lo miraran como amenaza. Creía que ya no podía caer más bajo… hasta que se vio peleando con un perro por un trozo de pan.

Pidió un café en una parroquia, y un hombre con corbata le soltó sin mirarlo:

- La cárcel es para aprender, no para mendigar.

Jonás no dijo nada. Pero por dentro… se rompió un poco más. Porque él sí había aprendido. Lo que no sabía era cómo volver a empezar sin que nadie le enseñara por dónde se empieza. Una noche de lluvia se resguardó en un portal. Un hombre mayor cosía zapatos bajo la luz de un farol. Jonás lo observó en silencio.

- ¿Tienes hambre o curiosidad? le preguntó el viejo.

- Las dos.

- Entonces siéntate. Aquí se come mientras se aprende.

Y así fue. El viejo le enseñó a cambiar suelas, a coser cuero, pulir punteras y no tener miedo de equivocarse.

- Esto también es una forma de sanar, le decía.

Jonás empezó a ofrecer reparaciones por las esquinas. “Zapas que vuelven a caminar”, escribía en su cartón. Al principio solo le daban pares rotos o tenis sin suela. Pero cada arreglo era una oportunidad.

Un día, una mujer le llevó unas botas de marca.

- Si me las dejas vivas, te traigo a mis amigas.

Él no solo las dejó vivas… les dio una segunda vida. Con lo que ahorró, compró una vieja máquina de coser. La instaló en un rincón de un almacén que le prestaron a cambio de cuidar el lugar. Colgó un letrero con una tiza: “Aquí no se tiran los zapatos… ni las personas.”

Un día la máquina se le quemó. Pensó en rendirse. Pero al día siguiente, un cliente volvió con otra, usada, y una nota que decía: “No pares. Lo haces mejor de lo que crees.”

Hoy Jonás tiene un pequeño taller con olor a cuero, café y esperanza. No tiene redes, ni logos, ni fachada. Solo un banco de madera y su historia colgada en cada costura.

A veces, al terminar la jornada, camina hasta el callejón donde un día durmió. Mira el suelo, suspira, y se va sin decir nada. Y pensaba: Uno no se salva olvidando lo que vivió… se salva cuando convierte cada herida en herramienta.

Señor Jesús este relato tiene una carga emocional profunda. Refleja el dolor silencioso de alguien que ha atravesado una experiencia transformadora, no necesariamente en el mejor sentido, y se encuentra atrapado en la paradoja de haber aprendido a través del sufrimiento, pero sin herramientas para sanar o reconstruirse.

Cuantas veces nos sucede como Jonás que andamos por la vida caminando con las manos en los bolsillos, como si ahí pudiéramos guardar lo que nos queda: un par de certezas rotas, un miedo antiguo, y la sensación de que el mundo sigue girando sin nosotros.

Seguro Jesús que no es tristeza exactamente. Es algo más denso, más callado. Como si el alma se nos hubiera quedado dormida en una esquina del pecho.

Nadie nos había dicho que crecer dolía así. Ni que a veces uno se quiebra sin hacer ruido.
Ni que hay días en que respirar se parece más a una tarea que a un acto natural. Y, sin embargo, seguimos. No por valentía. Sino por costumbre. Te pedimos que nunca nos desampares ni nos dejes solos. Tu sigue guiándonos y llevándonos por el camino de la vida. Amén.